OCNE: Afkham cierra temporada con un imposible
Ciclo de la OCNE
Afkham cierra temporada con un imposible
«Réquiem» de Verdi. Aga Mikolaj, Marina Prudenskaya, Saimir Pirgu, Christopher Purves. Orquesta y Coro Nacionales de España. Dirección: David Afkham. Auditorio Nacional. Madrid, 2 de julio de 2017
Cierre de temporada dela OCNE y de hecho también del Auditorio Nacional con una obra imposible. Así la calificaba, con toda la razón, Pedro González Mira hace pocos días en la web musical especializada por excelencia. Alfonso Aijón, aún cabeza visible de Ibermúsica, ha declarado muchas veces que antes de programar el “Requiem” de Verdi hay que atarse bien los machos. Así es, porque la partitura supone una cima del género y precisa una gran orquesta, un gran coro, cuatro solistas excepcionales y un director de talla. Y, cuando luego se da todo, surgen enfermedades y cancelaciones. La OCNE, con un par de sustituciones, no ha quedado exenta de la especie de maleficio que se proyecta sobre la enorme partitura verdiana, en la que no hay forma de ponerse de acuerdo si pesa más su sentido operístico que su sentido religioso. Discusión por otro lado absurda, puesto que Verdi lógicamente había de abordar este réquiem, que no es una misa, con las armas que dominaba, que no eran otras que las líricas. El caso es que, quien más y quien menos, tiene sus preferencias interpretativas y algunos hemos tenido la suerte –en cierto modo, también la desgracia- de escuchársela en vivo a los grandes directores del pasado siglo, en lecturas tan opuestas como las de Karajan y Giulini, como las de Bernstein o Abbado.
Afkham no es ninguno de los cuatro citados, entre otras cosas porque su mundo no es aún el lírico, pero mostró la misma solidez que ha caracterizado todas y cada una de sus interpretaciones esta temporada. Planteó un réquiem de gran equilibrio, sin aristas, sin predominio de lo operístico o de lo religioso. Buscó simplemente la música de la partitura, la despojó de extremos y acertó al hacerlo así. Hubo potencia en el “Dies Irae” y también dulzura en el “Hostias”. Contó además con la orquesta y el coro en días inspirados, entregados desde los pianísimos iniciales hasta los finales del “Libera me”. Ambos conjuntos le adoran y se nota, como también el público. Hacía falta que un director volviese a ser realmente querido y eso sin duda lo ha conseguido Afkham. Daba gusto ver el auditorio lleno hasta la bandera con una audiencia aclamando durante muchos minutos.
Claro que el cuarteto solista era mejorable, porque a la soprano le faltaron graves y metal, al tenor peso y tanto a la mezzo como al barítono, que no bajo, profundidad. Sin embargo cantaron con una homogeneidad que no estropeó nunca la visión de Afkham. Bastante era en una página en la que no se puede contar con Bjoerling, Caballé, Cossotto o Ghiaurov, simplemente porque ya no hay cantantes así. Justo es reconocerlo. Gonzalo Alonso
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