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Por Publicado el: 21/08/2017Categorías: En vivo

Perianes en Ayamonte, en el camino de los Proms

Ayamonte, en el camino de los Proms

33 Festival Internacional de Música Ciudad de Ayamonte. Programa: Obras de Saint-Saëns (Concierto para piano y orquesta número 2, en sol menor, opus 22) y Mendelssohn-Bartholdy (Sinfonía número 4, “Italiana”). Javier Perianes (piano). Orquesta del Festival de Ayamonte. Director: Manuel Hernández Silva. ­Lu­gar: Ayamonte (Huelva), Patio de la Jabonería. Entrada: Alrededor de 400 personas. Fecha: Viernes, 18 de agosto de 2017.

Quiso Javier Perianes hacer escuchar a sus paisanos onubenses de Ayamonte el Segundo concierto para piano y orquesta de Saint-Saëns unos días antes de tocarlo en los Proms de Londres -el 22 de agosto- junto a la Sinfónica de la BBC y Sakari Oramo. Y lo ha hecho en el veterano y consolidado Festival de Ayamonte, en el marco excepcional del Patio de la Jabonería, en una noche en la que la belleza evocadora del marco incomparable se fusionó con la fragancia de la brisa del mar, aquí desalinizada por el Guadiana. Bordó el artista de Nerva una versión cargada de intensidad, lirismo y aromas románticos. Es difícil imaginar una visión más redonda de este concierto cargado de reminiscencias bachianas, franckianas e italianas. La interpretación se redondeó con el atento y cómplice acompañamiento brindado por Manuel Hernández Silva, un maestro con el que el ya universal pianista onubense mantiene especial sintonía.

Desde los primeros compases en solitario del movimiento inicial, se palpó el calado pianístico y expresivo de una realización que concilió su excepcional factura virtuosística con un entendimiento expresivo de tanta hondura como naturalidad. Nada fue artificioso, y todo cobró relieve y razón. Hay que recurrir a colosos como Rubinstein, Sokolov o Ciccolini para encontrar una versión de tanta solera y enjundia. El perfecto equilibrio entre los tres tiempos, desde el Andante inicial hasta el italianísimo Presto final en forma de tarantela, y la atención al detalle, a cada giro melódico, al cuidado entramado armónico, cargaron de interés, atractivo y fantasía los intensos pentagramas compuestos por Saint-Saëns en 1868, en apenas tres semanas.

El público del festival ayamontino, fundado por el inagotable pintor Florencio Aguilera hace ya tres décadas, siguió cada detalle del concierto en asombroso y ejemplar silencio. Rara vez se disfruta en España de un público tan callado y atento. Algo a lo que, con seguridad, contribuyó la efectiva “guía perfecta para conseguir el mayor placer, oyendo la buena música en el bellísimo marco del Patio de la Jabonería” que se entregó a los espectadores al inicio del concierto y a la que debieran recurrir muchas salas de postín y relumbrón. Perianes cerró tan triunfal actuación con el regalo fuera de programa de una preciosista y brillantemente dicha Danza del fuego de Falla que acabó por caldear aún más el entusiasmo del ejemplar público.

En la segunda parte, muy finamente hilvanada con los aires italianos que habitan el final del concierto de Saint-Saëns, Hernández Silva y los miembros de la orquesta titular del festival, cuajaron una brillante y luminosa Sinfonía Italiana de Mendelssohn-Bartholdy. Hernández Silva, que se mueve en el repertorio clásico y romántico centroeuropeo como pez por el agua, hizo gala de su reconocida maestría con una lectura translúcida y radiante, plena de vitalidad y de esa fascinación sureña que tanto encandiló al compositor hamburgués en sus viajes por Italia. La orquesta festivalera entregó lo mejor de sí bajo las manos expertas del director venezolano, y lució bien la calidad sobresaliente de algunos de sus atriles y profesores. La gran noche veraniega se cerró con el Mozart transparente y arrollador del final de la Sinfonía Haffner. ¡Bravo! Justo Romero

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