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Por Publicado el: 15/01/2015Categorías: Entrevistas

Aimard: “La verdad de Bach se persigue, pero no se encuentra jamás”

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  • Todo Bach se concentra en El clave bien temperado
  • En España se escuchan menos toses que en París
  • El nombre de Boulez es conocido universalmente, su música no tanto.
  • Espero tocar suficientes años aun para concluir la integral de Iberia

Aunque se mueva como pez en el agua entre los contemporáneos, cuyas obras ha trabajado conjuntamente con muchos de ellos, Johann Sebastian Bach justifica estos días la presencia en nuestro país de Pierre-Laurent Aimard (Lyon, 1957). El pianista francés comienza la cuenta atrás de una larga serie de conciertos -en quince países de cuatro continentes- con idéntico contenido: el primer volumen de El clave bien temperado, que ha llevado a un disco lanzado por Deutsche Grammophon al mercado español, prologando este tramo del recorrido. Que hoy termina en Barcelona dentro del Ciclo Palau 100, después de haber recalado en Oviedo, San Sebastián y Madrid, donde el martes regresaba entre los Grandes Pianistas de Scherzo.

P. ¿Es este el mayor proyecto monográfico de recitales en su carrera?

R. Toda mi vida me he negado a hacer un programa único a lo largo de la temporada, porque me daba miedo aburrirme. Y sobre todo, porque siempre me ha gustado adaptar el contenido al lugar y las apetencias del director artístico, pensando en el interés temático o el país. Sin embargo, durante un  año sabático que me tomé, nació la decisión de hacer más de treinta veces un mismo programa. Ahora puedo afirmar que la experiencia ha resultado muy agradable. Y no digo que fácil, pero casi (ríe).

P. Tal vez en el retiro echó en falta la vida nómada.

R. Es cierto que mi existencia lo ha sido. Como siempre me ha gustado viajar, enseguida me aficioné al nomadismo. En este caso ha pesado más la opción de seguir otro ritmo personal, porque la obra en la que me he sumergido ¡es tan inmensa!. Hace falta mucho tiempo para absorberla. No sólo por la dimensión: también por el contenido.

 P. ¿Le ha desbordado más que El arte de la fuga, que acometió de modo similar hace seis años?

Es totalmente distinto, porque se trata de una obra, si no de juventud si relativamente temprana por comparación. El arte de la fuga, que pertenece a un Bach más tardío, es un desafío técnico contínuo y exhaustivo, por oposición a El clave…, que es mucho más variado: tonalidad única en El arte de la fuga contra tonalidades múltiples en este caso, que es la diversidad absoluta de un mundo musical anterior y a veces futuro.

 P. ¿La gira fue tan intensa en el caso anterior?

R. Fue muy diferente. Me ha seducido mucho más la de ahora. Por la enorme vitalidad y la indescriptible diversidad. He descubierto que la arquitectura en general de esta obra es muy impresionante y poderosa. Y lo mismo podría decir como intérprete del modo en que Bach plantea su desarrollo, que no es una sucesión sino un itinerario. Desde un comienzo muy pedagógico a esa inesperada evolución contínua que desemboca en una especie de ascenso espiritual.

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 P. ¿Se ha apoyado en aquella experiencia o ha hecho tabula rasa?

R. La experiencia que viví durante dos años con El arte de la fuga me sirvió para adiestrarme en el modo de profundizar en la obra de Bach y de atacar el teclado al interpretarlo. Respecto a lo demás, he partido de cero.

P. ¿Llevará la segunda parte al disco?

R. Puede ser. Ya veremos (sonrisa cómplice). Me gustaría mucho.

 P. Un tema peliagudo para los puristas con esta obra ¿ clave, como enuncia, o piano?

R. Hay dos problemas. La inadecuación del instrumento y la afinación. Una buena afinación para Bach ¿cómo se entendería hoy?. En cuanto al instrumento, Bach escribió para distintos tipos de teclado, aspirando a dotar de más posibilidades a aquellos de los que disponía. En ese sentido estaba muy cercano a la realización, para que fuesen más y mejores. Al margen de que muchas de las piezas aquí contenidas no son estrictamente para teclado. El Preludio en Do Mayor lo concibió para laúd; el que está escrito en Si bemol menor es la obertura de una Pasión… El clave se entiende sencillamente como instrumento reductor, algo habitual en Bach. Puesto que aquí hay un número enorme de sonoridades, comportamientos y funciones distintas, parece legítimo recurrir a un instrumento único, con la flexibilidad y el potencial del piano moderno, capaz de poner de relieve los detalles más importantes.

