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Por Publicado el: 07/08/2024Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

Berganza: “No te digo adiós, Miguel Ángel, sino hasta ahora”

Berganza: “No te digo adiós, Miguel Ángel, sino hasta ahora”

Berganza: "No te digo adiós, Miguel Ángel, sino hasta ahora"

Teresa Berganza con Miguel Ángel Gómez-Martínez

Ha llamado a mi puerta Caronte. Ese a quien Gonzalo conoció hace dos años y se negó a traerle conmigo porque aún no era su momento. Por cierto, Caronte cambió de bando hace tiempo y ahora ya no nos lleva a los infiernos, sino que nos trae al cielo. Me ha contado que acudió a él para traerme la carta que me ha dejado. En ella me pide que escriba unas notas -lo nuestro- sobre ti, con la noticia de que muy pronto, en cuanto pases las audiciones, te reunirás conmigo. ¡Qué alegría, porque tengo muchas ganas de verte y abrazarte! Caronte volverá a cruzar la Estigia para llevarte estas notas que escribo encantada y, supongo que afinadas.

Miguel Ángel, ¡para que voy a decirte el gran director que eras si ya se habrán encargado otros de contarlo! Incluso algunos de los que te olvidaron en los últimos años. Incluso quienes, hace unas cuantas décadas, apostaron por unos jóvenes que jamás llegaron a alcanzar tu altura. ¡Qué te voy a contar! Ya sabes la cantidad de papanatas que hay en la crítica y el periodismo. Todos saben que, desde muy joven, te subiste al podio de orquestas como la Filarmónica de Viena y que todas ellas te adoraban.

Todos los buenos amantes de la música saben que fuiste, entre otras cosas, titular de la Sinfónica de la RTVE, de la Sinfónica de Hamburgo, de la Orquesta de Euskadi, de la de València, Director General de Música de la ciudad de Mannheim, director artístico y musical de la Ópera de Helsinki, director general del Teatro de Berna, director musical del Teatro de la Zarzuela y director musical de la Orquesta del Festival de Pascua de Bayreuth. Pero quizá no sepan lo fundamental que fue tu madre, Pepita, para ello, creyendo en ti, ayudándote y empujándote desde un principio. Hasta tocando el piano en los restaurantes de Viena para costear tus estudios.

Aquí te encontrarás con ella y con muchos amigos, como tu querido maestro Hans Swarowsky, del que tradujiste al español su definitivo tratado sobre la dirección de orquesta. Quizás puedas hacer las paces definitivas con Jesús, de cuyos hijos cuidabais tu madre y tu cuando ambos empezabais vuestras fulgurantes carreras como directores de orquesta entre Alemania y Austria.

Quiero decirte que agradecí mucho tus notas tras mi último gran viaje. Me escribías “No te digo adiós Teresa”, pues con mayor razón yo a ti tampoco, sino un “¡hasta ahora!”. Aludías a mi perfección en las cuestiones rítmicas, esas por las que estabas obsesionado y de lo que hablamos los tres con frecuencia. De esto es de lo que yo quiero escribir, de lo que hablábamos Gonzalo y yo en nuestras muchas y frecuentes conversaciones, como la citada obsesión o tu rectitud y criterios estrictos. ¡La de cosas que le tuviste que decir a cantantes famosos, que luego te lo agradecieron!

Eres tan estricto como insobornable, fiel a tus ideas y a tu forma de serlo con las partituras. Así ha quedado reflejado en ese libro que has escrito junto a tu esposa Alessandra sobre los grandes maestros del pasado y sus grabaciones. Por cierto, ¡cómo nos gustó la evolución que experimentaste para llenar tus interpretaciones de sentimiento junto a la perfección técnica de siempre!

Comentamos asombrados de tu memoria prodigiosa para poder dirigir sin partitura y recordamos la célebre anécdota de Toscanini -otro como tu- en Bayreuth ante su rivalidad con Furtwängler. También de lo curioso que era que, en cambio, se te olvidasen las cosas de cada día. Conocías perfectamente las voces y ayudaste a muchos cantantes con problemas. Siempre te agradeceré tu apoyo en mis últimos conciertos. Coincidíamos mucho en cuanto al daño que estaba produciendo en las óperas la nueva escuela alemana de dirección escénica. No se quien de los tres la criticaba más, pero creo que yo. También hablamos indignados de lo que cierta editorial había hecho con tus derechos sobre la nueva revisión de “La vida breve” que realizaste para la Zarzuela en plena pandemia.

Gonzalo y yo hablábamos mucho de ti como persona. Una gran persona y un amigo excelente, con la misma fidelidad con los amigos que con las partituras. También de tus manías. Cómo la del mondadientes, el babero que siempre llevabas en el bolsillo o tu manía de alinear los restos de unas gambas a la plancha. Nos reíamos. ¡Cómo va a echar de menos Gonzalo vuestras conversaciones y no sólo sobre música!

Pero hay algo que Gonzalo no llevaba bien: la obsesión por fumar de Alessandra y tu, que os obligaba a buscar hasta debajo de las piedras restaurantes que lo permitiesen. Me contó en su carta de vuestro último almuerzo en un restaurante en una playa casi desierta de Torremolinos el pasado 30 de mayo y de la problemática con la que os enfrentabais para la construcción de esa casa que ya no podrás habitar, en un alto frente al mar. ¿Qué será de vuestro apartamento en Suiza? Ese país al que admirabas por su civilizada ciudadanía.

Apenas alcanzaste los 75 años y, según me cuenta Gonzalo en su carta, vendrás sin un diagnóstico claro, tras un ingreso repentino con complicaciones que, al parecer, no supieron ni diagnosticar ni solucionar los médicos. Alessandra haría bien en solicitar una autopsia judicial.

Me ha alegrado mucho leer en Beckmesser todo el cariño que se te tenía. Le acabo de entregar estas notas, espero no desafinadas, a Caronte para que vuelva a cruzar la Estigia y te la entregue. Mañana espero verlas sonar. Un beso muy fuerte y no tardes en pasar las pruebas y llamar a mi puerta. Otro, con todo mi cariño, a Alessandra.

Termino, Miguel Ángel, como tu en tus notas para mí. “Hemos tenido encuentros en casi todas las ciudades del mundo… Tendremos que esperar hasta nuestro próximo encuentro, no sabemos cuando, ni donde, esperemos que en un lugar superior a este mundo”. No te digo adiós, Miguel Ángel, te repito nuestra despedida de siempre: “¡Te quiero! ¡Hasta ahora!”. Y, sí, en un mundo mejor. Teresa Berganza & Gonzalo Alonso

Miguel Ángel Gómez Martínez con Gonzalo Alonso

Miguel Angel Gómez Martínez con Gonzalo Alonso

 

Teresa Berganza

Un comentario

  1. Manuel 07/08/2024 a las 12:00 - Responder

    ¡Emocionante!
    ¡Gracias!

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