Barenboim en Ibermusica
Barenboim en Ibermusica
Doblemente maestro
Obras de Mozart y Mahler. Orquesta Staatskapelle de Berlín. Daniel Barenboim, piano y dirección. Auditorio Nacional. Madrid, 22 de octubre
La presencia de Barenboim en Madrid es siempre un acontecimiento, máxime si lo hace como pianista y director. Ibermúsica le ha traído para dos citas centradas en las dos sinfonías gemelas de Mahler, la “Quinta” y la “Séptima”. Comparten la misma estructura de cinco movimientos, el carácter evolutivo desde las tinieblas a la luz e incluso concluyen en tonalidades diferentes a aquellas con las que empiezan. Barenboim no da nunca puntadas sin hilo. Para redondear el “Concierto para piano y orquesta” en La mayor KV 488. Choca un poco volver a escuchar Mozart como lo habíamos hecho hasta la llegada del historicismo, un poco romántico, con instrumentos de hoy y un piano de tomo y lomo, al que además se le quita la tapa. Sorprende también escucharle tras las portentosas exhibiciones técnicas de las que hizo gala días atrás Arkadi Volados. Pero sorprende más que agradablemente. El n.23 de Mozart anticipa a Chopin y Barenboim no lo olvida. Tal vez todas las notas no son perfectas, pero hay que ver qué sentido tienen, con qué claridad, belleza y poder suenan. Pocos pianistas entienden Mozart y combinan galantería y profundidad como el argentino. ¡Bravo, maestro!
No es lo mismo como director. Ni él ni la Staatskapelle alcanzan individualmente las cotas de otros directores u orquestas del pasado reciente. Sin embargo juntos son casi capaces de el milagro. Eso sí que es una fusión con sinergias. La compenetración se traduce en coherencia, fortaleza y preciosismo sonoro. Los contrastes, en los que Mahler es generoso, quedan patentes desde el fortísimo del “tutti” tras el ataque inicial de las trompetas en su paso a la primera frase de las cuerdas. Los tempos están bien medidos, un poco entre los de Abbado y los de Walter, más lejanos a los de Berstein. Habituado a las óperas de Wagner, resalta como pocos las citas a “Los maestros cantores” al final del segundo tiempo.¿Qué le falta entonces para lograr una versión de referencia? Pues lo que, por ejemplo, posee Abbado y lo que le permitió que en la misma Ibermúsica ofreciese una “Quinta” que, décadas después, aún hoy recordamos. Barenboim es un gran músico, pero le falta el “cum laude” como arquitecto orquestal, el dominio total de la arquitectura sonoro-emocional, del diseño de la regulación de los juegos de tensiones, dinámicas y balances de planos sonoros para llevar al oyente en volandas y dejarle sin respiración. En cualquier caso, grandes y ovacionadísimos conciertos. Gonzalo Alonso
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