Con menos medios…
Ciclos Musicales
Obras de Martínez Palomo y Mahler. Marussa Xyni. Orquesta Sinfónica de Madrid. M. Gómez Martínez, director. Auditorio Nacional. Madrid, 26 de abril.
Por algún motivo los “Ciclos Musicales” de la Orquesta Sinfónica de Madrid, financiados por la Comunidad de Madrid, son un ciclo pobre en ciertos sentidos. Por ejemplo en el publicitario. Muy poca gente se puede enterar de sus programas porque su merchandising deja bastante que desear. Pero también en el diseño de sus programas de mano. Posiblemente se trata del único ciclo en el que no se recogen los textos de las obras a interpretar con su correspondiente traducción al español. Por eso, entre otras cosas, nadie se pudo enterar de los poemas de Juan Ramón Jiménez que sirven de base a los “Cantos del alma, fantasía-suite para soprano, clarinete y orquesta” de Lorenzo Martínez Palomo (Ciudad Real, 1938). Y menos del de “La vida celestial” que cierra la “Cuarta” sinfonía de Mahler. La soprano griega Marussa Xiny brilló más en esta última obra, en la que resultó una gratísima sorpresa, superando por muchos puntos a Juliane Banse, quien había cantado la misma partitura cuatro días antes con la Jugend Mahler Orchester y Claudio Abbado. Terrible coincidencia.
Sólo la plantilla marcaba ya una diferencia. Los doce contrabajos de Abbado habían pasado a siete y así el resto. Pero, todo hay que decirlo, la plantilla de Gómez Martínez era mucho más próxima a la pensada por el compositor. La versión también lo fue en la indicación de Mahler respecto al último tiempo “es muy importante que el canto sea acompañado con mucha discreción”. De aquí también la superioridad de Xiny respecto a Banse. Nada más empezar el primer tiempo se apreciaron las diferencias orquestales, muy especialmente en la cuerda. A la Sinfónica de Madrid le hace falta alguien que les prepare los arcos según los estilos. Esta sinfonía no es nada fácil y tampoco los ensayos numerosos, pero Gómez Martínez es un director solvente que sabe transmitir lo importante en poco tiempo. De ahí que, una vez “olvidadas” las diferencias, el oyente pudiese disfrutar de una versión no sólo bien construida sino con un especialmente buen tercer tiempo.
Los “Cantos del alma” del injustamente poco conocido Matínez Palomo tienen la virtud de sonar bien y no asustar al oyente, que se imbuye en un peculiar mundo a mitades debussiana y andaluza. Los bravos surgieron espontáneamente al terminar el Mahler. Gonzalo Alonso
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