Argerich: cierta gran decepción
Argerich: Cierta gran decepción
RECITAL DE MARTHA ARGERICH Y GABRIELE BALDOCCI (piano). Programa: Obras de Liszt-Mozart (Reminiscencias de Don Juan), Liszt-Verdi (Ave Maria, de Jerusalem), Liszt-Wagner (Liebestod, de Tristan und Isolde), Shostakóvich (Concertino para dos pianos opus 94), Schumann (Escenas de niños), Rajmáninov (Suite para dos pianos número 1) y Ravel (La Valse). Lugar: València, Palau de la Música. Entrada: Alrededor de 1790 espectadores (lleno). Fecha: Jueves, 11 enero 2018.
Martha Argerich (Buenos Aires, 1941) ha sido una de las más grandes y brillantes pianistas de la segunda mitad del siglo pasado. Su temperamento, virtuosismo arrollador y singular personalidad artística la han convertido en unos de los iconos más admirados y respetados del universo concertístico. Y así quedará para la eternidad. Dicho esto, y reconociendo el crítico su veneración melómana y sin fisuras a lo que ella fue, es y será, no puede ocultar que su paso por el escenario del Palau de la Música junto al discretito pianista Gabriele Baldocci ha sido intranscendente y prescindible. Una cierta gran decepción que únicamente habrá satisfecho a los mitómanos deseosos de no perder la oportunidad de ver en vivo a uno de los más asombrosos colosos de la larga historia del teclado.
Lo que se escuchó el jueves en el Palau de la Música no resultó más que sombra de lo que ella fue. Algo así como mirar una foto actual de Brigitte Bardot en la playa de Saint-Tropez, o ver al Helmut Berger de Ludwig payaseando en algún magacín televisivo. Si figuras como Richter, Larrocha, Rubinstein, Achúcarro, Horowitz, Arrau o sus propios maestros Nikita Magálov y Stefan Askenase (el crítico aún recuerda un soberano recital de Askenase en Colonia, en octubre de 1982, en el que con 86 años tocó con soltura hasta El Albaicín de Albéniz), han mantenido el tipo y la ortodoxia del concierto hasta edades ancianas, la diosa Argerich se limita ahora a regalar su apariencia en el escenario, a tocar en solitario únicamente las infantiles Escenas de niños de Schumann y a coprotagonizar a dos pianos con más oficio que entusiasmo y profundidad junto al rutilante Gabriele Baldocci.
El aficionado esperaba escuchar a su diosa ¡al menos! el prodigioso Liebestod de Liszt-Wagner anunciado en el programa de mano. ¡Ni siquiera! En su lugar, la enorme decepción de soportar la versión superficial, blanda, deswagnerizada y sacarinosa brindada por Baldocci. De Martha Argerich (¡la hache en el nombre de la argentina suena tan forzada como la zeta de Letizia!) se espera siempre todo. Ofreció muy poquito: unas Escenas de niños sobresalientes, pero no excepcionales ni fascinantes, que en ningún momento –¡ni tan siquiera en el célebre Ensueño que suena precisamente en la película Ludwig!, ni en el quieto Habla el poeta que cierra el ciclo schumanniano- lograron perturbar o al menos contagiar la fibra sensible del buen melómano.
Su técnica de “acero flexible” quedó absolutamente ausente en Valencia. El genio de la excepcional y voluptuosa pianista argentina solo se vislumbró algo en La Valse de Ravel que cerró el programa, dicha con autoridad, virtuosismo y flexibilidad junto a un Baldocci que apenas alcanzó la categoría de telonero pegadito a la partitura, más atento a la solfa que a una música de la que ni fue capaz de memorizar el Liebestod. El recital no dio más de sí. Ni siquiera en el desechable arreglo para dos pianos de las lisztianas Reminiscencias de Don Juan asomaron los genios latentes de Liszt, Mozart, Da Ponte y Argerich. Tres bises sin ton ni son y muchos y merecidos aplausos a la diosa pero no a lo escuchado cerraron el concierto. Justo Romero
Publicado en Levante el 13 de Enero de 2018
Estoy completamente de acuerdo sobre su crítica de ese señor que salia a tocar con Martha (No me acuerdo de su nombre y eso que lo acabo de leer ).
Pero Martha ofreció al menos en valencia una deslumbrante musicalidad la cual jamás podre olvidar ya que asistí a su concierto , su kinderszenen me llego a emocionar.
Y le recuerdo que la colosa hace unos meses interpreto el concierto n 3 de Prokofiev con una tecnica impecable y con el ímpetu de un huracan a sus 76 años asi que mucho fuelle no ha perdido.