Aguirre, una pica en El Escorial

IGNACIO AMESTOY

… Aguirre, toda de verde, color esperanza como se sabe, condujo con tino la apertura del teatro-auditorio de El Escorial. En el día de la tragedia de Valencia se había programado inaugurar los nuevos teatros de El Escorial, una quimera que creció en la mente de Villapalos tras poner en marcha los cursos de Verano de la Complutense a la vera del monasterio, usurpando la hegemonía a la Menéndez santanderina. Al fin, no se hicieron los teatros donde Villapalos quería, pero ahí están, en El Escorial. ¡Ruiz-Gallardón mediante! Curiosamente, ni Villapalos ni Ruiz-Gallardón asistieron a la inauguración. Sí, Alicia Moreno.

Los Reyes habían anunciado su presencia en tan significativa inauguración, pero la tragedia de Valencia podía Aguirre halló la solución adecuada. Se guardaría un minuto de silencio al comenzar el acto y se suspendería el cóctel programado para después del concierto así como la colección de fuegos artificiales que se iban a prender como fin de fiesta. Sólo el concierto. Un concierto estricto, con la orquesta y coro del Maggio Musicale Fiorentino, dirigidos por el gran Riccardo Muti, con un programa de muy seleccionadas piezas de Verdi.

Marcha Real y Felipe II. La sesión se desarrolló de manera perfecta.El hecho de que el acto programado por Aguirre se abriera con la interpretación del Himno Nacional, ejecutado por el conjunto italiano, bajo la vibrante batuta de Muti, sobrecogió al personal.Luego, el que junto a fragmentos de La forza del destino y a unas piezas sacras, se ejecutaran partes significativas del Don Carlo, hizo que la sesión se tornara reflexiva. ¡El Don Carlo, que un romántico y belcantista Verdi compuso a partir del Don Carlos de Schiller, uno de los azotes más rotundos de la leyenda negra contra el Segundo Felipe y su España! El arte más allá de la Historia, sin complejos. Como debe ser.

Por encima de la soprano Frittoli -dando voz a la Reina- y de la mezzo Ganassi -sirviendo al virtuosismo de la Éboli-, el triunfo de la noche fue para Ferruccio Furnaletto. El bajo cantó el Ella giammai m’amò y sobrecogió a todos al llegar a aquellos versos: «Dormiré solo, envuelto en mi manto real, / cuando mi jornada llegue a su fin; / dormiré solo, bajo la negra bóveda / allí, en la cripta de El Escorial». Ante el arte de Furnaletto, haciendo de Felipe II, hasta su sucesor Juan Carlos tuvo que conmoverse.¡Tras la interpretación de la Marcha Real, con coraje, por unos voluntariosos italianos, la tristeza del rey Felipe calaba hondo!

Un compromiso

La locura de Villapalos encontró otros locos y se hizo realidad. No está mal. Es aquello de que el órgano haga la función, no al revés O sea, que habrá que apechugar y sacar brillo a los dos teatros que se han sumado a la entrañable bombonera -el teatro Carlos III- ya existente. Al magnifico edificio, obra de los rigurosos arquitectos Rubén Picado y María José de Blas, hay que echarle de comer. La Comunidad ha convocado concurso para su gestión. Ignacio González pone sobre la mesa 14.620 euros y el contrato se extenderá hasta enero de 2011. La programación mínima que se exige es un festival de verano, otro en Semana Santa y un ciclo de Navidad.

En la sesión de apertura, una de las presencias más significativas fue la de Daniel Martínez Obregón, responsable máximo de Focus, la gran empresa catalana del espectáculo, que ya se está instalando en Madrid. ¡Se vienen a Madrid! Daniel le confiesa al cronista que no tiene puestos sus ojos en El Escorial. Pero allí estuvo, con Jesús Cimarro Otro de los concursos que pueden salir a plaza en los próximos meses es el de los teatros del Canal. Como se sabe Ignacio González es presidente del Canal de Isabel II.

No va a ser fácil gestionar los teatros de El Escorial. Salzburgo nos queda muy lejos. Otra cosa serán los teatros del Canal, que puso en marcha Alicia Moreno, con el beneplácito del alcalde Ruiz-Gallardón también. Serán los ámbitos adecuados para unos festivales de Madrid continuos que engloben y sobrepasen al actual festival de Otoño.

Complicada labor, sin embargo, para quien la tenga que llevar a cabo. Y no serviría un concurso como el de El Escorial. Si los teatros de El Escorial comerán lo suyo, a los teatros del Canal habrá que echarles de comer aparte.