Academia del Piacere

Conservadores, abstenerse

Desde los tiempos de Antonio Moral la Academia del Piacere se ha convertido en un asiduo del auditorio nacional. (Como la música barroca, en general). Parece que va a proseguir esa tradición, que –también parece – se extiende a esa idea genérica según la cual no toda la música barroca es lo que parece. Aunque parezca que lo parece. Pero no es cuestión de pareceres sino de una determinada cultura de la apreciación y la comprensión musicales. Hay gentes a las que esta música les aburre porque, dicen, no irradia la emoción que nos entrega una música sinfónica ´como dios manda´. A mí personalmente mucha de esa música, efectivamente, me parece demasiado ilustrada (léase desalmada); pero me cuido bastante de no  meterla toda en el mismo saco. Y también me pasa otra cosa: que la música sinfónica posterior cada vez me aburra más, en su boato sonoro. Pero me cuido también de no generalizar. Total, que si la idea de recuperar la música barroca más desconocida para la sala de conciertos hoy no puede calificarse sino de excelente idea, tampoco caigamos en la tontería; azucemos el oído, la capacidad crítica… y también nuestro corazoncito de escuchador compulsivo.

Todo esto viene a cuento porque enfrentarse  a programas como el que nos propone Alquai y su grupo conlleva un cierto  peligro  de desubicación, al mismo tiempo que un cierto morbo a la hora de enfrentarse a músicas que desconocemos totalmente. ¿Serán buenas o no? ¿Me enteraré de lo que me están dando o no? ¿Me autocensuraré en mi reacción si me perece que son un rollo? Pero también: tengo la posibilidad de, a estas alturas de la película, con la muchísima música que mis espaldas arrastran ya, descubrir algo muy grande y disfrutar como un tonto. El listado es el siguiente:  Sinfonia Grave, Sonata sopra l’aria di Tordiglione y Sonata V, de Salamone Rossi, junto a dos arias (¿) del Orfeo de otro Rossi, esta vez de nombre Luigi. Qué hago, ¿digo la verdad? No tengo ni idea de qué músicas son estas, y en cuanto a los compositores, me suena mucho haberlos visto en portadas de discos, en estanterías de tiendas en los tiempos en los que cada semana las llamadas entonces compañías independientes las invadían con cientos de novedades. Bien. Después escucharemos algo del Il ritorno dÚlisse in patria, de Monteverdi. Palabras mayores. Música de la que no se repite en la historia más o menos hasta Gluck. La Passacaglia de Biagio Marini es una música que podemos recodar como excelente, y desde luego nos la jugamos al recomendar las piezas programadas de Gaspar Sanz, el gran Durón y el indiscutible Hidalgo. La mayor parte de esta música no la conocemos (así que no es como cuando vamos al auditorio a escuchar la cuarta de Beethoven), lo que nos traslada de nuevo a nuestro melancólico estado de ánimo anterior: parece que sí, que parece que es gran música, pero habrá que verlo.

Creo que, leyéndoseme entre líneas, y no entre líneas, la conclusión es según se sea: inquietos no perdérselo; conservadores abstenerse.  Pedro González Mira

Il Gran Teatro del Mondo. Pasiones humanas en la música teatral entre España e Italia. Roberta Mameli, soprano;  Juan Sancho, tenor. Accademia del Piacere . Dir.: Fahmi Alqhai.  Obras de S. Rossi, Monteverdi, Marini, Sanz, Hidalgo, L. Rossi, Durón y Nebra. Auditorio Nacional de Música, Sala de cámara. Martes 4, 19.30. 10, 15 y 20 €.