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Iolanta y Persephone: En el tibio sopor del duermevela
Por Publicado el: 16/01/2012Categorías: En la prensa

¡Cinco millones!

Diario Vasco
¡Cinco millones!
Poner los pies en los aledaños del Teatro Real y los mentideros líricos de la Villa y Corte no tenían otro tema monótono de conversación que las cinco veces mil veces mil de euros que existe de agujero en el coliseo madrileño, en los 16 meses que monsieur Mortier lleva en su rectoría. O sea la misma cantidad, ¡cinco millones!, de parados hay en las Españas. Es de esperar que el nuevo gobierno que dice venir con las tijeras le diga a este belga de Gante, que meta mano, con luz y taquígrafos, para conocer dónde está el colador de grasa en este recinto de ópera; y que el nuevo patronato que se nombre y el recién director general del Inaem pongan las cosas en su sitio y le digan a don Gerard que se acabó el despilfarro, y que los artistas (si por tal se tienen) se hacen grandes cuando con pocos medios se realizan buenas creaciones.
Y entrando en harina no hay ningún sonrojo en sostener que estas dos piezas líricas tienen más de cantatas que de óperas y bien se podían haber representado en versión concierto, pero había que dar parte de nuestro pastel al amigo, desde hace 25 años, mister Sellars, ‘enfant terrible’, talludito, de la escena. Pues mire usted, recibió, al final, aplausos de mera cortesía, cinco bravos vociferantes de cuerpos agradecidos y generoso abucheo y pitidos. Y es que para estas dos obras no se puede tomar el pelo (incluso el suyo hirsuto tipo cherokie) de tal forma, con la misma escenografía consistente en cuatro marcos de puertas, con unas cosas raras puestas en su travesaño superior (tipo mocordos, con perdón), cinco telones de fondo coloreados según la idealización dramática, que subían y bajaban y dos partiquinos -en ‘Iolanta- que manejaban dos focos móviles al estilo de los antiguos candiles de los factores de andenes de la extinta Renfe. Y a saber el dinero que se habrá llevado don Peter. Sin embargo, en la programación de esta temporada óperas como ‘La finta giardiniera’ de Mozart, o ‘Rienzi’ de Wagner, nos las servirán en versión concierto. Esto es un disloque.
‘Iolanta’ es una composición bellísima que estuvo, en términos generales, bien cantada, sobresaliendo de una forma especial el coro y más en el añadido que se le hizo, introduciendo al original el ‘Himno de los querubines’ del mismo Chaikovski y perteneciente a su ‘Liturgia de San Juan Crisóstomo, Op. 41’ que sirvió para alargar la obra y dejarnos una plena emotividad en la gran belleza de este canto coral. En ‘Perséphone’ el único cantante Groves, como Eumolpe, hizo lo que pudo y la actriz Blanc tuvo que hacer su recitado con amplificación, lo que causó el efecto de una dicción francesa defectuosa, mientras cuatro bailarines, tipo balineses, se movían por el escenario. EMC

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