Brillos orientales
BRILLOS ORIENTALES
Obras de Mayuzumi, Koyama y Stravinski. Orquesta Filarmónica de Tokio. Director: Eiji Oue. Auditorio Nacional, Madrid. 14-3-2014. Ibermúsica, serie Barbieri.
La Tokyo Philharmonic Orchestra es un conjunto acrisolado, huésped del foso de la Ópera de la ciudad. Formación sólida, compacta, virtuosa, de especto tímbrico unitario y equilibrado, de brillos refulgentes y ataques prestos. Se presenta en esta gira con el nervioso y menudo Eiji Oue (Hiroshima, 1957), a quien conocimos como titular de la Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. No cabe duda de su capacidad para amalgamar, soldar y planificar las líneas básicas de las grandes composiciones sinfónicas, y lo ha puesto aquí de manifiesto con la muy brillante exposición de dos obras de su tierra, el ballet en dos partes “Bugaku” de Toshiro Mayuzumi (1929-1997) y “Kobiki-Uta” (“La canción del leñador”) de Kiyoshige Koyama (1914-2009).
La primera posee el empaque de los grandes frescos de Varèse o Prokofiev y parte de una exposición en glisando de un tema pentatónico a cargo de dos violas. Gran trazado en arco. La segunda parte juega con disonancias nada agrestes y está construida con gran habilidad. En la composición de Koyama manda el ritmo constante. Son agradables las variaciones edificadas sobre la citada canción popular, con secciones que nos recuerdan las “Metamorfosis sinfónicas” de Hindemith sobre temas de Weber.
La precisión métrica, la clarificación de texturas y el impulso general dado al conjunto, caracterizaron una muy cuidada interpretación de “La consagración de la primavera” de Stravinski, que sonó fúlgidamente en las ágiles manos de Oue. A la entonada versión le faltó, sin embargo, una mayor dimensión orgiástica, ese sabor telúrico tan propio de la página, que requiere asimismo, a veces, un soterrado toque poético. Pero hubo detalles de gran clase, como algunos estratégicos glisandi de los metales o el refinamiento del inicio del “Sacrificio”. Oue perdió los papeles, cuando, en el transcurso del bis, una pieza popular nipona, para la que reclamó las palmas del público, se abrió el recargado frac y mostró, entre aspavientos, ¡la camiseta de la “Roja”! Arturo Reverter
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