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Por Publicado el: 23/09/2012Categorías: Crítica

ALICANTE, EXCELENTE INAUGURACIÓN, CASI IMPREVISTA

EXCELENTE INAUGURACIÓN, CASI IMPREVISTA

28 Festival de Música de Alicante
Obras de Messiaen, Torre, Takemitsu, C. Halffter, Sánchez Verdú y Bernstein. Orquesta Nacional de España. Dir.: Rubén Gimeno. Auditorio de la Diputación de Alicante. 21-22, septiembre, 2012.

Los tiempos de crisis no perdonan nada y el, antaño, Festival de Música Contemporánea de Alicante –creado por Tomás Marco en 1985-, desde hace tres campañas Festival de Música a secas, parecía en la primavera de este 2012 llamado a la consunción, pero el esfuerzo de las autoridades locales y la voluntad de personalidades varias dentro del Ministerio de Cultura (José Luis Turina, Antonio Moral, Francisco Cánovas, el ya ex-gerente de la ONE Ramón Puchades, y Rosa Molleda en la coordinación) han conseguido que Alicante, edición 28, no muriera e incluso presentara una programación magnífica, dentro de recortes financieros obviamente sustanciales. Por ende, la urbe levantina inauguró el pasado año uno de los mejores auditorios de música españoles, el de la Diputación Provincial, obra del arquitecto Juan Antonio García Solera, dotado de recursos técnicos espectaculares y con dos salas, sinfónica y de cámara, de espléndida acústica. El nuevo edificio ha atraído, además, a un público remozado, joven y entusiasta.
Como en la edición 2011, la versátil y no menos vigorizada Orquesta Nacional inauguró la muestra, dando doble oportunidad a un joven maestro, Nacho de Paz el año pasado, Rubén Gimeno (Valencia, 1972) en este. No hay que perder de vista a este músico, que se preparó con rigor dos conciertos fuera del repertorio habitual, con un estreno absoluto, la “Elegía concertante” del bilbaíno Joseba Torre (1968): en este obra, el compositor trenza un persistente diálogo entre grupos y solistas de la orquesta, hilvanado por las voces de dos saxos enfrentados antifonalmente en el conjunto, una partitura cargada de fuerza, pero dotada de un lirismo que el propio autor establece como “punto de partida”.
El alfa y omega del catálogo de Olivier Messiaen, “Las ofrendas olvidadas” de 1930 y el “Concierto a cuatro” de 1991, se unían en brillante acierto de programa, y Gimeno las tradujo con rotunda devoción, secundado en la última por tres excelentes primeros atriles de la ONE –Sotorres en la flauta, Silla al oboe y Quintana con el violonchelo- y el incansable Juan Carlos Garvayo como proteico pianista. “De ecos y sombras” del Cristóbal Halffter fue estrenada en 2009 por la propia Nacional y la palpitante energía de la pieza sigue intacta. “Alqibla” (1998) de Jose María Sánchez Verdú, que oscila entre el susurro –de los propios instrumentistas- y la contundencia orquestal, es página repetidamente programada en el extranjero, pero en Alicante recibía su segunda interpretación española. Gimeno arrebató a la audiencia ese segundo día con la obra más “vieja”, la “Sinfonía nº 1, Jeremías” de Leonard Bernstein, expuesta con pasión arrolladora. Alicante 28 no ha podido venir mejor al mundo… aunque muchos se lo temían nonato. José Luis Pérez de Arteaga

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