Alvarez, Camarena y Moreno brillan en Rigoletto
RIGOLETTO (G. VERDI)
Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 29 Marzo 2017.
Estas notas corresponden al primer reparto programado. El resultado ha sido bueno, repitiendo producción y dirección musical, mientras que el reparto vocal ha sido brillante en la parte masculina y menos en la femenina.
Nada hay que añadir a lo dicho el día anterior sobre la producción escénica de Monique Wagemakers (más abajo).
La dirección musical de Riccardo Frizza también ha estado en línea con la del día anterior, algo más lenta.
El nuevo protagonista, el jorobado Rigoletto, ha sido encarnado de manera brillante por Carlos Álvarez, a quien he encontrado plenamente recuperado vocalmente de sus problemas de hace un tiempo. La voz es adecuada, con volumen suficiente, cantando con entrega y matices.
Gilda era la soprano italiana Desirée Rancatore, a quien he encontrado peor vocalmente que hace un tiempo y desde luego claramente inferior a Maria José Moreno en el segundo reparto. Hay signos de fatiga vocal por arriba que no existían hace un tiempo.
La gran atracción de este Rigoletto era el debut de Javier Camarena en la parte del Duca di Mantova. El mejicano estuvo brillante por arriba, con voz bella y adecuada y cantando con gusto, destacando en las notas altas. El punto más débil de su canto está en las notas bajas, que resultan un tanto insuficientes.
Ante Jerkunica dejó una buena impresión como Sparafucile, notablemente mejor que Enrico Iori el día anterior.
Ketevan Kemklidze fue una adecuada Maddalena tanto vocal como escénicamente.
El resto de personajes secundarios repetían actuación. Gianfranco Montresor fue un decepcionante Monterone, con voz muy poco amenazadora. Cumplió Gemma Coma-Alabert como Giovanna. Correctos Toni Marsol en Marullo y Josep Fadó en Matteo Borsa. Los Ceprano fueron cubiertos por Xavier Mendoza y Mercedes Gancedo. Yordanka León fue un Paje inaudible.
El Liceu ofrecía una ocupación de alrededor del 95 % de su aforo. El público se mostró cálido con los artistas, siendo las mayores ovaciones en los saludos finales para Carlos Álvarez y Javier Camarena, en este orden.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 35 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 1 minuto, es decir 3 minutos más que el día anterior. Seis minutos de aplausos.
La localidad más cara costaba 270 euros. Las butacas de platea costaban entre 145 y 189 euros. La localidad más barata con visibilidad costaba 51 euros.
Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 28 Marzo 2017.
Estas notas se refieren al segundo de los repartos programados. Quizá habría que decir tercero, ya que hubo una representación especial con la presencia de Leo Nucci. La representación se ha movido por caminos de corrección, con una producción escénica extraña y de escaso interés, una dirección musical sin mucho brillo y un reparto vocal un tanto modesto, en el que destacó Gilda.
Volvía al foso del Liceu el director italiano Riccardo Frizza tras su paso por el teatro la temporada pasada dirigiendo I Capuleti de Bellini. Su dirección se ha movido por caminos de corrección, aunque no haya tenido mucho brillo. Es un director solvente y ofreció lo que normalmente se puede esperar de él, con tiempos un tanto lentos en más de una ocasión. Correctas las actuaciones de la Orquesta y del Coro del Liceu.
En este segundo reparto ha sido Rigoletto el barítono catalán Ángel Ódena, que habrá visto cumplido su sueño de debutar la parte del jorobado. Hay una entrevista en el programa de mano a Leo Nucci, en la que dice que interpretar Rigoletto es el sueño de todos los barítonos. Seguramente, así es y de ahí lo de decir que Ángel Ódena habrá visto cumplido su sueño. La actuación del catalán ha sido más matizada que lo que suele ser habitual en sus prestaciones, evitando en esta ocasión hacer alardes de vociferaciones fuera de estilo y lugar. No cabe duda de que la voz es adecuada para estos personajes verdianos y así lo ha vuelto a demostrar. Lo menos convincente fue su primer acto, en el que su voz mostraba un pronunciado vibrato, que fue desapareciendo a continuación. En conjunto se ha tratado de una convincente actuación, sin alardes fuera de lugar.
