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Por Publicado el: 25/10/2017Categorías: En vivo

Liceo: Críticas de 1º y 2º reparto de Ballo in maschera

Más abajo tienen la crítica de los dos repartos. La primera, del primer reparto, es de un día posterior a la segunda.

Un Ballo in Maschera (G. Verdi). Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 24 Octubre 2017.

Liceu: triunfo de Beczala y Carlos Álvarez

Se trata del reparto titular de estas representaciones, cuyo resultado ha mejorado de largo al del día anterior en la parte vocal, en lo que ha tenido que influir notablemente el hecho de que haya habido cancelaciones de última hora. Efectivamente, al empezar la representación compareció en el escenario la directora artística del Liceu, Christina Scheppelmann, para anunciar que Marco Caria no se encontraba en condiciones y que habían conseguido que le sustituyera Carlos Álvarez, lo que fue recibido con una gran ovación. También anunció que Elena Sancho Pereg no podría cantar y sería sustituida en la parte de Oscar por Ekaterina Tretyakova.

Nada hay que decir de nuevo respeto de la producción de Vincent Boussard, que sigue siendo igual de deficiente. No sé qué ha podido ver la dirección del Liceu en esta producción para traerla a Barcelona.

Repitió su buena dirección el maestro Renato Palumbo.

Piotr Beczala

Riccardo fue una vez más el tenor polaco Piotr Beczala, uno de los cantantes más elegantes y de voz más bella de la actualidad. Su actuación fue francamente buena a lo largo de toda la representación, especialmente en el dúo con Amelia del segundo acto y en su escena que precede al baile de máscaras, donde rayó a gran altura.

Keri Alkema sustituyó a la inicialmente anunciada Ekaterina Metlova en la parte de Amelia. Curiosamente, fue ella quien interpretara este mismo personaje en el estreno de esta producción en Toulouse. Esta cantante estaba centrada hasta hace no mucho en el repertorio de mezzo soprano, habiéndose movido recientemente a la cuerda de soprano. Tiene una voz amplia y bien timbrada, aunque resulta un tanto impersonal. Lo mejor de su actuación fue la interpretación del aria “Morrò, ma prima in grazia”, en la que matizó y expresó muy bien. El “Orrido campo” fue menos interesante. Se notan algunas tiranteces en la parte de arriba.

Carlos Álvarez

Carlos Álvarez ya había cantado la parte de Renato en las dos primeras funciones de este ciclo en Barcelona y ha sido un lujo poder contar con él en esta sustitución de última hora. Estamos ante uno de los mejores barítonos verdianos de la actualidad, si es que no es el mejor de todos ellos. Brilló con luz propia en el personaje, aunque me dio la impresión de que no se encontraba en su mejor estado vocal. En cualquier caso fue un lujo.

La veterana (65) Dolora Zajick fue Ulrica y, aunque su voz no es la más adecuada para el personaje, quedó notablemente mejor que su colega de ayer. Mantiene una voz todavía bien timbrada, aunque no es comparable con la de hace unos 10 años, brillando por arriba, mientras que queda corta en las notas graves.

Como digo más arriba la donostiarra Elena Sancho Pereg canceló a última hora y fue sustituida en la parte de Oscar por Ekaterina Tretyakova, que repitió su buena actuación del día anterior.

En los personajes secundarios repetían Damián del Castillo como un sonoro Silvano, así como los conspiradores Tom y Sam, nuevamente interpretados por Antonio Di Matteo y Roma Ialcic, respectivamente. Joan Prados fue un modesto Juez.

El Liceu ofrecía una ocupación de alrededor del 90 % de su aforo, estando los mayores huecos en las localidades de visibilidad reducida. El público se mostró mucho más cálido que el día anterior, dedicando bravos a escena abierta a Piotr Beczala y a Carlos Alvarez en sus intervenciones. En los saludos finales ellos fueron también los más ovacionados.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 59 minutos, incluyendo dos intermedios. Duración musical de 2 horas y 7 minutos. Seis minutos de aplausos.

El precio de la localidad más cara era de 270 euros, costando las butacas de platea entre 143 y 213 euros. La localidad más barata con visibilidad costaba 51 euros. José M. Irurzun

Ballo en el Liceu: destacó la inexpresividad

Un Ballo in Maschera (G. Verdi). Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 23 Octubre.

Vuelve Un Ballo in Maschera al Liceu tras una ausencia de 17 años. Muchos todavía recordarán aquellas representaciones que levantaron auténtica polvareda y escándalo a nivel nacional, debido a los excesos de Calixto Bieito en su producción.

Esta vez no ha habido escándalo, sino una representación anodina como poca veces, con una producción que pudo haber sido decepcionante de no haberla visto antes, una dirección musical correcta y un reparto vocal en el que ha primado la inexpresividad y la poca credibilidad.

Escena

La producción ofrecida por el Liceu es la que se pudo ver en la inauguración de la temporada del Capitole de Toulouse hace 3 años. Recuerdo que asistí a aquella representación y no cambia mi juicio sobre la calidad del producto, que es francamente deficiente.

