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Por Publicado el: 20/08/2024Categorías: En vivo

Crítica: Bellos y difuminados paisajes. La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) en el Festival Bal y Gay

 BELLOS Y DIFUMINADOS PAISAJES

Obras de Coll, Mozart y Mendelssohn. Clara Andrada, flauta. Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, OSPA. Director: Nuno Coelho. Catedral de Mondoñedo, 17 de agosto de 2024. Festival Bal y Gay.

 BELLOS Y DIFUMINADOS PAISAJESObras de Coll, Mozart y Mendelssohn. Clara Andrada, flauta. Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, OSPA. Director: Nuno Coelho. Catedral de Mondoñedo, 17 de agosto de 2024. Festival Bal y Gay.

La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias

Ha mejorado notablemente la Orquesta asturiana desde que está a su frente el portugués Nuno Coelho (Oporto, 1989), hombre menudo y de corta estatura, pero que se crece sobre el podio hasta extremos insospechados. Exhibe una muy buena técnica de batuta, clara, ágil, precisa, imantadora y corajuda. Marca en todos los planos con notable fogosidad y se hace ver. Los músicos no le quitan ojo y siguen su un tanto nerviosa agitación tras la cual, no obstante, hay una musicalidad reconocible que no cae nunca en excesos.

Lo pudimos comprobar de nuevo en este concierto celebrado en la Catedral de Mondoñedo, un templo de maravillosa arquitectura y, como suele suceder, de muy problemática acústica, lejos del ideal para un concierto sinfónico como el que se comenta. Dada la molesta reverberación resulta muy difícil ajustar líneas, destacar planos, combinar timbres, diferenciar temas y lograr un espectro sonoro equilibrado.

Y las obras programadas, sobre todo la primera y la última, lo exigían. Se abrió la sesión con Hímnica de Francisco Coll (Valencia, 1985), quien define su obra “como una especie de “pasacalles o chacona en la que un tema himnario se desarrolla de diferentes maneras dentro de un tiempo de adagio”. Hay elementos grotescos, como el apunte de un “vals onírico”. El cierre es “lontanísimo”, un apunte de algo que podría ser “eterno”.

Más allá de estas palabras, quizá un tanto pomposas, lo cierto es que la composición funciona y demuestra el talento del músico para crear atmósferas, para delinear temas, para colorear hábilmente a través de una paleta sonora de rara exquisitez. La música se va expandiendo lentamente, crece por refinadas oleadas envuelta en atractivas disonancias, con un flujo melódico siempre presente y lejanas y expresivas explosiones. En este caso la acústica proporcionó a los pentagramas una envoltura muy atractiva. Interpretación cuidada.

Lo fue asimismo la del muy hermoso Concierto para flauta nº 1 en Sol mayor K 313 de Mozart, en el que fue solista la grácil, elegante y afinada salmantina Claudia Andrada, que tocó por derecho con un sonido perfumado y áureo, con un fraseo exquisito y generoso. En el Rondó exhibió sus mejores galas sin un solo fallo ni una sola desigualdad, con un espectro sonoro de rara homogeneidad. Habría que escuchar más a esta artista, que es actualmente flauta solista de la Orquesta de la Radio de Frankfurt. Esperábamos un bis, pero extrañamente no hubo suficientes aplausos.

En este caso los problemas acústicos no se hicieron notar en exceso. Sí los hubo en la planificación y diseño general de la Sinfonía nº 3, “Escocesa”, de Mendelssohn, que sustituía a la inicialmente programada Octava de Dvorák, que fue retirada del cartel por la imposibilidad de situar en el corto espacio disponible, frente al altar mayor, a los músicos necesarios para servir a la partitura con adecuación. A la postre la obra mendelsshoniana fue tocada por unos 50 instrumentistas, todos ellos atentos a las órdenes del ágil maestro, que supo mantener el pulso y aplicar unos tempi muy justos y apropiados, haciendo además gala de un fraseo muy lógico y conjugando con habilidad las voces.

No fue suficiente para que se pudieran apreciar en toda su plenitud las bellezas de la obra, su pintura de aconteceres, su paisajismo, su impoluto trazo melódico, su riqueza temática. Los temas principales no quedaron siempre oportunamente presentes, perdidos en ocasiones en la maraña sonora. Así, tras unos compases magistrales y bien dispuestos, al comienzo de la Sinfonía, el paisaje comenzó a oscurecerse en los primeros pasos del desarrollo. Aun así, la esplendente melodía principal pudo hacer presente y reconocible. Aunque la tempestad se nos ofreció más bien borrosa.

Chisposo y espumoso, de rítmica precisa y ajustada, el Scherzo, un Vivace contenido. Muy bien cantado el Adagio y muy bien expuesto el Allegro vivacissimo, de curso imparable. Con las lógicas limitaciones sonoras. En el imponente Allegro maestoso final destacó la manera de exponer las ligeras imitaciones. La Orquesta, que tanto ha mejorado con la batuta del portugués, sonó empastada y compacta. Por tanto un buen concierto, apreciable pese a las limitaciones acústicas. El Bal y Gay sigue su marcha.

Arturo Reverter

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