Critica: Brahms “embocadillado”, como un cacho de mortadela por la Orquesta de la Comunidad Valenciana
Brahms ‘embocadillado’, como un cacho de mortadela
JORNADA DE PORTES OBERTES. ORQUESTA DE LA COMUNIDAD VALENCIANA. James Gaffigan (director). Programa: Obras de Beethoven, Brahms y Rimski-Kórsakov. Lugar: Palau de les Arts (Auditori). Entrada: Alrededor de 1.496 personas (lleno). Fecha: domingo, 15 septiembre 2024.
Deslumbrante y vitoreada versión de Capricho español, la brillante suite orquestal que Rimski-Kórsakov compone en 1887 a partir de temas españoles publicados por el folclorista madrileño José Inzenga bajo el título Ecos de España, colección de cantos y bailes populares. Fue esta coloreada página de alto virtuosismo instrumental y sinfónico la elegida por los profesores de la Orquestra de la Comunitat Valenciana y su titular, el estadounidense James Gaffigan (Nueva York, 1979), para cerrar el domingo la ya tradicional jornada de Puertas Abiertas, la lúdica cita con la que desde los tiempos de Helga Schmidt el Palau de Les Arts inaugura cada temporada. Como siempre, el Auditori se abarrotó de un público variopinto y entusiasta. Y como siempre, éxito abrumador y bien merecido.
No era para menos. Gaffigan y sus músicos se cargaron de acentos españoles para enfatizar las aristas más genuinas de una obra maestra que va más allá de su aparente pintoresquismo. Conviene, en este sentido, recordar las palabras del propio Rimski tras el estreno: “Los críticos y los espectadores opinaron que mi Capricho español no era más que un fragmento brillante, notablemente orquestado. Esto es falso. Los cambios de timbre, la feliz selección tanto de los dibujos melódicos como de las figuraciones corresponde a cada instrumento, las reducidas cadencias de virtuosismo para instrumentos solistas, el ritmo de la batería… constituyen la mismísima esencia de la obra y no su vestidura”.
Gaffigan y sus músicos de la OCV fueron más allá de la “vestidura” para reinterpretar la obra de arte desde su misma esencia, desde su génesis nacionalista y virtuosística. La orquesta, en su conjunto, sonó esplendorosa, cuada en una sonoridad empastada, opulenta y generosa, lucida con los continuos solos instrumentales, en los que destacaron muy especialmente la nueva arpista titular, la castellonense Noelia Cotuna, con sonoridad poderosa, afinada como un diapasón, alta prestancia solista e idealmente ensamblada en el conjunto, y el concertino Gjorgi Dimcevski, que otorgó realce, luminosidad y empaque violinístico al “Fandango asturiano” que tan luminosamente cierra la suite. El enorme éxito aún se incrementó tras las dos consabidas Danzas húngaras de Brahms que tocaron de regalo.
Antes, Gaffigan, que no es precisamente un dechado de elegancia sobre el podio, resolvió con eficacia y maneras obvias además de demasiado expresas la obertura Leonora III, de Beethoven, en la que una vez más, la flauta mágica de Magdalena Martínez fue lo mejor. La gloria que es la Tercera sinfonía de Brahms, mal enmarcada en el programa -sin programa de mano-; y embocadillada como si fuera un cacho de mortadela entre dos rebanadas de pan, fue lo más terrenal de una versión más correcta que inolvidable, pese al buen hacer de una sección de cuerdas, un trompa (Jesús Sánchez) y un oboe (Christopher Bouwman) que cantaron con melancólica efusión el prodigio del Poco Allegretto que Brahms establece como tercer movimiento. Inolvidable. Justo Romero.
Publicado en el diario Levante el 17 de septiembre de 2024.
Aunque alejado, leo con placer tus artículos. Un fuerte abrazo