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Por Publicado el: 25/10/2021Categorías: Colaboraciones, Noticias

Ante el día mundial de la ópera

Vive la ópera

Celebra hoy su Día Mundial con actos en los más importantes teatros del planeta y con la vista puesta en un futuro que, según el lema de este año, “Reboot” (renacido), ha de ser sostenible, integrador y con oportunidades para los jóvenes que empiezan en este mundo. Larga vida a un arte total que lleva cumplidos cuatro siglos.

Cuatrocientos años tiene. Y aún hay, y seguirá habiendo, agoreros profesionales que escriban que la ópera, ese género que es total, tiene los días contados. Suena a la endémica crisis del teatro, a la mala salud de hierro de la pintura, al pie cambiado de la danza. Y ahí continúan. Monteverdi a buen seguro contempla con regocijo, allá donde esté, el devenir de una de las grandes artes que hoy celebra su Día Mundial. Un día que son todos y que cuatro siglos después está vivísimo. 

La ópera, como cualquier muestra cultural, se ha adaptado a su tiempo y es hija de él. Sus argumentos continúan siendo los de siempre: el amor, los celos, la envidia, el sufrimiento…, sentimientos universales hoy cuando se andaba por las calles en carruaje. La música está ahí, imperecedera en batutas y atriles. Los cantantes han pasado el testigo unos a otros. Y la escena es la que más ha cambiado. Al escenario se han subido directores de cine y teatro con propuestas arriesgadas, entendidas unas veces y otras discutidas hasta la extenuación. La “Carmen”, por ejemplo, que se puede ver ahora vía “streaming” en el escenario de la Ópera Nacional de Tokio tiene en su protagonista, que encarna Stéphanie d’Oustrac a un trasunto de Amy Winehouse. Tal cual, con cardado incluido y vestida de rojo por Carles Ollé.

Hija de su tiempo y prima hermana de su momento. Se dice que ha de abrirse a todos los públicos y que las minorías tienen que encontrar su sitio dentro de ella, y no precisamente ahormado con calzador. El Metropolitan, cerrado durante un año y medio por la pandemia y con importantes problemas sobre la mesa del intendente Peter Gelb, ha programado la primera ópera de un compositor negro en la historia del coliseo, “Fire shut up in my bones”: una pieza compuesta por un negro, el inmenso Terence Blanchard, sobre una biografía de Charles Blow, negro también, y cantantes de piel negra en sus papeles protagonistas. “El Met hace historia” leíamos en grandes titulares semanas atrás. Efectivamente la ha hecho tras 138 años de vida y 300 títulos después de levantar el telón por primera vez. Hasta en Harlem se pusieron sillas para que el público, mayoritariamente negro, pudiera verlo a través de gigantes pantallas. Cantantes de primera fila como los afroamericanos Angel Blue o Lawrence Brownlee son habituales en la programación del Met. La Ópera de San Francisco ha fichado, por ejemplo, a la primera directora de orquesta asiática, coreana nacida en Seúl, como titular de su foso, Eu Sun Kim, que cuando empezó su carrera y primeros pasos en varios países de Europa era un caso aislado. Ya no está sola.