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 P. Entre los que han procedido así estaría Charles Rosen, con quien usted comparte la pasión por la música contemporánea conocida en primera mano desde el compositor, incluído el caso común de Carter y Boulez

R. Ante todo, Rosen era un impresionante hombre de pensamiento, como musicólogo y como persona reflexiva. Capaz de imponer respeto en todo, algo que no abunda en nuestro terreno. Claro está que ante el clave hay personas que hicieron un trabajo notable. Para mí, la más inspiradora y poderosa, aunque en algunos sectores se le haya discutido, es Rosalyn Türeck. Una mujer fantástica y de fuerte carácter. Y también destacaría por la fidelidad que reflejan sus grabaciones al pianista de Oregón Edward Aldwell,  que dio clases en la Curtis de Nueva York como maestro en la interpretación de Bach al clave. Sin contar a esos grandes directores de orquesta que son Harnoncourt, Gardiner y Herreweghe –los cito en orden de edad-, con visiones tan distintas, que han servido de referencia a músicos de varias generaciones con sus trascendentes ideas para interpretar a Bach.

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P. Por insistir en la trascendencia. En la obra de Bach hay más que música. Está la arquitectura que antes mencionaba, pero también la numerología; la perfección matemática llevada al arte.

R. A lo que  habría que añadir el aspecto espiritual y el religioso. Y lo más curioso es que todo ese Bach está concentrado en el Clave bien temperado, algo que no había percibido hasta que me lancé de lleno sobre esta obra, similar a un autorretrato del músico. Están reunidas piezas de la mayor simpleza, como el Preludio en Do mayor junto a otras más sofisticadas y complejas que implican procesos de desencriptado a veces insondables. Ocurre con frecuencia en Bach, que sabe incorporar en diversas arquitecturas estos distintos niveles. Algunas cuyo espacio se correspondería con el terreno religioso, pero que las coloca aquí como si su carácter fuese profano. Eso es algo de lo que más me ha impactado.

 P. ¿Tanto como el modo en que traspone la voz al teclado?

R. Diferentes tipos de voz, incluso: a la italiana, el dúo vocal en el Preludio en Do sostenido menor, las piezas de carácter operático, como el Preludio en Mi bemol menor… Así, hasta llegar a las voces colectivas al antiguo estilo. En su conjunto, El clave … es como una especie de representación del mundo.

 P. ¿La recepción de esta obra es igual en todas las partes del mundo donde la interpreta?

R. En términos generales estoy impresionado, muy feliz, incluso admirado por el grado de concentración de las distintas audiencias durante dos horas de música tan exigente como esta. A veces se crea un silencio absolutamente religioso. Pero, como siempre, no ocurre en todos los casos. Hay distintos grados de aceptación entre el público, aunque la calidad de la audiencia es siempre excepcional.

 P. ¿No se escuchan toses en España?

R. Algunas, pero no durante las piezas. Y en todo caso, menos que en París.

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 P. La modernidad de Bach, aunque no admita el término como tal ¿Le ayuda en su actividad en la música contemporánea?

R. En absoluto. Ni en un sentido ni en otro: tampoco la música contemporánea me ha ayudado a acercarme a Bach. Hablamos de dos épocas distintas y dos modos de hacer música, que no me parece que tengan nada que ver entre ellas.

P. Trabajando, como usted con Ligeti, Kurtag, Boulez, Carter… ha encontrado la verosimilitud del compositor. ¿Cómo se llega a la verdad de Bach?

R. Se persigue, pero no se encuentra jamás. Aunque es posible que a veces lleguemos a aproximarnos un poco (muchas risas).

P. ¿Ligeti será el protagonista de su próximo disco?

R. En su caso estoy centrado en la creación de una página web en la que transmitir todo lo que he aprendido de él. Hablando de su música y sus obras en diferentes niveles para que le sea de utilidad a todo el mundo: desde el público en general o los jóvenes profesionales hasta los pianistas que están empezando y los profesores. He empezado con dos obras, y es un trabajo en marcha enorme, que avanza poco a poco, porque van surgiendo dificultades. Como encontrar el dinero para conseguir los resultados apetecidos o dar con un equipo de personas que puedan dedicarle suficiente tiempo, porque de verdad que se trata de un gran proyecto.

