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Por Publicado el: 16/03/2025Categorías: Crítica

Crítica: Christopher Maltman con Schumann y Schubert en el Liceu

Crítica: Christopher Maltman con Schumann y Schubert en el Liceu

Gran Teatro del Liceu de Barcelona. Temporada 2024/2025. Dichterliebe, Robert Schumann. Y lieder de Franz Schubert. Christopher Maltman, barítono. Gerhard Richter, piano. 14 de marzo.

Velada liceística con el barítono Christopher Maltman

El barítono Christopher Maltman, una voz de “lieder” en el Liceu

No os voy a negar la decepción que supuso hace dos días la cancelación de Gerald Finley para interpretar el único liderabend de la temporada liceísta. La sensibilidad del excelente barítono canadiense era para mí uno de los platos fuertes de la temporada y aunque el sustituto era el excelente Christopher Maltman, no estábamos hablando de los ilustres Goerne o Gerhaher, ni del magisterio talento del joven André Schuen.

El barítono inglés Christopher Maltman ya era conocido en el Liceu. Interpretó el Orest de Iphigenia in Tauride de Gluck (2010), Marcelo de La Bohème (2012), el Don Giovanni mozartiano (2020) y  Rigoletto en 2021, además de participar en el concierto verdiano de Netrebko y Yyvazov en 2019.

No tenía dudas de su valía, pero era necesario saber si en el ámbito del lied nos podía sacar el mal gusto de boca que representaba sustituir a Finley, un cantante que solo nos ha visitado una vez (Anthony and Cleopatra) en 2023, pero que dejó huella y que lleva a sus espaldas una carrera internacional de gran prestigio.

Se mantenía el programa, con Schubert en la primera parte y el Dichterliebe de Schumann en  la segunda y asimismo, continuaba el experto y reconocido pianista Julius Drake, así como la propuesta visual en la obra de Schumann a cargo del artista visual Gerhard Richter para distraer a aquellos para los cuales quizás un liderabend sin nada más que el texto y la música, les pudiera parecer demasiado austero y exigente.

El recital se ha celebrado en el Foyer del teatro y hacía días que las entradas se habían agotado. El espacio del Foyer es ideal por una propuesta como esta. Los artistas están encima del público, lo que favorece el clima de intimidad y proximidad esencial para todo recital de lied y que en la inmensa sala del Liceu es prácticamente imposible de conseguir.

La acústica del Foyer favorece la proyección de la voz y del piano, hecho que ha ocasionado, a parecer mío, el único posible reproche a la interpretación global, porque Maltman, con algún signo de resfriado o similar, ha proyectado cómo si el recital se realizara en el escenario del teatro y creo que no había que emitir la voz con tanta fuerza expresiva, porque el sonido llegaba perfectamente y algo más de intimidad comunicativa, hubiera sido ideal. Aun así, el barítono inglés tiene una variedad de matices admirable, a la vez que regula magníficamente la emisión y la expresión y a pesar de que se nota que su medio natural es el teatro, sabe decir el lied.

¿Los más puristas han echado de menos más delicadeza y les ha sobrado un exceso de fuerza y de medios? Quizás sí, pero nadie podrá reprochar a Maltman carencia de sentimiento y sentido dramático del texto, a la vez que un control vocal óptimo para ofrecer tanto en los lieder de Schubert de la primera parte (una retahíla de los grandes éxitos servidos con pasión), como en el ciclo de Schumann, donde él y Drake han estado magníficos, intensos y en comunión con el texto, la música y el público, un goce total.

El público atento y respetuoso lo ha agradecido con sinceridad y entusiasmo, hecho que ha motivado que Maltman y Drake interpretaran fuera de programa el lied de Schumann y Heine Die zwei Grenadiere  de manera vibrante, no en balde las referencias a La marsellesa, así lo piden.

No quiero pasar por alto la propuesta añadida, y tan de moda en los últimos tiempos en nuestro Liceu, de ofrecer una coletilla visual a obras que no habían sido pensadas para servir de banda sonora de artistas plásticos, que inspirándose en la obra que se interpreta, muestren “sus habilidades” a un público que inicialmente se congrega para escuchar música. En este caso el artista visual era Gerhard Richter, con la ayuda de un video montaje de Carles Berga y el diseño de luces de Sergio Gracia.

La obra de Richter es atractiva, cierto que en algún momento la aparición de lo que parecían unos espárragos, en un lied que a mí me sugería toda otra estética de las muchas posibles, me ha distraído en exceso hasta casi provocarme una risotada en un momento nada adecuado. Si a esta querida “distracción” o digámosle apoyo para ayudar a comulgar con Schumann en este caso, le añadimos que la traducción de los poemas se proyectaban en  los extremos de la gran pantalla que ocupaba todo el escenario, motivaba que todo ello distanciaba y dificultaba, según mi criterio, la concentración necesaria para comulgar en intimidad, puesto que si leías no podías ver los espárragos y si, por el contrario, te querías concentrar en la expresión del barítono, perdías de vista el texto y la propuesta pictórica. Demasiadas cosas, por no decir estorbos, innecesarias y que una vez más y las que hagan falta, denuncio como sobreras.

Nos faltan cosas por ver  y quizás en un día no muy lejano se nos propondrá escuchar El viaje de invierno mientras los hermanos Roca preparan una comida inspirada en el genial ciclo schubertiano, uniendo a la música los olores y sabores de un fricandó o vete tú a saber, quizás un reconocidísimo perfumista nos propondrá esparciendo sobre nuestras  cabezas, esencias para hacernos entender mejor, Die Schöne Mullerin o el Schwanengesang, los libros italianos o españoles de Hugo Wolf, con la ayuda de la nariz. Todo es posible en un mundo cada vez más rellenado de vacío para hacer más distraído lo esencial y la verdadera sencillez de la belleza en estado puro. Menos, es más.

Joaquim Hernández Puig

Publicado en el blog Infernemland

 

 

 

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