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Critica: Pauline García Viardot regresa a Sevilla con "La Cenicienta"
Por Publicado el: 02/01/2025Categorías: En vivo

Año Nuevo con Muti: Centenarios, trenes y guiños en 2025

Año Nuevo con Muti: Centenarios, trenes y guiños en 2025
Concierto de Año Nuevo 2025. Obras de Johann Strauss I, Eduard, Josef y Johann Strauss II, Geiger y Helmesberger. Orquesta Filarmónica de Viena. Director: Riccardo Muti. Musikverein de Viena. 1 de enero

Muti-Viena-Año-nuevo-2025

Muti-Viena-Año-nuevo-2025

Séptima visita de Muti en Año Nuevo a la Orquesta Filarmónica de Viena, en esta ocasión con un repertorio, en líneas generales, más garantista que en otras ocasiones a cuenta de ese segundo centenario del nacimiento del rey del vals, Johann Strauss II. Para qué arreglar lo que no está estropeado. Las composiciones de Johannn Strauss hijo, dentro de su estilo, son las mejores. Durante los últimos años las novedades en un canon tan establecido como este han formado parte de los alicientes, pero la Filarmónica ha contrarrestado esta escasez de nuevas músicas en la presente edición con dos elementos: la incorporación en el programa de una obra de Constanze Geiger, la primera compositora incluida en este concierto tradicional en sus 85 años de historia, y la llamada a filas de Muti, curiosamente uno de los mejores —a pesar de su seriedad—“valseadores” de las últimas dos décadas. La presencia de Muti tiene también un punto de agradecimiento: su última visita fue en el año nuevo de la pandemia (2021), aquel donde el concierto más festivo se convirtió en una triste ironía a sala vacía. Un vals sin cabeceos por parte del público no es nada. Aquí el reencuentro buscado entre el público y el director napolitano (con sus espectaculares 83 años) se atuvo a lo previsto: largos aplausos, ovaciones fuera de la medida escaleta vienesa y una obvia mirada de complicidad con una orquesta a la que ya ha dirigido más de 500 veces.
En realidad, uno de los puntos fuertes de Muti en Viena es, precisamente, la capacidad de convertir esa complicidad con los músicos en fraseos más flexibles, y hacer del vals una herramienta de evocación más potente de lo que en un primer momento pudiera parecer. Así ocurrió poco después de empezar el concierto, con Golondrinas de un pueblo de Austria, op. 164, donde se lució esa retórica sencilla del viento-madera y los bellos solos de clarinetes y flautín, que acabaron de dibujar la extraña mezcla que anima esta música, entre la media sonrisa y la melancolía. Durante toda la primera parte hubo un esfuerzo patente por subrayar la fluidez de las líneas melódicas y contrapesarlas con la vista de pájaro que aplicó Muti a lo rítmico, con acentos marcados en los ataques de los contrabajos y poco sentido del humor. Hay un tejido dramático que Muti pretende conferir a esta música que en ocasiones encaja magníficamente, como en Vino, mujeres y canto, op. 333 o la obertura de la opereta El barón gitano, por más que en algunas polcas más ligeras, como Aireado y perfumado, op. 206 o Tritsch-Tratsch, op. 214 se pierda ese punto de inmediatez y superficialidad bien entendida que revolotea entre los compases.
En esta idea de los hilos temáticos múltiples, también había conmemoraciones ferroviarias en el concierto, y Aceleraciones, op. 234, sin ser la prodigiosa Pacific 231 de Honegger, ejerció de magnífica anfitriona y síntesis sonora del homenajeado tren. Se puso especial cuidado en la lectura de los compositores ajenos al estricto “straussismo”, como Hellmesberger (hijo) y en particular el tan comentado estreno de Ferdinandus-Walzer, la pieza de la genial Constanze Geiger llamada a calmar los ánimos alrededor de las dificultades de la Filarmónica a la hora de modernizarse. Sin ser una composición brillante —como le ocurre a buena parte de las otras del concierto, por otra parte—, Muti sacó juegos y matices hermosos y una lectura más que digna para una música que, en palabras del director, estaba ahí exclusivamente por su calidad.
Con todo, lo más interesante de esta segunda parte anduvo en la excepcional sección de violonchelos de la Filarmónica, con sus intervenciones en el vals Transacciones, op. 184, profundo y elegante a cuenta de los extremos en las gradaciones dinámicas que propuso el maestro italiano y esa forma de fraseo tan trabajada donde se pospone la expectativa melódica. Las propinas tuvieron su punto informal, con el Danubio más intenso que lírico, Muti dirigiendo con las manos y haciendo callar al público para el brindis, y una Marcha Radetzky cómicamente acentuada y acompañada en los trinos.
Para el año que viene se estrenará Yannick Nézet-Séguin, el director canadiense titular de la Philadelphia Orchestra y de la Metropolitan Opera House, que lleva en realidad quince años dirigiendo aquí y allá a la Filarmónica de Viena. Nézet-Séguin tendrá 50 años en el momento de dirigir el concierto. Ha comentado Daniel Froschauer, el presidente de la Filarmónica, que es una apuesta por las batutas más jóvenes. Pues eso. Mario Muñoz Carrasco

Conciertos Año Nuevo en Viena

Un comentario

  1. Rafael Gordillo 02/01/2025 a las 14:52 - Responder

    Muti, siempre un grandísimo director, me ha parecido en esta ocasión mucho más flexible que en otras ocasiones. La vejez bien llevada que va dejando atrás rigideces “toscaninianas” que, en mi opinión, lastraban bastantes de sus grabaciones. Y con una forma física envidiable para sus 83 años. Ojala nos siga deparando más sorpresas.

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