Lo mejor de la representación fue la actuación de María José Moreno en la parte de Gilda. Cada vez que le veo interpretar este personaje me pregunto por qué esta estupenda soprano no ha hecho una carrera internacional más importante, ya que es difícil encontrar una cantante como ella en este y en otros personajes. La verdad es que me resulta hasta difícil de entender que ella esté en el segundo reparto. Su actuación fue intachable y brillante de principio a fin, con un Caro nome magnífico, de manual.
Debutaba en la parte del Duca di Mantova el tenor italiano Antonino Siragusa y, como era de esperar, su actuación dejó bastante que desear. No es que lo hiciera mal, sino que su voz no tiene ni el peso ni la belleza necesarias para hacer frente a este personaje. Este tenor cumple en óperas de Rossini, pero no en Verdi, donde las exigencias vocales son muy distintas y hace falta un timbre de una calidad que el no tiene.
El bajo italiano Enrico Iori fue un Sparafucile insuficiente en términos vocales. Algo parecido se puede decir de Ana Ibarra en Maddalena, a la que le faltan graves para el personaje. De hecho no es una mezzosoprano.
En los personajes secundarios Gianfranco Montresor fue un decepcionante Monterone, con voz todo menos amenazadora. Cumplió Gemma Coma-Alabert como Giovanna. Correctos Toni Marsol en Marullo y Josep Fadó en Matteo Borsa. Los Ceprano fueron cubiertos por Xavier Mendoza y Mercedes Gancedo. Yordanka León fue un Paje inaudible.
La producción se anuncia como coproducción del Liceu y del Teatro Real, donde pudo verse en el año 2009. si bien su estreno absoluto tuvo lugar en Ámsterdam en el año 2004. La dirección escénica es de Monique Wagemakers. La producción es moderna, colorista y minimalista y se caracteriza por la práctica ausencia de decorados, quedando toda la escenografía en una gran plataforma, movida hidráulicamente, en la que se desarrolla la acción. El otro único elemento escenográfico es una enorme escalera ascendente en la casa de Rigoletto, una especie de escalera de Jacob. Los figurados escenarios a veces resultan un tanto confusos, puesto que es necesario jugar con niveles por encima y debajo de la plataforma. La tendencia actual a las producciones minimalistas tiene muchas veces que ver con la idea de abaratar costes. No es éste el caso que nos ocupa. Michael Levine es el autor de la plataforma. El vestuario de Sandy Powell es vistoso, más o menos medieval, pero con un toque holandés indudable, sobre todo en el coro. Estupenda la iluminación de Reinier Tweebeeke.
Una producción de estas características requiere una gran dirección de actores y esto se consigue en general, aunque no siempre. Es de destacar el papel asignado al coro (todos vestidos igual) que cantan y observan, a la manera de una tragedia griega. La producción resulta original y atractiva desde un punto de vista estético, pero tampoco acaba de convencer. Si estas producciones no consiguen que el espectador entre totalmente en la psicología de los personajes, son trabajos que quedan a medias. Lo cierto es que en producciones mucho más tradicionales el drama se ha podido vivir con mayor intensidad.
El Liceu ofrecía una entrada próxima al lleno. El público se mostró cálido con los artistas durante y al final de la representación. A escena abierta, el Caro nome de María José Moreno fue recibido con entusiasmo. Al final hubo una buena acogida, siendo la triunfadora la soprano española.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 33 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 1 hora y 58 minutos, Siete minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 220 euros, habiendo butacas de platea entre 118 y 154 euros. La localidad más barata con visibilidad costaba 42 euros. José M. Irurzun
Fotos: A. Bofill
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