“Bastián y Bastiana”: Compañeros de instituto
COMPAÑEROS DE INSTITUTO
Mozart. “Bastián y Bastiana”. Carmen Vicente, Mario Méndez, Javier Povedano. Piano: Carlos Marín Rayo. Dirección musical: Ana González. Dirección de escena, traducción y versión: Marina Bollaín. Teatro Auditorio de San Lorenzo de El Escorial, sala de cámara. 9 de julio de 2017.
Esta ópera pastoril proviene de una parodia de la comedia lírica en un acto “Le devin du village” del filósofo y músico francés Jean-Jacques Rousseau. Acusa la influencia de los autores cómicos residentes en el París visitado poco antes por el compositor: Grétry, Monsigny, Philidor… No hay arias propiamente dichas, sino canciones. Es muy curiosa, aunque seguramente anecdótica, la semejanza literal del tema de la “Intrata” de la obra con el que abre la “Sinfonía Heroica” de Beethoven.
La acción se ubica aquí en un instituto. La pareja de Bastiana, Bastián, se ha enamoriscado de una rica bloguera –aquí Marta García-. La joven es ayudada por un compañero macarra, eterno repetidor de bachillerato, el avispado Colás, dotado de ciertos poderes. La gran pizarra tiene su papel y dos niños pequeños juegan poniendo su gota de color. La puesta en escena tiene su gracia, pero se sitúa de espaldas al tierno lirismo, al candor poético, a la sencilla magia de la composición, muy representativa en su tiempo de un tipo de filosofía natural; aunque no dejara de tener su punto de amable sátira. El eficaz arreglo para piano, con episódicas intervenciones del coro de niños (ya mayorcitos), suponemos que es de Ana González. Boillaín introduce las esperadas morcillas de actualidad.
La mejor voz de las tres, en camino de una indiscutible profesionalidad, es la del barítono –más que bajo- cordobés Javier Povedano. Tiene timbre, emite con seguridad, aunque pronuncia regular, y está dotada de atractiva penumbrosidad. Dará juego porque, además, es resuelto y buen actor. No lo son tanto sus aún más jóvenes compañeros de reparto. Pero Carmen Vicente canta con estilo, a veces con delicadeza, emite con franqueza una voz ahora muy ligera de futura buena calidad y no duda en la zona aguda. Tampoco es que Mozart exigiera aquí mucho a los cantantes. Algo más verde, con un timbre más bien descolorido de tenor ligero, no siempre afinado, el canario Mario Méndez, del que esperábamos más. Carlos tocó la cauta adaptación con seguridad, con tacto, desde el teclado, aunque nos dio la impresión de quedarse algo corto de expresión y de sonoridad. Arturo Reverter
Me consta que la versión escénica y la idea de arreglar diggi, daggi para coro y todas las intervenciones del coro de jóvenes corre a cargo de Marina Bollain. A lo mejor si Arturo Reverter hubiera sabido esto último tampoco lo hubiera alabado. En fin, una vez más el Sr. Reverter hace una crítica condescendiente y ligeramente negativa (tampoco merece la pena rasgarse las vestiduras, eso sería darle demasiada importancia al trabajo de la directora de escena).
Afortunadamente el público salió entusiasmado de un espectáculo fresco, divertido, con mucho ritmo y una excelente y novedosa ver.sión y puesta en escena.
A cuento de que, Pepe, se ha de suponer que si yo hubiera sabido que la versión musical era de Bollaín no la habría alabado. Es mucho suponer. En el programa no quedaba claro: se asignaba a Marina la “dirección de escena, traducción y versión”. Imaginé que se refería solamente a la literaria, de ahí que aquella se la atribuyera a la responsable de la dirección musical, Ana González.
¿Crítica condescendiente? Me limité a plantear ciertos términos de posible discusión, pero en general el comentario era resueltamente favorable. Lo de rasgarse las vestiduras es un poco exagerado. Yo también me lo pasé bien. Pero en un comentario crítico han sopesarse las cosas. El asunto no tiene mayor recorrido y es absurdo buscar en mis palabras segundas intenciones.
Saludos.
AR
La “eficaz versión para piano con episódicas intervenciones del coro” es de Marina Bollain, no solo “las esperadas morcillas de actualidad”. Lo ponía bien claro en el programa, Sr. Reverter. Infórmese adecuadamente antes de hacer su crítica. Aunque a lo mejor, si sabe que son mías, entonces ya no hubieran sido “eficaces”.
Saludos,
Marina Bollain.
Amiga Marina Bollaín: le hago un par de precisiones, ya que se ha tomado tan mal mi crítica, mucho más positiva que negativa.
Primera: en el programa de mano no dice que usted sea la autora de la versión musical, con sus arreglos. Se habla de que es la responsable de la “dirección de escena, traducción y versión”. No habla de “versión musical”. Entendí que se refería únicamente a la literaria y por ello atribuí la cosa del pentagrama a la directora musical, Ana González.
Segunda: Es suponer por suponer que si yo hubiera sabido que usted era la responsable no habría considerado que era “eficaz”. Ignoro qué le hace pensar eso.
A mí la puesta en escena me interesó, aunque, como digo, se aleje de la primigenia concepción de la obra. Está todo muy bien ideado, bien movido y bien “actualizado”; con las lógicas y esperadas morcillas. Me interesaron también otras puestas en escena salidas de su mano, como aquella tan curiosa y divertida en torno a La verbena de La Paloma. O la ideada también hace tiempo para una especie de performance realizada en la Residencia de estudiantes, con aportación musical creo que de Sánchez Verdú. Andaba por allí igualmente Miguel Álvarez.
Creo que en esta ocasión los dedos “se le han vuelto huéspedes”. En todo caso, la crítica era extremadamente respetuosa.
Un saludo también respetuoso.
AR