Los clásicos rusos llegan al Auditorio Nacional
Los clásicos rusos llegan al Auditorio Nacional
La música rusa es tan rusa que no se parece a nada, como también sucede con su literatura, está llena de emociones que nos encogen el alma.
Las cuatro piezas que Fundación Excelencia ha elegido para este programa en el Auditorio Nacional el día 12 son todas “archiconocidas”, son tan buenas que han sido utilizadas en muchas ocasiones para bandas sonoras y anuncios, fundamentalmente por ese aplomo y su capacidad para hacernos sentir, e incluso desear.
La espectacular y conocida “Danza de los caballeros” pertenece a la obra Romeo y Julieta de Prokófiev. La obra se estrenó a finales de diciembre de 1938 en Brno, Chequia. El autor no pudo hacer su premier en la Rusia comunista porque sus composiciones chocaban con la línea creativa realista impuesta por los bolcheviques durante el primer tercio del siglo XX.
Además, el ballet fue calificado de “imbailable” por su complejidad rítmica y armónica, por lo que Prokofiev tuvo que utilizar la obra en el desarrollo de tres suites orquestales y varias obras para piano.
Romeo y Julieta es ahora reconocida como una de las obras maestras de su compositor. Inspirada en la obra de Shakespeare, “La danza de los caballeros” se corresponde con el famoso momento en el que los jóvenes se conocen en una fiesta de los Capuletos a la que Romeo no ha sido invitado. El modo menor utilizado por Prokofiev, junto a los compases de los vientos metales que nos hacen presagiar el horroroso final de la pareja de enamorados, nos recuerdan (cómo no) a las danzas rusas.
La suite sinfónica Sheherezade, basada en las “Mil y una noches”, fue compuesta en 1888. Su compositor, Nikolái Rimsky-Korsakov, era un nacionalista ruso del siglo XIX y uno de los integrantes del llamado “Grupo de los Cinco”. La obra está dividida en cuatro movimientos y el propio autor nos dejó la explicación de su obra en su diario: “El programa que me guió durante la composición de Scheherezade estaba formado por escenas aisladas o imágenes de las mil y una noches que distribuí en cuatro movimientos: “El mar y el navío de Simbad”, “La historia del príncipe Kalander”, “El joven príncipe y la joven princesa” y “El festival en Bagdad, el mar, el barco se estrella contra una roca”. Estas imágenes se articulan por medio de las introducciones del primer, tercer y cuarto movimiento y por el intermezzo del tercer movimiento (cuatro secciones cortas del violín que están asociadas a Scheherezade y al mismo tiempo son una especie de descripción del modo en que ésta relata sus historias al severo Sultán). Sin embargo, quien se empeñe en encontrar en mi música leitmotives que estén siempre conectados de manera consistente con una idea poética o concepto específico, buscará en vano.”
No hay que dejarse engañar por los temas de inspiración árabe, porque la música sigue siendo tremendamente rusa en todos sus sentidos, como lo son las dos obras de Tchaikovsky que rematan el programa la Obertura 1812, magistral obra que celebra con cañones y campanas la derrota de Napoleón en su campaña por conquistar Rusia y el Capricho Italiano, intensa y llena de folclore tras la visita de compositor a Italia.
Un concierto para románticos empedernidos en el que podremos ver en el podio del Auditorio a Felix Korobov dirigiendo a la Orquesta Clásica Santa Cecilia.
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Orquesta Filarmónica de San Petersburgo dirigida por Yuri Termikanov interpretando la 1812
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