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Comentarios en la prensa: ‘Eugenio Oneguin' en el Teatro Real
Por Publicado el: 26/03/2025Categorías: Diálogos de besugos

Comentarios en la prensa: ‘Mitridate, re di Ponto’ en el Teatro Real

Comentarios en la prensa: Mitridate, re di Ponto en el Teatro Real

Mitridate, re di Ponto, de Wolfang Amadeus Mozart. Juan Francisco Gatell, Sara Blanch, Elsa Dreisig, Franco Fagioli, Marina Monzó, Juan Sancho y Franko Klisovic. Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. Dirección de escena: Claus Guth. Dirección musical: Ivor Bolton.

El pasado 23 de marzo, el Teatro Real de Madrid estrenó una nueva producción de Claus Guth de la ópera de Mozart Mitridate, re di Ponto. Esta nueva puesta en escena destaca por ser la segunda vez que nuestro país recibe este título de forma escénica, lo cual ha levantado un gran interés por parte de los aficionados a la lírica.

La crítica especializada ha alabado este estreno, si bien las mayores alabanzas se han dirigido a lo musical, destacando la dirección del titular saliente del Real, Ivor Bolton, así como del trío de voces femeninas protagonistas, Sara Blanch, Elsa Dreisig, y Marina Monzó.

Comentarios en la prensa: Mitridate, re di Ponto en el Teatro Real

Mitridate, re di Ponto, en el Teatro Real

EL PAÍS 24/03/2025

(Selección)

Mitridate, re di Ponto nos sumerge en el subconsciente del joven Mozart

Mozart debía de ser una esponja a los catorce años. Al parecer, no solo asimilaba toda la música que tenía a su alrededor, sino que trataba a sus colegas mayores con una asombrosa familiaridad. (…)

Esta primera ópera seria de Mozart está imbuida, en algunos momentos, de una asombrosa calidad musical. Hay muchas muestras del nivel de asimilación de las convenciones del dramma per musica junto a la chispa del virtuosismo vocal e instrumental. (…) Pero la nueva producción de Claus Guth, estrenada el pasado 23 de marzo en el Teatro Real (…), ahonda en la precoz psicología de sus personajes.

Guth vuelve a concentrar toda la tensión dramática de la ópera en los conflictos familiares, dejando de lado las cuestiones políticas y militares. En esta ocasión, la trama se centra en la decadencia de Mitrídate, un padre poderoso y autoritario que finge su muerte para conocer las ambiciones de sus dos hijos, Farnace y Sifare. Ambos compiten por el amor de la misma mujer, la princesa griega Aspasia, que también es la prometida de Mitridate. Al quinteto protagonista se suma la princesa parta Ismene, que ha sido destinada al primogénito Farnace, aunque este la rechaza.

La acción se impulsa (…) por un escenario giratorio diseñado por Christian Schmidt, que traslada la corte helenística de Ninfeo a un moderno palacio ambientado en la década de 1960 junto al vestuario de Ursula Kudrna, o dispone de personajes mudos, como sucede con el mayordomo, interpretado por el actor José Luis Mosquera.

La producción incluye, además, una novedad interesante: un reverso escénico que representa el subconsciente de los personajes. Se trata de una pared gris semicircular plagada de agujeros negros que contrasta con el realismo del resto, y en la que doce bailarines (…) representan sombras o explotan simetrías y duplicidades de los protagonistas (…). El resultado ofrece momentos fascinantes, como la aparición de Mitrídate en el primer acto o el aria de Sifare del segundo, Lungi da te, mio bene (…). Sin embargo, también se incurre en cierto horror vacui, como sucede en la bellísima cavatina de Aspasia en el tercer acto, Pallid’ombre, che scorgete (…).

