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Un Monteverdi de hoy
UNA “PASIÓN” AL BORDE DE LA ÓPERA
Por Publicado el: 17/04/2009Categorías: Crítica

Bartoli, monótono artificio

Bartoli, monótono artificio
Obras de Rossini, Donizetti, Bellini, Malibrán, Viardot, etc. Cecilia Bartoli, mezzosoprano y Sergio Ciomei, piano. Teatro Real. Madrid, 16 de abril.
Peculiar la actual edición del ciclo “Ellas crean”, iniciado por la pequeña voz de una cantante tan poco cantante como Jane Birkin y cerrado ayer con la también pequeña voz de una cantante de verdad y hasta casi circense. Al Gobierno de España, al Ministerio de Cultura y al de Igualdad -¿dónde, por cierto, la igualdad en este ciclo femenino cien por cien?- les debe sobrar el dinero a pesar de la crisis para contratar a una de las cantantes más caras del panorama lírico. No sólo eso, sino que Montilla, Griñán y Cia tendrían por una vez motivos de queja razonables: fondos de tres administraciones del Estado para que se diviertan los madrileños. La nueva ministra de cultura, presente en el recital, ha tenido ocasión de observar en lo que en estos momentos no se debe emplear dinero público, máxime cuando hace año y medio que ya disfrutamos de Bartoli.
Cecilia Bartoli (Roma, 1966) posee, como se ha dicho, una voz bastante pequeña, característica disimulada con acompañamiento de piano a tapa cerrada, pero de un color tímbrico seductor, musicalidad y una increíble capacidad para coloraturas y ornamentaciones. Es una mujer que conecta muy bien con el público -máxime cuando se arma de castañuelas- porque transmite sencillez, simpatía y alegría. Abordaba las largas melodías bellinianas con un intimismo tal que parecía que las cantase a cada uno de nosotros, pero al paso del tiempo cada vez las ralentiza y amanera más convirtiendo el canto en puro artificio. A los graves les falta oscuridad, algo típico de cuerdas entre mezzo y soprano, pero el centro es homogéneo y acariciador, los agudos sólidos y admirable su capacidad de seducción. Presencia y canto se combinaron para un éxito redondo ante un auditorio totalmente entregado de antemano, aunque el programa no resultase tan exigente como los de sus últimos conciertos con orquesta ni tampoco tan dado a las coloraturas circenses, auténtica especialidad de la casa aunque en esta ocasión le sirviesen para destrozar piezas como la “Canzonetta spagnuola”. ¡Cómo no añorar a Berganza o Horne! Gonzalo Alonso

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