Recomendación: Beatrice Rana
Creatividad a raudales
No he escuchado en vivo nunca a Beatrice Rana, la joven pianista italiana que hace su debut en el Ciclo de Grandes Intérpretes de la Fundación Scherzo. Pero en disco, sí. Rana tiene 26 años, pero toca el piano desde los cuatro. Naturalmente, abstenerse de preguntarle sobre esto, pues ni ella misma entiende cómo son posibles semejantes acciones. Les pasa a todos los niños prodigio. Pero no es lo mismo que esta falta de locuacidad para explicar lo inexplicable le suceda a cada una de las mil máquinas de aporrear teclados que se mueven hoy por el mundo (incluso con notable éxito), que a pianistas como ella, que hacen algo más que tocar. Las partituras de Chopin o Bach, Scriabin o Stravinsky, Bernstein o Prokófiev en sus manos se transforman en opciones personales que traspasan el valor semántico de las notas para inscribirse en ese fenómeno que tan feliz hace a los críticos, una interpretación de la logística situacional, métrica, tímbrica y volumétrica que define la sucesión de esas notas, no otra cosa que la propia obra. O dicho de manera no pedante: estamos de enhorabuena; parece que todavía hay pianistas jóvenes que son capaces de trascender los mecanismos de la ejecución musical sin por ello perder la virginidad creativa de su propia corta existencia. Hay que decir, no obstante, que Rana es admiradora de pianistas como Claudio Arrau o Murray Perahia y, a la vez, del piano de Crystian Zimerman. Es decir, una mujer que obtiene sus enseñanzas e influencias de los clásicos de toda la vida –aun a veces tenues- y de los técnicos deslumbrantes. Ella es una mezcla de todo ello.
O, por mejor decir, adivino que es esa mezcla. O que acabará siendo esa mezcla. Porque en las músicas que le he podido escuchar percibo aperturas de caminos, claros intentos de sostener discursos de largo alcance expresivo, arte a raudales, mucha creatividad, pero también a veces descuidos propios de la inexperiencia. Normal. Ahora tengo muchas ganas de escucharla en vivo. De los tres autores escogidos, la veo muy cómoda en el primero (los Estudios op.25 de Chopin), comodísima en el tercero (Petrushka, de Stravinsky) y no tengo ni idea de qué podrá hacer con una música tan compleja y difícil como el tercer libro de la Iberia de Albéniz. Como comprenderán ustedes, la recomendación es total. Pedro González Mira
Beatrice Rana, piano. Obras de Chopin, Albéniz y Stravinski. Auditorio Nacional de Música, Sala sinfónica. Martes 12, 19. 30. Entre 20 y 50 €.
Últimos comentarios