Caza de brujas
Caza de brujas
Igual que las crisis llegan cuando les toca turno en los ciclos económicos, también otros muchos hechos se producen cíclicamente. Así por ejemplo el afán de algunos por matar ruiseñores o cazar brujas inexistentes. Donald Rosenberg ha venido cubriendo la crítica musical en el “Plain Dealer of Cleveland” hasta que el director de orquesta Franz Welser-Möst ha dicho basta. Se ha cansado de leer comentarios musicales frecuentemente negativos frente a los muy positivos que Rosenberg dedicaba a su antecesor Christoph von Dohnanyi. Nos podemos imaginar lo acaecido: una llamada del maestro austríaco –el mismo que se enfrentó a Alexander Pereira en Zurich por temas personales- a la redactora jefe del diario “Tu crítico está haciendo que la Orquesta de Cleveland pierda público y patrocinadores. Como consecuencia tenemos menos dinero y podemos dedicar menos fondos a publicidad, así que o Rosenberg cambia sus críticas o le destináis a deportes o nos veremos obligados a suspender nuestra publicidad en tu periódico. ¿Qué pensará la gente sabiendo que tu editor es patrono de una orquesta a la que su diario maltrata?”. Y la redactora jefe empleó a su crítico en otras actividades.
En el fondo nada nuevo, porque la historia siempre se repite, lo que hace falta es conocerla para no tener que volver a aprender de ella. Sucesos similares se produjeron con Georg Solti y Chicago frente a Claudia Cassidy en “The Chicago Tribune” y entre Leonard Bernstein y el célebre crítico Harold C. Schonberg del “The New York Times”. Y aquí, en nuestra España, también acaecieron hechos similares en el pasado reciente, concretamente en Sevilla y Jerez, ahora nuevamente en Sevilla y quien sabe si en el futuro próximo no llegue la moda a Madrid.
Sólo la claridad de ideas y la capacidad de nuestros editores para no dejarse achantar pueden evitar situaciones que, a la larga, acaban perjudicando a todos, incluidas las propias orquestas y medios informativos. Y, afortunadamente, hoy existe lo que no había ayer, Internet, y la crítica cada vez se realiza más y con más libertad desde ella. Sí, el crítico empieza a ser un hombre libre. Ya no necesita el papel, ni tiene por qué someterse a jefe alguno, más que su conciencia.
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