Carmen-Tokio

La Carmen de Ollé guarda un parecido más que razonable con Amy Winehouse

Vivir en un mundo real

La ópera renacida es el lema de este día de celebración: los teatros de todo el mundo han vuelto a abrir sus puertas y levantar sus telones. En España se vivió la pandemia y se paró cuando otra situación era impensable; sin embargo, los teatros arriesgaron y decidieron continuar ofreciendo cultura en directo, guardando escrupulosamente todas las medidas sanitarias. Del suelo del Real con su cuadrícula de 2 metros por 2 metros señalada en rojo de “La traviata” histórica de julio de 2020 se pasó meses después a una puesta en escena como los de antes de la COVID. La ópera “on line” permitió durante los meses más duros del pasado año gracias a las pantallas tener desde el salón de casa un lugar en el patio de butacas de La Scala, la Staatsoper, el Metropolitan o la Ópera de Washington (que ha soliviantado los ánimos del colectivo hindú con la programación de una versión de “Lakmé”, de Delibes considerada como demasiado “folclórica” y “escasamente profunda y enraizada en la cultura a la que lejos de ensalzar ridiculiza”; veremos cómo acaba el experimento, pues se ha solicitado que se elimine del cartel, en tiempos de susceptibilidades a flor de piel). Permitió, decíamos, que siguiéramos conectados, pero la frialdad digital nada tiene que ver con el calor del público. Podrán convivir, por supuesto, y deberán hacerlo, pero no podrán imponerse las retransmisiones vía ordenador o móvil. Nos remitimos a las palabras de Álex Ollé, artista residente esta temporada en el Liceu: “Podemos vivir en un mundo virtual…, pero preferimos el real”.

Para evidenciar ese “renacimiento” (reboot” es el término inglés) uno de los actos tendrá como protagonista a la barítono Lucia Lucas, primera cantante de ópera transexual en pisar un coliseo lírico y que dará voz a las mujeres afganas. La durísima situación que vive Afganistán no es ajena a la cultura, un país que vuelve a estar en las férreas manos talibanes: “Creemos que la música es un lenguaje universal, entendido por todos los pueblos, capaz de hablar al corazón de todos, expresando y dando voz a las emociones de todos. Con motivo del Día Mundial de la Ópera, Opera Europa y ECHO invitan a todos los lugares de actuación a comprometerse: llevar la música y los músicos afganos a sus escenarios siempre que sea posible; y ofrecer apoyo y visibilidad a proyectos que estimulen la difusión, composición, interpretación y formación de músicos afganos”, se lee en el encabezamiento de una carta firmada por los principales teatros de ópera del planeta. Una ocasión perfecta para ver y escuchar “Unknown, I Live With”, inspirada por los poemas escritos por mujeres que viven y sufren la realidad de Afganistán y a los que ha dado forma Krystian Lada.

Verdi, Rossini, Donizetti y la inclusión

Una muestra de que la ópera vive las tendencias sociales del día a día es el compromiso hecho público por la el primer teatro de ópera británico hace unos meses por el cual se compromete a reexaminar  las obras que se representen de ahora en adelante para asegurarse de tengan en cuenta las sensibilidades contemporáneas, relativas sobre todo a cuestiones étnicas y al papel de la mujer. Así, tanto la puesta en escena como el reparto y el vestuario serán revisados conforme a estos principios. De este modo, el Covent Garden se compromete a no requerir que los artistas compartan la etnia de los personajes que interpretan, renunciando a emplear maquillaje que sugiera o enmascare el orígen étnico de cada intérprete. Otello, pués, no tiene que tener el rostro pintado de negro.

Que nadie se alarme que los teatros de Europa, Latinoamérica y Norteamérica presentarán en esta celebración montajes de referencia, títulos señeros y también la oportunidad de ver elencos de jóvenes llamados en los próximos años a copar la programación, pues son la savia nueva. En la temporada del año I d. P., el primero después de la pandemia, “La cenerentola” de Rossini ha inaugurado el curso en el Teatro Real, Britten se pasea con el imponente “War Requiem” por el escenario del Liceu (que dio el pistoletazo de salida con Strauss y “Ariadna en Naxos” en septiembre), Verdi abrirá la Scala, fiel a tradición, el 8 de diciembre día de San Ambrosio, con el “Macbeth”, la Ópera de Viena ha confiado en una nueva producción rossiniana de “El barbero de Sevilla” su presente temporada, “Rigoletto” tomaba las tablas de la Royal Opera House con Verdi a la cabeza y “Le elissir d’amore”, de Donizetti, celebraba una nueva estación en la Ópera Nacional de París. Los maestros italianos, pues, siguen llevando la batuta, al menos en el Viejo Continente. Feliz Día Mundial de Ópera. Pero no olvidemos que hay mañana, pasado… Gema Pajares

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