Boadella emulando a los Marx en “Una noche en la ópera”
Teatros del Canal
Boadella emulando a los Marx en “Una noche en la ópera”
“El Pimiento Verdi” de A. Boadella, M.Rey-Joly, E. Sánchez, J.M. Zapata, A. Comas, L. Álvarez, J. Agelet. B. Mariño, piano. Teatros del Canal. Madrid, 19 de abril.
Hay espectáculos que pretenden simplemente hacer pasar un buen rato y lo muestran a las claras. Tal es este “El Pimiento Verdi”, nombre de uno de esos restaurantes donde se amenizan comidas y cenas con arias y dúos de zarzuela u ópera, si no fuese por la perorata que a Albert Boadella se le ocurre introducir en medio de bromas y jolgorios para hacer perder puntos a Wagner en su concurso contra Verdi, recordándonos sus ideas antisemitas. Puestos a denigrar a Wagner habría mucho más fondo al que recurrir, porque humanamente poco desperdicio tenía. “Si en Israel no se interpreta a Wagner no es por capricho”, se expresa dejando caer la terrible acusación.
Más intrascendente y más verdad resultan las críticas a las enormes longitudes de sus óperas, que todos nuestros culos han sufrido al igual que el de la soprano Leonor que encarna María Rey-Joly o la hilarante narración del argumento de “La Valquiria” que efectúa José Manuel Zapata en su papel de Roberto. Junto a ambos personajes verdianos, los wagnerianos Elvia Sánchez y Antoni Comas y las encomiables labores de Luis Álvarez como mesonero y Borja Mariño como camarero-pianista. Aunque haya voces conocidas e incluso por momentos se arranquen, que nadie espere escuchar un pieza completa, porque el espectáculo va de otra cosa y porque no se le puede pedir a un cantante que afine y matice en medio de tanto texto hablado, por cierto dicho como actores y no cantantes. Ha debido de suponer un notable esfuerzo.
Como era de esperar, triunfan las melodías “fáciles” de Verdi frente a las “pretenciosas” de Wagner, unas precursoras de los “Volare” de los festivales de San Remo y otras de un tipo de composición contemporánea que recrean con acierto los artistas. En fin, que hay mucho con que pasarlo bien en esta obra eminentemente teatral a costa de reírse con todos los tópicos verdianos y wagnerianos, si bien no pueden dejar de hacerse un par de comentarios: al espectáculo se alarga tanto como las óperas de Wagner –con quince minutos menos funcionaría mejor- y todo esto lo trataron Groucho, Harpo y Chico de forma irrepetible en “Una noche en la ópera”. Gonzalo Alonso
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