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Por Publicado el: 10/10/2009Categorías: Cartas

Asesinatos musicales

Estimado Beckmesser:

El lamentable y censurable episodio de la censura del libreto de Roger de Flor por motivos de política rastrera ha provocado protestas, censuras y rasgamiento de vestiduras en diversos ámbitos de la ciudadanía. ¿Podemos deducir de ello que existe una conciencia general de respeto a la integridad de las obras de arte? No me atrevería a afirmarlo con demasiada rotundidad.
A raíz del ruin incidente actual no estará de más recordar un episodio parcialmente similar ocurrido hace diez años con otra obra de Chapí, su última ópera, Margarita la tornera. Para su reposición en el Teatro Real en diciembre de 1999 el ICCMU encargó la revisión de la partitura a José Luis Turina, que hizo un trabajo perfecto. Hasta ahí iba todo muy bien, pero los responsables del montaje “real”, principalmente el director de escena, Sr. Sagi, y el tenor protagonista, Sr. Domingo, consideraron necesario efectuar algunos cortes en la partitura. No me refiero a cambios de palabras en el libreto, cosa que también hizo en cada representación el Sr. Domingo por trabajo insuficiente, sino a soberanos cortes de bloques y escenas de diversa longitud que redujeron la duración de la obra en unos cuarenta minutos. Algunas de las escenas omitidas constituyen momentos centrales en la partitura. No recuerdo que los responsables de la producción explicasen en aquel momento las razones que apoyaban sus recortes, ni que los críticos o los espectadores expresasen protesta alguna por las inmotivadas censuras. Ítem más: la SGAE, a través de la Fundación Autor, aportó la subvención acostumbrada, RTVE publicó en disco el testimonio del evento y, en definitiva, cada cual prefirió mirar para otro lado antes que crearse incómodos problemas. Mientras, el pobre don Ruperto no tuvo quien lo defendiera. En resumen, los sacrosantos derechos de autor fueron alevosamente pisoteados por todos, incluidos los encargados de su salvaguarda.
La historieta parece una aplicación práctica de la famosa novela de Agatha Christie Asesinato en el Orient Express (1934), casi contemporánea de la ópera de Chapí (1929). Hay crímenes con culpables múltiples, cada uno de los cuales tiene sus motivos para asestar una puñalada a la víctima y, ya puestos, sacar tajada.
Un cordial saludo.
JJR

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