La dirección musical de Ivor Bolton, que afronta su última producción como titular del Teatro Real, volvió a extraer un aroma historicista idealmente adecuado de la formación del coliseo madrileño. Escuchamos esa vitalidad rítmica y gracilidad melódica en la obertura y en los ritornelos de las arias. Tampoco decayó en los recitativos acompañados o en los secos, aunque algunos de estos últimos fueron acortados o suprimidos. Es una constante en todas las producciones de esta temprana ópera de Mozart, junto con la eliminación o acortamiento de algún aria. (…)

Hubo decisiones comprensibles, como la supresión de la única aria de Arbate y la eliminación del semi da capo del aria de Marzio. Sin embargo, musicalmente resultó inaceptable la traslación del aria de Ismene So quanto a te dispiace, del segundo acto al tercero, y la consiguiente supresión de su bellísima Tu sai per chi m’accede. (…)

Pero el principal sostén de esta producción, aparte de la fluidez escénica y orquestal, fueron las voces. No es nada fácil encontrar un quinteto de cantantes con dotes actorales y capaz de afrontar la dificultad técnica y el desgaste físico que implican las 22 arias de esta ópera junto a un dúo y un quinteto. (…)

Vocalmente, destacó el trío de sopranos. Con la dramática Aspasia de la catalana Sara Blanch, segura y poderosa en sobreagudos y vocalizaciones (…). No se quedó atrás Sifare, en la voz de la francesa Elsa Dreisig (…) que brilló técnicamente en todas sus arias, pero especialmente en el fraseo de la mencionada Lungi da te, mio bene. Las dos juntas convirtieron el dúo Se viver non degg’io en uno de los mejores momentos de la noche. La valenciana Marina Monzó, por su parte, bordó sus dos arias con exquisita solidez.

El tenor argentino Juan Francisco Gatell fue un Mitridate sin destellos, aunque de gran solvencia en los inmensos saltos y otras exigencias vocales del personaje. Y su compatriota, el contratenor Franco Fagioli, exhibió como Farnace su dominio del registro de pecho y brilló especialmente en su aria final, Già dagli occhi il velo è tolto, que coronó con una magnífica fermata.

Los secundarios también estuvieron a la altura: el tenor sevillano Juan Sancho afrontó con solvencia las dificultades de la única aria del tribuno romano Marzio, y el contratenor croata Franko Klisović desafió los agudísimos recitativos del gobernador Arbace (…).

Pablo L. Rodríguez

Comentarios en la prensa: Mitridate, re di Ponto en el Teatro Real

Imagen de la producción de Claus Guth

EL MUNDO 24/03/2025

Mitridate, Re di Ponto de Mozart en el Teatro Real: feliz rescate de una obra juvenil

Una excelente velada operística que el público recibió con el aprecio que ampliamente merecía

El festival de Salzburgo de 2006 se dedicó a representar las 22 óperas de Mozart. Una buena idea que sirvió para demostrar tanto que Wolfgang Amadeus era ya Mozart desde muy niño como que la maduración del genial operista avanzaría en paralelo a la calidad y evolución de sus libretos. La coproducción del Teatro Real con el Liceo barcelonés y la Ópera de Frankfurt da a conocer una obra magnífica, con vigorosa entidad propia, que no tiene sentido comparar con los grandes títulos posteriores.

Es esta una pieza peculiar, sobre todo porque el íntimo ímpetu dramático de la música se despega del estatismo barroco para dotar de carne y sangre a unos seres apresados en la rigidez; se suceden, como estaba prescrito, los recitativos, acompañados o no, y las arias, que aquí no se limitan al regodeo del soliloquio; además de quejarse y de describir reiterativamente lo que sienten o creen desear, participan en la intriga, integrándose en una acción hasta alcanzar el pathos que convierte en personaje la mera figura convencional, protegida o no por una máscara.

La historia de este rey helénico que en el siglo primero antes de Cristo trató de contener la furia imperialista del romano Pompeyo a lo que más se parece, extrañamente, es a una obra teatral del dramaturgo norteamericano Eugene ONeill, o a una novela de los también norteamericanos John Steinbeck o Erskine Caldwell, con el padre que vuelve derrotado de la guerra y encuentra a sus hijos enfrentados por la conquista del poder y los favores de la prometida del padre.

Mitridate (Juan Francisco Gatell) es recibido por Aspasia (Sara Blanch), desgarrada entre Sifore (Elsa Deisig) y Farnace (Franco Faglioli). Ismene (Marina Mozó) asiste impasible, ante el ímpetu de Marzio (Juan Sancho) y la mediación del Abate (Franco Klisovic). Un buen reparto muy bien equilibrado; si puede pensarse que destaca el contratenor Fagioli se debe quizá a que el compositor adolescente se ha sentido especialmente inspirado por la tesitura del “castrato”.

