Carta sobre el nuevo gerente de la OSG
Fumando espero …
El pasado mes de junio, Don Oriol Ponsa fue nombrado gerente del Consorcio
para la Promoción de la Música.
Su nombramiento fue acogido con una mezcla de esperanza y escepticismo.
Esperanza por ver si de una vez por todas el gerente de la OSG sabía
gestionar el desencuentro existente entre la mayoría de los músicos de la OSG
y su director artístico, Víctor Pablo Pérez. Al mismo tiempo, el escepticismo se
basaba en el absoluto tutelaje que el propio Víctor Pablo había ejercido sobre
la elección y nombramiento del actual gerente.
En pocos meses dicho escepticismo se ha convertido en indignación. Los
hechos que se relatan a continuación son datos objetivos y difícilmente
rebatibles.
El pasado 24 de octubre la OSG inauguró la temporada de abono 2009/10 con
la interpretación de la ópera de Richard Wagner “Siegfried”, reuniendo a un
excelente elenco de cantantes.
Entre el público asistente pudimos encontrar al alcalde de A Coruña, Javier
Losada, al ex ministro de cultura César Antonio Molina, así como al ex
conselleiro José Luis Méndez Romeu.
Sin embargo, entre tan nutrida representación institucional echamos en falta un
rostro entre el público asistente: D. Oriol Ponsa. Efectivamente, el flamante
nuevo gerente de la OSG decidió que su presencia entre el público no era
necesaria en la inauguración de su primera temporada al frente de la orquesta.
En honor a la verdad hay que decir que entró en la sala a escuchar el tercer
acto. Tan notable ausencia fue comentada con asombro entre los asistentes,
pero llegamos a una razonable conclusión: habría habido un problema de
fuerza mayor que le impidiese escuchar los dos primeros actos. Esta
conclusión, por desgracia, fue tremendamente generosa por nuestra parte a
tenor de lo que sucedería en conciertos venideros.
A las pocas semanas la OSG viajó a Oviedo, y Don Oriol Ponsa formó parte de
la expedición. Si embargo prefirió pasear por los pasillos del auditorio Príncipe
Felipe antes que entrar en la sala a escuchar a su orquesta. Al día siguiente,
idéntica escena se repitió en A Coruña, así es que las labores de protocolo e
imagen que todo gerente debería realizar, quedaron reducidas a escuchar el
concierto desde los camerinos del Palacio de la Ópera o fumar un cigarrillo en
la puerta a la espera del final del concierto.
No obstante, la cumbre de semejante despropósito se alcanzó durante la
reciente gira que la OSG realizó por Alemania y Austria.
Su primer concierto fue en Bad Kissingen. ¿Lo adivinan?, efectivamente, el
gerente no entró en la sala.
Al día siguiente la OSG se disponía a escribir una página de oro en sus 17
años de historia, un concierto que marcaría un antes y un después.
El escenario, la legendaria sala de Musikverain de Viena. Al público vienés se
sumaron 32 abonados coruñeses de la OSG, a los que nunca podremos dejar
de agradecer que realizaran ese viaje para estar al lado de su estimada
orquesta. La representación institucional, inmejorable. El embajador español en
Austria, José Pons y el conselleiro de cultura de la Xunta de Galicia, Roberto
Varela, disfrutaron desde los balcones de la mítica sala del desarrollo del
concierto.
Ya lo sé. Sé lo que están pensando. Don Oriol Ponsa no osaría a perderse
semejante hito… pues sí, también prefirió recorrer los vetustos pasillos del
backstage antes que presenciar en directo el concierto más importante de la
historia de la OSG.
Sobra decir que tampoco entró ni en la sala de Colonia, ni en Stuttgart ni en el
Auditorio Nacional de Música de Madrid, últimas estaciones de la gira.
Quien sí escuchó el concierto de Madrid desde la tribuna fue el antiguo gerente
de la OSG, Don Félix Palomero. Caprichos del destino.
¿Se imaginan que el Depor disputa la final de la Champios League y Lendoiro
prefiere fumar un pitillo en la calle antes que entrar al estadio?, ¿es esta la
imagen que merece la OSG?.
En su primera entrevista concedida a la prensa gallega, Oriol Ponsa afirmó que
le gustaría ser “el hombre invisible”. Todos interpretamos dicha afirmación en
clave de una gestión eficaz sin afán de protagonismo. Sin embargo, no
escuchar los conciertos de su orquesta ni ejercer su labor protocolaria de
anfitrión con los representantes políticos, abonados y artistas invitados, no
constituye un rechazo al protagonismo gratuito, sino una patente muestra de no
estar a la altura de tan honorable cargo.
Todos los abonados de la Sinfónica deben de conocer esta información. A ellos
va dedicado este artículo. A ellos sí les gusta la música.
A.I.
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