Cartas a los Reyes Magos
Cartas a los Reyes Magos
Ayer pasaron por muchas casa Sus Majestades, Melchor, Gaspar y Baltasar. ¿Habrán concedido las peticiones que les hicimos llegar muchos de nosotros? Lo iremos viendo. He aquí algunas de las solicitudes que recibieron de quienes nos ocupamos de la música clásica en este diario.
Que Jonas Kaufmann se recupere definitivamente de su hematoma en una cuerda vocal y que ayude a su mejora con una emisión menos en la gola.
Que quienes fueron grandes figuras del pasado reciente e incluso no tan reciente se retiren definitivamente de los escenarios operísticos y dejen de engañar con partituras transportadas.
Que se restablezcan los Premios Líricos Campoamor, con ese u otro nombre.
Que se solucionen definitivamente y sin parches mendicantes las situaciones económicas de la ROS, del Villamarta, de la temporada de los Amigos de la ópera de A Coruña, etc.
Que las empresas se den cuenta que no pueden llevar al Teatro Real todos sus patrocinios, que a veces vale más ser cabeza de ratón que cola de león y que, con el mismo presupuesto, podría beneficiar más a su imagen una presencia casi exclusiva en instituciones más pequeñas y necesitadas: como Ibermúsica, los ciclos de algunas orquestas, fundaciones como la Più Mosso, etc.
Que se acabe de una vez con la mal entendida y peor aplicada ley de buenas prácticas para cubrir ciertas plazas a base de concursos faltos de criterio en sus bases e incluso amañados. Canarias, Alicante, Valencia, Sevilla, etc. son ejemplos a evitar.
Que, al fin, los partidos políticos se pongan de acuerdo para firmar un pacto educativo que incluya la enseñanza de las Humanidades, en general, y para la Música en particular, planes específicos para enseñar a niños y jóvenes a escuchar música. Que en los colegios no se arrincone sistemáticamente la música hasta su extinción. Es extraña esta doble moral que critica que los jóvenes no vayan a las salas de conciertos pero pretende que esos mismos jóvenes, sin formación musical alguna, valoren y acudan a un hecho que desconocen.
Que no haya ni un solo recorte presupuestario más en ninguna institución musical pública española y que baje el IVA cultural.
Que las instituciones musicales privadas españolas alcancen una cifra de negocio aceptable para asegurar su permanencia.
Que los anunciantes en la prensa musical se den cuenta de una vez que algunos medios en webs tienen mucha mayor difusión que otros en papel.
Que algunos de esos medios en web o papel dejen de chantajear económicamente a los artistas con portadas, reseñas o entrevistas pagadas e incluso con cuotas de mantenimiento para cuidar imágenes.
Que no se permita que orquestas, como la de la Comunidad Valenciana, pierdan calidad.
Que vengan a dirigir ópera Kirill Petrenko y Christian Thieleman.
Que llegue la inspiración a los programadores de conciertos para que den con el equilibrio justo entre clasicismo, recuperaciones y novedad y que las nuevas creaciones de los compositores españoles que van estrenándose tuvieran segundas, terceras y cuartas oportunidades de subirse a las tablas. Es imposible enriquecer ni un ápice el repertorio si las obras sólo tienen una oportunidad de presentarse ante el público. Es bastante habitual ver cómo obras de patrimonio francés, alemán o inglés llenan auditorios en sus países hasta la bandera. En España parecemos arrastrar un complejo de inferioridad persistente que vacía las salas cuando la obra es de un compositor español distinto a Falla.
Que los Reyes Magos explicaran a las instituciones la importancia de la divulgación musical, en los artículos, en las críticas de conciertos, en los concursos. No nos podemos permitir el lujo de que vayan desapareciendo los espacios que explican lo que ocurre bajo la superficie de la música, y más cuando debajo de la superficie es donde ocurre todo. Las notas a programa se van desvaneciendo paulatinamente sustituidas por cuatro líneas que pretenden explicar la complejidad de la 5ª sinfonía de Beethoven. Los concursos se desmantelan. Las revistas musicales boquean como peces fuera del agua…
En fin, que la música, y en general cualquier manifestación artística, no fuera vista por la sociedad y por los distintos gobiernos como un adorno bonito en tiempos de bonanza, sino como una necesidad real de la conciencia del individuo mucho más allá del placer estético. Beckmesser.com
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