La dirección musical de Ivor Bolton en armoniosa síntesis con el empeño logrado de Claus Guth por dotar de realidad teatral el viejuno argumento vitalizado por la música. El Teatro Real divide su programación entre funciones representadas y títulos en concierto. Este título infrecuente en último término es sobre todo una gran colección de bellas arias, y resultaría adecuada su presentación en la modalidad de concierto, como ya se hizo.

Pero se agradece la puesta en escena de Guth, un habitual, que dota de plástica teatral, ritmo coreográfico, y verdad actoral a la peripecia del monarca vencido que se encuentra al volver a casa que no es un héroe homérico sino el protagonista de un melodrama de sórdidas traiciones que el propio Mitridate logra elevar a la categoría de tragedia griega inmolándose como un arrepentido truculento protagonista de Shakespeare. El sacrificio real reconcilia a las figuras del folletín y enjuga su sordidez para aunarse en un común arrepentimiento.

Una excelente velada operística que el público recibió con el aprecio que ampliamente merecía.

Álvaro del Amo

Comentarios en la prensa: Mitridate, re di Ponto en el Teatro Real

La soprano Sara Blanch como Aspasia

ABC 24/03/2025

(Selección)

‘’Mitridate’, o cómo hacer arte del oficio

Basta escuchar ‘Mitridate, re di Ponto’ para entender la reacción de la ‘prima donna’ Antonia Bernasconi, quien aceptó estrenar la ópera de Mozart con la condición de que su parte fuera compuesta por el más experimentado Gasparini, pero que cambió de opinión en cuanto vio la partitura de aquel joven de catorce años. Bernasconi comprendió el talento que se encerraba en una obra digna de un compositor decididamente genial, aunque acabara de aprender los códigos de la ópera seria.

Las razones de Bernasconi siguen vivas y de ahí que ‘Mitridate’ pueda verse ahora en el Teatro Real, asumiendo las muchas dificultades que más allá de la indiscutible calidad de la obra incorpora este «arrebato» de inspiración.

El domingo se estrenó la producción realizada en colaboración con Frankfurt, Barcelona y Nápoles, y que en Madrid llega con dos repartos para diez representaciones. Ivor Bolton es el responsable musical, Claus Guth el director de escena, y en el primer elenco se reúne un grupo de intérpretes capaces de resolver las artimañas que Mozart, musicalmente voraz, introdujo en la partitura.

Esto es especialmente significativo en el papel de Aspasia, que tanto entusiasmó a Bernasconi, y que ahora Sara Blanch resuelve con una autoridad indiscutible. La primera aria, apenas ha terminado la obertura, es ya una revelación. Impecable, segura y resuelta en la coloratura. (…)

Blanch se une a Elsa Dreisig y a Marina Monzó en la conformación de un trío femenino protagonista que merece la pena escuchar. La primera defendiendo a Sifare con peso y personalidad, maneras delicadas y encanto en el aria ‘Lungi da te, mio bene’, indiscutible número con trompa obligada que Jorge Monte de Fez interpretó con legitimidad desde el escenario. Monzó aportando gusto, sutiles inflexiones y una calidad vocal y humana que ponen a Ismene en una dimensión muy elevada.

(…) Y junto al trío protagonista está el contratenor Franco Fagioli salvando su parte con volumen moderado y suficiencia en el registro agudo, particularmente en la endiablada aria final ‘Già dagli occhi il velo è tolto’ que cantó con perspicacia. Juan Francisco Gatell ejecuta con bravura, coraje, decisión y buen ‘fiato’ el papel de Mitridate, no menos tramposo.

Porque Mozart se debió divertir poniendo cepos en ‘Mitridate’, lo que a su manera significaba convertir el oficio en arte. También se nota que Claus Guth ha disfrutado explicando escénicamente la obra. La robustez de su trabajo es indiscutible, la calidad del acabado extraordinaria, la lectura que propone muy coherente, y todo ello a partir de un vademécum de consabidas soluciones escénicas que aquí se ordenan con sensatez.

