CARTA A ALBERTO OLIART, PRESIDENTE DE LA CORPORACIÓN RTVE
CARTA A ALBERTO OLIART, PRESIDENTE DE LA CORPORACIÓN RTVE
Estimado Sr Oliart:
Enhorabuena por su nombramiento como Presidente de la Corporación y mucha suerte en su gestión. Encarna usted la figura del consenso político. Le deseamos que también lo alcance en RTVE y, por extensión, con los propios usuarios de la Radiotelevisión pública. Los firmantes de esta carta abogamos por unos medios de comunicación públicos que cumplan un papel fundamental en la difusión de la cultura y la educación de nuestra sociedad, donde primen los criterios de calidad y no los niveles de audiencia. En este sentido, RNE era un ejemplo encomiable hasta la llegada del actual equipo directivo.
Nos dirigimos a usted como oyentes de Radio Clásica, decepcionados desde hace casi dos años con la gestión de su director, don Fernando Palacios. No sabemos si usted es melómano, pero si lo fuera, probablemente estaría usted tan frustrado como nosotros. Con esta emisora hemos aprendido a amar y disfrutar de la música clásica, desde la más antigua hasta la actual, pasando por el jazz, el flamenco, las músicas de tradición oral… Le podemos asegurar que ya querrían muchas universidades inculcar en sus alumnos los conocimientos y la pasión por sus contenidos como lo ha hecho Radio Clásica durante muchos años. Para ello ha contado con grandes profesionales, voces con formación y experiencia en la divulgación musical que el Expediente de Regulación de Empleo (ERE) se ha encargado de barrer casi por completo. El ERE ha dado paso a una programación sustentada básicamente en personas noveles, carentes todavía de los recursos habituales exigibles en una emisora como Radio Clásica, aunque no quiere decir que neguemos el relevo generacional ni que estemos en contra de los cambios, si se hacen con rigor.
Creemos que la gestión de don Fernando Palacios ha agravado la situación provocada por el ERE. Si su finalidad consistía en ofrecer una radio presuntamente más dinámica y popular, creemos que no lo ha conseguido. Muy al contrario, ha inundado la emisora con su presencia, llegando a ocupar más de diez horas semanales con sus propios programas. Campa por sus respetos la palabra vacua, con contenidos que no van más allá de lo anecdótico, incluyendo entrevistas pueriles y reportajes frívolos. Lo peor de todo es que ha inundado Radio Clásica de otras músicas de dudosa calidad, inapropiadas cuando menos, y presentes ya en infinidad de emisoras. Hace unos años, Radio Clásica era un verdadero ejemplo de servicio público dedicado a la música clásica, tan necesitada en todas sus vertientes de un espacio único y propio. Ahora, con todos los respetos, algunos de los programas rozan la vulgaridad y el pésimo gusto musical. La consigna esgrimida por Don Fernando Palacios de “ampliar el concepto de música clásica” ha resultado, por lo tanto, nefasta para los melómanos.
Si nos tomamos la libertad de hacerle llegar nuestra inquietud por Radio Clásica es ante la falta de respuestas que hemos tenido cuando nos hemos dirigido a otras instancias, al propio Fernando Palacios en primer lugar, a la dirección de RNE y a la defensora del oyente. El muro defensivo que parece proteger al director de Radio Clásica es incomprensible, especialmente tras el fiasco de su programa en Radio 1 “Música sobre la marcha” eliminado por falta de audiencia, con lo que ha terminado la tradicional presencia de la música culta en la radio generalista. Confiamos en que con su llegada se pueda poner coto a la degeneración de un servicio público que ninguna otra emisora da, y que fue en su día apreciada, entre otros, con el Premio Ondas, cosa que hoy se nos antoja inimaginable.
Le rogamos que, de una vez por todas, se informe bien sobre lo que está ocurriendo en Radio Clásica, convertida en el feudo sobre el que experimenta su director, y tome usted cartas en el asunto. La imagen que RNE ha de ofrecer de esta manifestación artística así lo merece.
ENRIQUE CASTRO RAMÓN
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