 P. Empezó esta gira en julio del pasado año, cuando expiraba su presencia al frente del Festival de Aldebourgh, en el que parece continúa

R. He prolongado el contrato dos años más, hasta 2016. Tal y como me lo plantearon, no supe resistirme. Y como las cosas están funcionando bien, estoy muy contento de seguir allí.

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 P. El nombre de Pierre Boulez le resulta familiar. El 26 de marzo cumplirá 90 años. Un día antes, usted, en Amsterdam rendirá homenaje al maestro, interpretando su obra para piano junto a Tamara Stefanovich. ¿Qué representa Boulez para usted y para la música en general?

R. Ahí está su obra, de la que queda mucho por hacer todavía para que el contenido de su música sea verdaderamente apreciado. Si el nombre de Boulez es conocido universalmente, su música no lo es tanto. Por eso insisto en ese modelo de concierto con dos pianos, como el de Amsterdam, que conmemorando su 90 aniversario, programé en diez ocasiones en 2014 y otras ocho este año. Comienza con obras de piano solo, que interpretamos alternativamente, para después explicar el significado de cada una. He hecho lo mismo con la obra de Ligeti, porque en ambos casos se trata de un corpus muy reciente de creaciones, en las que es preciso insistir con un trabajo profundo de interpretación.

 P. Tener enfrente a Boulez dirigiendo ¿motiva o asusta?

R. Motiva al mil por ciento. Porque se trata de alguien de tanta riqueza artística y tan comprometido, que ha desarrollado un extraordinario sentido del trabajo en equipo. Alguien con un sentido extraordinario del humor y un respeto profundo por cada uno de los seres humanos que a todos los niveles se alistan en un proyecto con él. Además de una absoluta modestia que yo calificaría de humildad. Y esto, claro está que te marca en la vida. ¡Ha hecho y ha dado tanto!. Con inteligencia, para que los demás comprendan y aprendan. Siempre ha dicho que no es un pedagogo, a pesar de su genial manera de enseñar, atento siempre a todos los frentes. Con esa intensidad que irradia, es pedagogo en los ensayos, en los conciertos y en cada gesto de la vida.

 P. ¿Se siente igual cuando le dirige su propia música que la de Stravinsky, por ejemplo¿. ¿Cómo lo prefiere?

R. De las dos maneras. Pero naturalmente que cuando dirige su música, es único. Porque en ese caso se trata de la verdad, al ser él la música. Frente a la de otros, es inmenso como intérprete y como director. Lo que más deslumbra son su orden y la definición de sus interpretaciones, que, se tiende a creer, no dejan espacio para nadie que esté ante él. Sin embargo, yo siempre he experimentado la sensación opuesta: que es alguien que a quien tiene enfrente le permite expresarse con extraordinaria libertad. Tengo recuerdos al respecto, que servirían como ejemplo. La Suite Opus 29 de Schönberg, sin ir más lejos. El proporciona todo aquello que se precisa: marco, forma, estilo, equilibrio… Tu sólo tienes que manifestarte en todas la dimensiones, porque el te brinda todo el espacio y la importancia. Personajes así, son muy escasos.

 P. Ha contado que en casa de Messiaen se escuchaba mucho Albéniz

R. Es cierto. Porque así era.

P. ¿Cuando, entre su amplísimo repertorio, incluirá música de este compositor español?

R. Lo he interpretado, porque adoro todas las partes de Iberia. Esta obra, que es impecable, y muy exigente en cuanto a estilo, escuchada en manos de Alicia (de Larrocha) es una de las grandes cimas del piano. He tocado tres de los cuadernos, y espero tener suficientes años aun como pianista para concluir la integral. Por ahora, estoy muy contento explicando esta composición en mi cátedra de Colonia, donde tengo un estudiante francés magnífico, descendiente de peruanos. Se llama Lorenzo Soulès, y ha tocado toda la Iberia, que estudió con Alicia de Larrrocha. Una de las ventajas de la enseñanza es poder participar escuchando, o hacer que otros toquen bien aquello que a ti no te da tiempo. Ese milagro existe.                                      Juan Antonio Llorente

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