La historia de ‘Mitridate’ se explica con claridad y amenidad en el contexto de una familia que vive la realidad de sus miserias cotidianas pero que también se expone a las consecuencias de su propio ánimo. El juego entre lo veraz y lo imaginado implica un doble escenario que gira permitiendo que el salón se convierta en un espacio desnudo en el que surgen duplicaciones de personajes, sombras y el presagio de la muerte. Coincidiendo con ‘Mitridate’, Ivor Bolton deja la titularidad del Real. (…)

Alberto González Lapuente

Comentarios en la prensa: Mitridate, re di Ponto en el Teatro Real

Imagen de la producción de Claus Guth

LA RAZÓN 25/03/2025

Tres reinas en el país del inconsciente

Se cumplen veinte años de la actuación de Marc Minkowski y Les Musiciens du Louvre en el escenario del Teatro Real con Mitridate, re di Ponto, eso sí, en versión de concierto. Aquel concierto formaba parte de las labores reivindicativas del director francés, que al acabar ciertas obras —como también hizo con Il trionfo del tempo e del disinganno handeliano— levantaba la partitura y la agitaba frente al público para hablar del injusto olvido. Volvió anoche la ópera al Teatro Real ahora sí con escenografía de Claus Guth y en coproducción con la Oper Frankfurt, el Gran Teatre del Liceu y el Teatro di San Carlo.

Mitridate es tan genial como patizamba, desequilibrada en muchos aspectos pero viva muestra de la capacidad de interiorización de los códigos operísticos de un Mozart de catorce años. No se trata ahora de construir un relato mitificado del genio salzburgués, basta con entender sus excesos y disfrutar del manantial creativo y dramático que supone la ópera. El liberto proviene del drama de Racine, el favorito de Luis XIV, que narraba las disputas familiares alrededor del poder y la resistencia al empuje del Imperio Romano. Los conflictos son intensos pero la trama, en realidad, sencilla.

Claus Guth propuso un montaje conceptualmente cargado de sus propios estilemas: la casa pivotante, los fantasmas del inconsciente, el reinado de los sosias; todas propuestas que hemos visto en mayor o menor grado de desarrollo en otros trabajos suyos como Rodelinda u Orlando. La novedad residió en cómo de elaborado está en Mitridate el espacio del subconsciente, la complejidad de ese semicirco onírico repleto de agujeros donde los remordimientos y los dobles de los protagonistas construyen un correlato aterrador.

Al girar este mundo del inconsciente encontramos una casa en dos niveles, enclavada estrictamente en el mundo de lo real. La mansión se hermana estéticamente con el modernismo de Frank Lloyd Wright y recuerda hasta cierto punto a la mítica Casa Vandamm del North by Northwest de Hitchcock: elegancia y materiales nobles para ambiciones desmedidas.

La coreografía de este mundo abstracto de sombras y sueños, los movimientos de sus protagonistas y los juegos de sombras con los muertos son lo más brillante del montaje, con los actores movidos milimétricamente para explicar los conflictos que van pivotando desde la jerarquía en el amor, la muerte o las heridas de la infancia. Los fantasmas de subconsciente y los remordimientos colonizan las largas arias de Mozart y van a acabar por desbordar ese mundo irreal, trasladándose al espacio concreto y creando las imágenes impactantes.

Vocalmente hablando, el reparto destacó por tres voces femeninas magníficas, algunas de ellas incorporaciones muy recientes que maduran a velocidad de vértigo. Magnífica la Aspasia de Sara Blanch, un personaje de vocalidad compleja y que tiene que arrancar con un aria más que comprometida. Ser el objeto amoroso de tres personajes distintos la convierte en una mujer maltratada a varias bandas, algo que Blanch sostuvo dramáticamente de forma impecable.

Igualmente sobresaliente el Sifare de Elsa Dreisig, con sensibilidad y fraseo sobresalientes. Su Lungi da te, mio bene, aria con la trompa obligada que Jorge Monte de Fez sobre el escenario, fue realmente hermosa. La tercera pata la puso Marina Monzó con una Ismene sutil, bellamente ornamentada y construida con sentido teatral. Las contrapartes masculinas, como el propio Mitridate de Juan Francisco Gatell  o el Farnace de Franco Fagioli, resolvieron sus papeles trampa con algunos momentos más brillantes del primero y cierto aplomo en el segundo.

Ivor Bolton se despide con esta ópera de la titularidad del Real, y lo hace de manera elegante, sabiendo construir los lechos sonoros donde habita el drama y la emoción en esta juventud prodigiosa de Mozart.

Mario Muñoz Carrasco

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