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Por Publicado el: 04/09/2012Categorías: Crítica

BAYREUTH EN BARCELONA: LA GLORIA DE UNOS CONJUNTOS

LA GLORIA DE UNOS CONJUNTOS

Wagner: “Lohengrin”. Klaus Florian Vogt, Annette Dasch, Susan Maclean, Thomas J. Mayer, Wilhelm Schwinghammer, Ralf Lukas. Coro y Orquesta del Festival de Bayreuth. Dirección musical: Sebastian Weigle. Barcelona, Gran Teatre del Liceu. 2-9-2012.

Barcelona, tradicional plaza wagneriana y recibió la visita, en 1955, de las huestes del Festival de Bayreuth. 67 años después esos conjuntos regresan, aunque esta vez sin escena. De las óperas elegidas, “Holandés”, “Lohengrin” y “Tristán”, hemos escuchado la segunda. Permanece la excelsa calidad de las formaciones de base. La sedosidad de las cuerdas, la afinación, el empaste, la maleabilidad de la agrupación sinfónica continúan siendo proverbiales. Lo mismo que la conjunción de la masa coral, aguerrida en los “forte”, delicada en los “piani”, precisa en los ataques.

Los secretos engranajes, variadas texturas, valores melódicos y dimensión romántica nos llegaron con nitidez, pese a la poco inspirada dirección de Weigle, nada fantasioso y alejado de la poesía que anima la partitura, que sonó un tanto aséptica y funcional, bien que compacta. El insuficiente lirismo en arco del maravilloso preludio ya nos previno. En todo caso, la versión se dejó escuchar con claridad. Aunque la acústica, más descarnada y agresiva, por supuesto, no tiene nada que ver con la tan matizada del foso místico.

En la parcela vocal, dejando a un lado al casi inexistente Schwinghammer, un deslucido Enrique el Pajarero, y al tembloroso e inexacto Heraldo de Lukas, lo demás tuvo cierta entidad. Incluso la pálida Elsa de Dasch, no siempre afinada y muy apurada en el agudo. Lo mismo que Maclean, mezzo de timbre más bien opaco, que, eso sí, concedió dramatismo a su Ortrud. Telramundo fue servido con adecuados contrastes por Mayer, de tinte desagradable y emisión no poco engolada, pero dotado de contundencia. El gran triunfador fue Vogt, un tenor fino, de fraseo exquisito, que otorga una conveniente pátina irreal al Caballero del Cisne. Pero emite mal, no trabaja el pasaje de registro y se destimbra con frecuencia. Una pena. Otra cuestión, que no vamos a tratar aquí, es la de si está justificada en estos tiempos una visita que cuesta un millón trecientos mil euros. Arturo Reverter

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