Britten y su obsesión por la muerte en la Juan March
La Fundación Juan March presenta, en abril y mayo, un ciclo dedicado al compositor inglés Benjamin Britten en el que explora el impacto que su preocupación por la mortalidad tuvo en su poética creativa, transformada por la concisión en la escritura musical y la economía de medios en la expresión de lo esencial.
Aunque Britten murió relativamente joven, en su última etapa la enfermedad lo arrastró hacia una repentina vejez. El miedo al envejecimiento, el deterioro físico y la debilidad psicológica marcaron su visión creativa en los años finales, como se puede observar en la ópera “Muerte en Venecia”, estrenada en 1973. La Fundación ha recreado el proceso a través de su música en conciertos programados para los días 18 y 25 de abril y 9 de mayo.
El estilo de Britten, tan preocupado por su salud, influyó decisivamente en su poética creativa, marcada por la concisión en la escritura musical y la economía de medios para expresar lo esencial, y que también se vio afectada por la amistad íntima con ciertos intérpretes, que condicionó las singulares plantillas del repertorio a modo de homenaje.
En sus últimos años de vida quiso celebrar el afecto que le profesaban amigos músicos como el violonchelista Mstislav Rostropóvich, el arpista Osian Ellis o el guitarrista Julian Bream. La obra programada para el miércoles 18 de abril, cuando se interpretarán las “Suites finales” para viola, piano, oboe, guitarra, arpa y violonchelo es un claro ejemplo de esta faceta del compositor.
El miércoles 25 se interpretarán la integral de los “Canticles”, obra para tenor, contratenor, barítono, arpa trompa y piano. Entre 1947 y 1974, el compositor británico compuso cinco de estas obras. Con carácter religioso pero sin función litúrgica, a medio camino entre el himno y el ciclo de canciones, estas composiciones −que otorgan un papel medular a la voz del tenor− constituyen una original creación de Britten.
Para terminar, el 9 de mayo está programado “El cuarteto como testamento” dedicado a la música para cuarteto clásico, incluye obras de Britten, Shostakóvich y Haydn. Como había sucedido en otros casos (Haydn, Beethoven), sus últimos cuartetos constituyen un diálogo con la eternidad que rompe las convenciones del género: si el último cuarteto de Britten se articula en cinco movimientos (tres de ellos lentos), el de Shostakóvich consiste en una sucesión de seis adagios.
Los conciertos de los miércoles son transmitidos por Radio Clásica, de RNE.
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