Angela Denoke, una gran artista
VEC MAKROPULOS (L. JANACEK)
Nationaltheater de Munich. 24 Mayo 2016.
Si el viaje a Dresde tenía como objetivo asistir al inolvidable Lohengrin del pasado Domingo, la continuación a Munich está centrada en la nueva producción de Maestros Cantores, que cuenta con la presencia de Jonas Kaufmann como Walther y la de Kirill Petrenko en el foso. Como complemento a este evento están las representaciones de El Caso Makropulos y Lucia di Lammermoor, esta última con varias cancelaciones. Suele decirse que segundas partes nunca fueron buenas y algo de eso me temo que va a ocurrir en mi estancia en Munich, ya que las noticias que me llegan sobre la nueva producción son muy negativas en cuanto a la parte escénica.
En mi opinión en los últimos 30 años hay dos compositores, cuyas óperas han entrado por derecho propio en el repertorio de los grandes teatros. Y lo han hecho con toda justicia, ya que su calidad es innegable. Me estoy refiriendo al británico Benjamín Britten y al checo Leos Janacek. En lo que a este último se refiere, casi se puede decir que la única de sus óperas que se conocía hace 30 años en esta parte del mundo era Jenufa. Hoy, sin embargo, la presencia del compositor checo es muy normal en las programaciones de los teatros de ópera. Por supuesto, Jenufa y Katia Kabanova forman parte de lo que se puede considerar el gran repertorio, pero otras óperas como Desde la Casa de los Muertos, La Zorrita Astuta o El Caso Makropulos, que ahora nos ocupa, han dejado de ser rarezas en los grandes teatros y escenarios tan tradicionales como el Metropolitan las han incorporado a sus programaciones. En lo que a Vec Makropulos se refiere, bueno será recordar que se pudo ver en el Teatro Real hace ahora 8 años y con la misma protagonista que ahora hemos tenido en Munich. Anteriormente, subió al escenario del Liceu en el año 1999.
El espectáculo escénico ofrecido por la Bayeriche Staatsoper se debe al director de escena húngaro Arpad Schilling y se estrenó en este teatro hace dos años, siendo ésta la primera reposición, aparte de la ofrecida en el Festival de Julio de 2015. La producción narra bien la historia, contando con un escenario giratorio, que permite rápidos cambios de escena en los distintos actos, de modo que la ópera se representa sin interrupción. La escenografía y el vestuario son obra de Marton Agh, siendo la primera un tanto figurativa y bastante simple y eficaz, llevando la acción a los años 20, es decir en la época del estreno de la ópera. El vestuario resulta adecuado y únicamente la protagonista viste modelos actuales, no en balde ella es un ser casi atemporal con sus 337 años de edad. La iluminación de Tamas Banya resulta bien conseguida. La dirección de actores es buena, llamando la atención la escena final, en la que Emilia Marty es objeto de un tratamiento sadomasoquista, que no es fácil de entender como no sea como referencia a las cartas de amor que ella había dirigido a su amante y a las que se refiere Jaroslav Prus.
El director checo Tomas Hanus ha sido quien ha dirigido siempre esta ópera en Munich y lo ha vuelto a hacer, mostrando un gran conocimiento de la partitura y ofreciendo una lectura plena de vida y brillantez. Posiblemente, sea hoy la mejor opción en este repertorio, junto a su compatriota Jiri Belohlavek. A sus órdenes la Bayerische Staatsorchester ofreció una muy buena prestación, con un sonido brillante en todo momento. Bien también el Coro de la Bayerische Staatsoper en su breve intervención.
La protagonista Elina Makropulos, Emilia Marty o cualquiera de los nombres que ella usó a lo largo de sus 337 años de vida, fue interpretada por la soprano alemana Angela Denoke, que triunfara en este personaje hace 8 años en Madrid. Ella ha sido nuevamente la triunfadora de esta representación. Angela Denoke ha sido siempre una artista de una gran intensidad y siempre entregada a los personajes que ha cantado, lo que lógicamente le ha pasado alguna factura en términos vocales, pero sigue siendo una gran artista, que además tenía el hándicap de interpretar el personaje de Emilia Marty tras haberlo hecho en le estreno Nadja Michael, para cuya figura física es evidente que estaba pensada la producción. Lo cierto es que a sus dotes de artista la Denoke une una figura envidiable a sus 55 años de edad y no puede resultar más convincente en escena. Se le nota más apretada que hace unos años, pero sigue siendo una artista excepcional.
El resto de personajes de la ópera tienen muchas menos importancia que la protagonista, que está en escena prácticamente de principio a fin de la ópera.
Jaroslav Prus contó con un intérprete adecuado en el barítono John Lundgren, que ofreció una voz amplia y atractiva. Albert Gregor era el tenor checo Pavel Cernoch, con una voz de no excesiva calidad, pero bien manejada. Bien también el barítono Gustav Belacek como el Doctor Kolenaty. La soprano Rachael Wilson lo hizo bien en la parte de Krista, así como también el tenor Ales Briscein en la de Janek. Gran profesional, como siempre, Kevin Conners como Vitek. La parte del anciano Hauk- Sendorf fue cubierta por el veterano Reiner Goldberg, quien en su día fuera un reputado tenor wagneriano, y que se mostró en buena forma a sus 76 años de edad.
El Nationaltheater ofrecía una entrada algo superior al 80 % de su aforo. El público dedicó una cálida acogida a los artistas, particularmente y con todo merecimiento a Angela Denoke y a Tomas Hanus.
La representación comenzó con 4 minutos de retraso y se dio toda seguida. La duración musical fue de 1 hora y 44 minutos. Ocho minutos de aplausos.
El precio de la entrada más cara era de 100 euros, habiendo butacas de platea al precio de 56 euros. La entrada más barata con visibilidad plena costaba 25 euros. José M. Irurzun
Fotos: Wilfried Hösl
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