Ainhoa Arteta, cita comprometida
Ainhoa Arteta, cita comprometida
Obras de Liszt, Palomo, León, Ovalle, Lacerda, Granados y Obradors. Ainhoa Arteta, soprano y Roger Vignoles, piano. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 10 de diciembre de 2018.
No han tenido mucha suerte, salvo alguna excepción, los cantantes españoles que han participado en el ciclo de lied del CNDM y el Teatro de la Zarzuela. Tampoco es algo que deba extrañar, ya que el lied es un género bien diferente a la ópera o la zarzuela y precisa de una forma distinta en el canto. Bien lo sabe, por poner un ejemplo, todo un Plácido Domingo que nunca ha ofrecido un recital de este tipo. Por algo será.
El Teatro de la Zarzuela ofrecía un lleno total, porque Ainhoa Arteta tiene mucho gancho en las taquillas y se habían acercado muchas personas ajenas al mundo del lied. Fue bien patente por el concierto de toses, algo nada habitual en el ciclo más respetuoso en este sentido junto con el de cámara.
Para Ainhoa Arteta era una prueba de fuego y no tengo muy claro que ella y Antonio Moral acertasen con el programa. Demasiada complicación: media docena de idiomas y hasta un estreno. El CNDM encargó a Lorenzo Palomo unas canciones con motivo del XXV aniversario del ciclo. Se abrió la velada con los “Tres sonetos de Petrarca” de Liszt, que la soprano abordó echando el resto, como si se tratase de una ópera el “Paz no encuentro…” y demostró hallarse en plena madurez. Exhibió su bella voz con un vibrato personal, derrochó caudal, graduó dinámicas y manejó con habilidad las medias voces y los pianos. Siguió con el citado estreno que, aunque trabajado, habría necesitado aún más. Palomo es, como dijo alguien a mi lado, un compositor al que se le puede escuchar. Sin embargo estas cinco canciones en cinco idiomas eran un reto para autor e intérprete. Cinco canciones que, en palabras de Palomo, buscaron una correspondencia con otros tantos escenarios que cautivasen por su belleza y también sencillez. Se aplaudieron, pero bastante público no volvió a la sala tras el descanso. Buena parte era público no habitual del lied que se esperaba otra cosa y otra parte eran habituales del lied que querían lied con mayúsculas.
Afortunadamente para los que se quedaron hubo una segunda parte de carácter bien distinto y en el que Arteta ya se movió con desenvoltura, sin apenas partituras. Cantó bien las piezas brasileñas y también a Granados y Obradors, volviendo a lucir la caricia de las medias voces y una entrega total. “La canción de Paloma” de “El barberillo de Lavapiés” y “Morgen” de Strauss cerraron la comprometida cita. Gonzalo Alonso
Qué pena por el público no haber sido agraciados finalmente con un Vissi d’arte, una Saeta o alguna de Serrat por parte de la protagonista… este país se va a la m…., líricamente hablando