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Por Publicado el: 16/12/2015Categorías: Crítica

CNDM: Las bellezas de Susanna

LAS BELLEZAS DE SUSANNA

            Haendel: “Susanna”. Sophie Karthäuser, Carlos Mena, Alois Mühlbacher, Paul Schweinester, Levente Páll, Günter Haumer, Marie-Sophie Pollak. Orquesta y Coro Wiener Akademie. Director: Martin Haselböck. Auditorio Nacional, Madrid. 14-12-2015. Universo Barroco.

Haselboeck

            No muy difundido en tiempos del compositor y prácticamente olvidado luego, este oratorio sobre el conocido tema bíblico no deja de atesorar bellezas. Partitura si se quiere menor, pero con momentos de alto interés. No posee desde luego el equilibrio, la perfección constructiva de otros oratorios u óperas del compositor anglosajón. No tenemos más que citar, entre estas últimas, a “Serse”, recientemente escuchada en el mismo escenario.

            Sólo nueve números corales –pocos en relación con otras obras similares del autor- y 26 arias –en este caso únicamente 23- configuran una partitura que entremezcla lo serio, lo dramático, con lo pastoril y lo abiertamente bufo o grotesco. Con todo, la música es casi siempre de excelente factura. A su servicio se entregó un aceptable equipo de cantantes, con Karthäuser y Mena a la cabeza. Ella, de timbre un poco ralo, desleído, posee mucho encanto y frasea exquisitamente, aunque cante a veces entre dientes. Sabe adornarse con holgura, como demostró en su última y nada fácil aria “Guilt trembling spoke my doom”. Él, en su plena madurez como contratenor, dio un curso de bien decir, de bien delinear una compleja y cambiante coloratura. Emisión límpida, pasajeramente fija en el agudo. Magnífico registro modal. Su parte, curiosamente, fue cantada en el estreno londinense de 1749 por una soprano.

            Afortunados, en plan caricato, los dos Ancianos, el tenor Schweinester, de timbre poco atractivo, y el bajo Páll, de estupendo y sonoro centro. Como es muy joven, es de esperar que vaya redondeando una zona grave de momento insuficiente. El también contratenor  Mühlbacher, en el personaje que desenreda la madeja que acusa a Susanna, mostró maneras, pero también un canto poco afinado y relativamente musical. Los demás cumplieron. Como lo hizo, aunque con empaste y precisión relativos, el Coro de doce cantores. Muy buena la orquesta de época de 25 miembros, de noble sonoridad y ajuste y ensamblaje idóneos. Haselböck es un buen músico, que sabe coordinar, concertar y acompañar, pero es más bien plano y algo monótono; no posee la chispa que demandan estos pentagramas. Y la obertura fue ya un ejemplo- Arturo Reverter

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