Balance feliz
Balance feliz
Finalizó a lo grande la última edición del Festival de Música de Canarias. Nada más y nada menos que con la Filarmónica de Berlín y su titular, Simon Rattle, en su única actuación en España. Estas orquestas se presentan normalmente en giras y la exclusiva canaria ha supuesto un aldabonazo para el Festival que será difícil repetir. Pero además se consiguió que no viniesen con el Coro de Rias de Berlín sino con el Orfeón Donostiarra. El encuentro con la “resurrección” de Mahler probablemente signifique la resurrección de la colaboración entre berlineses y vascos, dada la enorme satisfacción mutua con la que concluyeron sus dos conciertos. El de Las Palmas fue grabado y posiblemente se edite para un círculo reducido relacionado con el Orfeón a finales de año, en su 110 aniversario. Esta onomástica coincidirá con los diez años de vida del nuevo Teatro Real y ambas instituciones lo celebrarán con un concierto en el propio teatro el próximo octubre.
El fin de fiesta ha supuesto un hito, pero no ha sido la única cita para el recuerdo, puesto que se logró una más que notable versión de “Tristán e Isolda” a cargo de Semyon Bychkov con la Orquesta WDR de Köln y tampoco pueden dejar de resaltarse los conciertos de Thielemann con la Filarmónica de Munich o el “Réquiem de guerra” de Britten con Victor Pablo y la Sinfónica de Tenerife en la sesión inaugural. Una muy buena edición, tanto desde un punto de vista artístico como organizativo, con un inicio quizá excesivamente “culto” pero con taquilla animada, que sin embargo no alcanzado en la península el eco de otras dada la penuria crítica comentada la semana pasada. Una lástima, pero ello no debe llevar al desánimo al responsable del Festival sino a todo lo contrario: a crecerse para lograr una aún mejor XXIV edición, en la que otro “Réquiem”, esta vez el verdiano, con Muti y un concierto de Bartoli supondrán algunas de las citas de mayor reclamo. Y bueno será abrir el espectro estilístico y reducir la excesiva presencia de figuras de las que los canarios ya disfrutan el resto del año.
Gonzalo Alonso
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