Andras Schiff, el sentido del matiz
Obras de Mendelssohn, Beethoven, Brahms y Bach. Andras Schiff, piano. Auditorio Nacional. 28 de noviembre de 2017. Grandes Intérpretes de Scherzo.
Mario Muñoz Carrasco hablaba aquí hace unos días de la presencia de Schiff en la inauguración de la Escuela Reina Sofía. Hoy comentamos su actuación en este recital de la Fundación Scherzo, que empezó con una bien coloreada “Fantasía en fa sostenido menor” de Mendelssohn, en la que brillaron el fraseo gentil y las cristalinas escalas y en donde se pudieron apreciar ya el juicioso, nunca excesivo, uso del pedal y la gracilidad, variedad y seguridad del ataque, que quedaron resaltados en esa suerte de movimiento perpetuo que es el “Presto” final, enriquecido en esta ocasión con la seguridad en la reproducción de las fulgurantes semicorcheas.
Esperábamos más concentración, más oscuridad, en el brevísimo “Adagio cantabile” de apertura de la “Sonata nº 24” de Beethoven, que da paso a un “Allegro non troppo” estupendamente articulado en este caso. Sin ningún problema en los cruces de manos del “Allego” de cierre, que tuvo el adecuado espíritu “scherzante”. Muy matizadas las 8 “Klavierstücke op. 76” de Brahms, que fueron tocadas con un bien controlado lirismo, nunca desmedido, siempre en su justo término.
Los claroscuros de la primera, “Capricho en fa sostenido menor”, una partitura que Clara Schumann consideraba “enormemente difícil”, fueron observados con luces muy cálidas, que se volvieron tornasoladas, por ejemplo, en el “Intermezzo en la bemol mayor”, tocado, como se pide, “graciosamente”. Cada una de las piezas fue tratada con el mimo requerido. Las “Fantasien op. 116” del mismo compositor fueron inauguradas por los nada fáciles juegos de manos de la primera, “Capricho en re menor”, dotado de la energía exigida. Delicadísimo encaje en el anhelante “Intermezzo en la menor”, energía desbordante en la “nº 7”, “Capricho en re menor”, en la que el artista potenció el rutilante aire danzable (3/8). Y todo ello sin fallar prácticamente ni una nota.
Coronaba la sesión la soberana “Suite Inglesa nº 6” de Bach, tocada prácticamente sin aplicar el pedal. Ya en esa gigantesca seudo improvisación que es el “Preludio” advertimos la limpieza de los trinos, la claridad de la polifonía y la firmeza del discurso, que tuvo una esplendorosa reproducción de las combinaciones rítmicas de la “Giga”. Schiff se agigantó aún más en los bises: “Concierto italiano” y “Aria” de las “Variaciones Goldberg” de Bach, “La hilandera” de Mendelssohn… Arturo Reverter
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