“Aida” en Salzburgo

Muti y Netrebko: de la misa, la mitad

“Aida” de Verdi. Anna Netrebko, Francesco Meli, Ekaterina Semenchuk, Luca Salsi, Dmitry Belosselskiy, Roberto Tagliavini, Bror Magnus Tødenes, Benedetta Torre. Concert Association of the Vienna State Opera Chorus. Vienna Philharmonic. Shirin Neshat, dirección escénica. Riccardo Muti, dirección musical. Grosses Festspielhaus, Salzburg.

Tras leer las críticas que sobre esta producción se han publicado en España uno puede hacerse la idea de estar ante la “Aida” del siglo, con un Muti y una Netrebko como en los mejores tiempos de la ópera. Pues bien, de la misa la mitad.

Sabido es que a Muti no le gustan las puestas en escena demasiado “modernas” y el festival se ha encargado de crearle una que no le moleste y que tampoco moleste al público habitual del certamen. Esta “Aida” es fría, insustancial e impersonal. Se basa en un cubo que permite realizar todos los cambios, algo parecido al reciente “Otello” de la ROH. Hay vestuario de todas las épocas y para todos los gustos. Los videos que se proyectan intentan evitar que el espectador se percate de lo rutinario de los movimientos de los artistas, que mueven los brazos como hace cien años. En fin, que Shirin Neshat no se ha quebrado la cabeza y podía esperarse mucho más.

Pero la escena le venía bien a Muti, convertido en la estrella de la representación, hasta el punto que al final, en la penumbra de la tumba donde mueres los amantes, los focos le iluminan a él. Él ordena a todos cantar sin gritar o, más bien, sin forzar, de modo que la orquesta tenga el protagonismo y se puedan percibir la trasparencia que imprime, así como los muchos detalles y, también, se sienta que la Filarmónica de Viena se halla en el foso. Sin embargo, a veces los árboles impiden ver el bosque y esto le sucede a la lectura de Muti. Tanta perfección sonora sepulta la emoción verdiana, que apenas se deja entrever.

Netrebko y Harteros son posiblemente las dos grandes sopranos del repertorio spinto. La rusa canta bien el personaje, midiéndolo al milímetro, pero qué lejos de aquella Caballé que grabó la obra precisamente con Muti, entonces con una dirección mucho más inspirada. Las notas son siempre firmes en todos los registros, apiana e incluso imprime un cierto dramatismo que, evidentemente queda muy lejos del de Callas en “O patria, quanto mi costi”. Cuando Netrebko ruede más el papel, seguro que adquirirá más desenvoltura. Carreras cantó esta ópera en Salzburgo, con Karajan en el foso, y se escribió que no era “Aida” sino “Nemorino en Egipto”. ¿Qué habría que decir ahora de Meli? Porque el italiano está lejos de tener la voz de Carreras en volumen, belleza y claridad de fraseo. Ekaterina Semenchuk padece también el exceso sonoro de Muti y Amneris no es aquella de Cossotto u Obratsova, falta carácter. Mejor parado queda Luca Salsi, ya que el caudal es importante, aunque tampoco llegue a caracterizar al vengativo Amonasro.

Una “Aida” en la que el drama está en el foso, no en el escenario y eso no es Verdi, pero el público –también algunos críticos- se acostumbra a todo. Decía, con razón, Mario del Monaco “Hoy se aplaude a los caballos, mañana se aplaudirá a los burros”. Eso está sucediendo y es lástima que sean tan pocos los capaces de contarlo. H.Pfeiffer/SpR