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Por Publicado el: 07/05/2014Categorías: En la prensa

Camarena, ha nacido una estrella

 

Camarena, ha nacido una estrella

Entrevista G. Pajares a L. Nucci II_page1_image2

Le faltaba a Leo Nucci, esta semana en el Teatro de la Zarzuela, poco para cumplir los setenta. Y el público era consciente de que asistiría a una interpretación única de «Rigoletto», pues el italiano es la personificación del jorobado ideado por Verdi.  El público del Real quería más y estalló en aplausos tras interpretar «Sí, vendetta, tremenda vendetta». Y se produjo el primer bis de su reciente historia. Es el único cantante que ha tenido ese privilegio en el primer teatro lírico de España. Las historias se repiten. Javier Camarena tiene 38 años y a juicio de uno de los críticos de ópera más influyentes del  planeta, Anthony Tommasini, que escribe en «The New York Times», un prometedor futuro por delante. Este joven tenor mexicano ya había pisado la arena del Metropolitan (y Zurich, Viena y París) hace algunos años y Peter Gelb se había fijado en él. Nada le hacía pensar que un día se viera obligado casi de repente a sustituir a Juan Diego Flórez. Este último se tuvo que apear días atrás del estreno de «La cenerentola». Un virus gripal le jugó una mala pasada y tuvo que meterse en la cama y sudar la gota gorda. En su lugar cantaría su compañero mexicano. El público estaba expectante, el director de orquesta, Fabio Luisi, también, y el todopoderoso Gelb cruzaba los dedos para que todo saliera bien. No fue así, salió de maravilla, como en un cuento. El sustituto se llevó los aplausos del público, que le vitoreó y le acogió calurosamente. ¿Había que permitir el bis? Ése era el quid de la cuestión, pues durante muchos años en el coliseo neoyorquino estaba prohibida la repetición (el honor que hoy nos parece en tiempos era considerado demérito).

Flórez tardó unos  días en mejorar y tuvo que volver a hacerse cargo del personaje Camarena. La escena volvió a repetirse en el aria «Si, ritrovarla io giuro». Las miradas del intendente y el director de orquesta se cruzaron y aquel dio permiso a éste para que avisara a la orquesta y volviera a sonar el aria: el mexicano había conseguido bisar en el templo de la lírica. Repitió y dio las gracias a un público absolutamente entregado. «No me lo podía creer. Ha sido un momento especial, inolvidable», repetía completamente atónito. Cuando se hubo recuperado Flórez no quiso quedarse atrás. No tuvo que forzar mucho para conseguir lo que días atrás logró su cover». Y hubo un bis para él también en un teatro que no es precisamente pródigo en otorgar propinas. Tenía al público puesto en pie y él lo agradeció de corazón y con los brazos extendidos. Así pues, «La cenerentola» se ha convertido casi en una ópera de cuento al conseguir que los dos tenores que la han interpretado en la ciudad de los rascacielos hayan logrado repetir. A los nombres de Pavarotti y Flórez se han unido ya como «bisador oficial» el de Javier Camarena. Apúntenlo y no lo echen en saco roto. El duelo lírico, en el mejor sentido de la expresión, está servido. Y que dure.

Gema Pajares/La Razón, 6.05.2014

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