La producción lleva la firma de Vincent Boussard, siendo coproducción con la Ópera de Nürnberg, y su resultado es tan anodino y plano como suelen ser casi todos los suyos. El director de escena francés suele presentar como un activo importante la presencia de Christian Lacroix como figurinista, pero se me antoja insuficiente. Estamos ante una producción minimalista con escenografía de Vincent Lemaire, que desarrolla casi toda la acción en un escenario único, con tres paredes cerradas, añadiendo algunos escasos elementos de atrezzo para intentar cambiar la atmósfera de cada escena. Únicamente, resulta algo diferente la escena del Baile de Máscaras, en el que hay luz, vestuario colorista y una gran lámpara. El ambiente oscuro, salvo la escena final, no está suficientemente aprovechado por el responsable de iluminación, Guido Levi.

En una producción minimalista la dirección escénica es fundamental, pero esta producción hace agua por todas partes. La acción parece trasladarse a tiempos actuales, a juzgar por vestuario, no faltando originalidades bastante absurdas, como sacar un numeroso coro de jovencitas vestidas con pijamas en la escena de Ulrica, por no hablar de los disfraces de los cortesanos en la misma escena, que van vestidos con abrigos actuales y… golilla, lo mismo que Riccardo, aunque poco antes él pide que le consigan un disfraz de pescador. El supuesto baile de máscaras no es tal, ya que las máscaras apenas existen y más bien responde a un baile de disfraces, al que curiosamente Riccardo asiste sin disfraz. La dirección de masas es inexistente y la de actores no pasa de hacer que los solistas actúen de manera totalmente estática, dejando a la expresividad mucho que desear. Ni siquiera el vestuario de Christian Lacroix resulta muy atractivo en la ya comentada escena final.

Escena

La dirección musical ha estado encomendada a Renato Palumbo, en cuyas últimas actuaciones le he encontrado por debajo de su nivel de hace unos años. En cambio en esta ocasión su dirección me ha parecido mejor, mas intensa y dramática y con tiempos apropiados. Esperemos que el director pueda volver por sus fueros, lo que sería una buena noticia. Tuvo una buena actuación a sus órdenes la Orquesta Sinfónica del Liceu, que sigue confirmando su clara mejoría. Correcto el Coro del Liceu con el inconveniente de su estatismo y falta de expresividad, de lo que el responsable es indudablemente el director de escena.

Se han programado dos repartos y ha habido algunos cambios debidos a cancelaciones. La más notable de estas ha sido la del barítono ruso Dmitri Hvorotovsky, la noticia de cuya muerte salió en los medios de comunicación durante estas representaciones, aunque fue enseguida desmentida. Esperemos que se recupere pronto este magnífico barítono. A este cambio hay que añadir la cancelación de la joven y prometedora soprano Ekaterina Metlova como Amelia.

Estas notas se refieren al segundo de los repartos, que, como digo más arriba, no ha levantado el vuelo.

Riccardo fue interpretado por el tenor italiano Fabio Sartori, cuya voz tiene atractivo indudable y es muy adecuada para el personaje. Es bien sabido que su figura no le hace particularmente creíble en ningún personaje y a eso hay que añadir en esta ocasión una gran falta de expresividad, lo que hizo que su canto se convirtiera en monótono a lo largo de toda la representación.

Fabio Sartori y María José Siri

Amelia fue interpretada por la soprano uruguaya María José Siri, cuya actuación tampoco me resultó muy convincente. En mi opinión Amelia es uno de los personajes más dramáticos escritos por Verdi y María José Siri se queda un tanto corta. Desde luego, mucho menos adecuada que Sondra Radvanovsky o Anna Pirozzi, que son las últimas Amelias que he visto en escena. Aparte de su adecuación, cantó bien, pero se echó en falta una mayor dosis de credibilidad en el personaje, ya que también ella estuvo abandonada a su suerte en términos escénicos.

El barítono Giovanni Meoni fue un Renato que no pasó de la corrección, Su voz me resulta un tanto clara para el personaje. Uno se olvida pronto de sus actuaciones.

La mezzo-soprano irlandesa Patricia Bardon no me convenció en la parte de Ulrica. Este personaje requiere una auténtica contralto, lo que ella no es, quedando corta en sus intervenciones. A eso hay que añadir unas notas altas claramente apretadas y, por supuesto, unos graves insuficientes.

La lituana Katerina Tretyakova lo hizo bien en la parte de Óscar, aunque para mi gusto quedó por debajo de la última vez que la vi en escena. Era en la Susanna de Le Nozze de Figaro en el Kursaal de San Sebastián. Disfruté con su voz y actuación mucho más que ahora.

Ekaterina Tretyakova

En los personajes secundarios Damián del Castillo fue un adecuado y sonoro Silvano. Sam y Tom lo hicieron bien, siendo interpretados por Roman Ialcic y Antonio Di Matteo, respectivamente. Correcto el Juez de José Luis Casanova en su breve intervención en el primer acto.

El Liceu ofrecía una ocupación de alrededor de 2/3 de su aforo. No recuerdo una entrada tan floja en un título de repertorio en los muchos años que vengo acudiendo a este teatro. El público se mostró frío durante y al final de la representación. No hubo bravos para ninguno de los artistas.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 55 minutos, incluyendo dos intermedios. Duración musical de 2 horas y 5 minutos. Cuatro minutos de aplausos.

El precio de la localidad más cara era de 254 euros, costando las butacas de platea entre 131 y 178 euros. La localidad más barata con visibilidad costaba 47 euros. José M. Irurzun
Fotos: A. Bofill

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