Cosi fan tutte en Dresde: una charlotada
COSÌ FAN TUTTE (W. A. MOZART)
Semperoper de Dresde. 2 Junio 2014.
Llegar a tiempo a Dresde para asistir a esta representación de Cosí Fan Tutte estaba bastante complicado, a menos que los aviones funcionaran a la perfección, cosa que no ocurrió. Sería muy largo de contar todo lo acontecido para llegar al precioso teatro de la Semperoper a tiempo, pero el caso es que conseguí sentarme en mi localidad al apagarse las luces. Tanta peripecia no ha estado justificada por el resultado de la representación, que ha dejado bastante que desear. Una producción escénica para olvidar, una versión musical poco mozartiana y un reparto vocal más bien modesto son los ingredientes de esta decepcionante representación de la ópera de Mozart.
La producción escénica lleva la firma de Andreas Kriegenburg y fue estrenada durante el pasado mes de Marzo. En los últimos tiempos había tenido ocasión de ver el Anillo del Nibelungo y Wozzeck en Munich y mi impresión del trabajo de este regista era muy positiva. De ahí mi interés en ver qué nos ofrecía en esta ópera de Mozart. Pues bien, en esta ocasión su trabajo me ha recordado a unos festivales taurinos que se hacían en mi niñez, que eran conocidos en mi Pamplona natal como “charlotadas”, ya que era habitual que alguien vestido de Charlot actuara en la plaza de toros. No se trataba de que el tal Charlot toreara, sino simplemente de que hiciera reír al público. En mi caso no lo conseguía.
Viene esto a cuento por el hecho de que Andreas Kriegenburg no tiene mejor idea que ofrecer en escena una “charlotada”, ya que Guglielmo y Ferrando van vestidos como Charlot, aunque sin bastón, mientras que Fiordiligi y Dorabella parecen unas muñecas, la primera como una menina y la segunda con una peluca que no es otra cosa que un gran bigote. Don Alfonso parece ser algo parecido a Karl Lagerfeld. Evidentemente, Kriegenburg tira por el camino de la bufonería chabacana y aburre al personal, especialmente a quien esto escribe. No hace falta echar mucha imaginación a los
disfraces de los dos “albaneses”, ya que simplemente para parecerlo se cambian de lado las chaquetas, es decir pasan de Charlot en negro a Charlot en gris. La presencia en escena del coro es patética. Ni la famosa Forza del Barbero de Sevilla resulta tan ridícula.
A todo esto Andreas Kriegenburg nos ofrece una escenografía (Harald Thor), que va más allá del minimalismo para adentrarse en el nihilismo. Una plataforma giratoria es toda la escenografía, a la que se añaden unas cortinas blancas en el primer acto y unos bancos en el segundo. El vestuario de Andrea Schraad se pone al servicio de la supuesta charlotada bufonesca y ofrece colorido en las damas y tonos grises y negros en los hombres. La iluminación de Stefan Bollinger no tiene mucho protagonismo. No merece la pena extenderse más. Una charlotada aburrida.
Omer Meir Wellber estuvo al frente de la dirección musical y acompañó los recitativos desde el clave. A su lectura le faltó delicadeza y ligereza. A mí aquello no me sonaba al genio de Mozart. Hace falta otra gracia para hace justicia a esta partitura. No faltaron algunos momentos notables, pero, en general, abusó de volumen. No me convenció. La Staatkapelle Dresden es una orquesta impresionante, pero le recuerdo mejores actuaciones. Sin mayor relieve el Staatsopernchor Dresden en sus breves intervenciones.
La soprano americana Emily Dorn fue la encargada de interpretar a Fiordiligi y, aunque fue vocalmente lo mejor del sexteto de solistas, su adecuación al personaje resulta más que dudosa. Tiene una voz atractiva de soprano ligera en el centro, que se abre de manera sorprendente en las notas altas, donde su volumen se amplía notablemente. Fiordiligi necesita una soprano de más peso vocal, ya que es muy exigente por abajo y Emily Dorn resulta bastante escasa en esa zona. Es una cantante interesante, pero no es Fiordiligi lo que mejor podrá hacer. Pasó sin pena ni gloria por Come Scoglio, mejorando claramente en Per Pietá.
Katrin Wundsam fue una Dorabella de escaso interés vocal. Empiezo por poner en duda que ella sea una mezzo soprano. Más bien creo que es una soprano y eso hace que quede corta en el personaje de Dorabella y que no haya casi contraste entre las dos hermanas.
El tenor americano Christopher Tiesi fue un Ferrando de escaso interés. La voz tiene cierto atractivo en el centro, pero todo el tercio agudo está mal colocado y peor emitido, quedándose atrás. Tiene además problemas de control de respiración y su corta talla hacía imposible que nadie creyera que no pudiera ser reconocido por su novia.
Escena
Christoph Pohl es un habitual en Dresde y su Guglielmo tampoco me convenció. Su voz resulta excesivamente engolada y además prefiero una voz más oscura en el personaje. Sea por iniciativa suya o del maestro, cantó en el primer acto el aria Rivolgete a lui lo sguardo, que siempre me ha parecido mucho mejor que la habitual Non siate ritrosi.
Ute Selbig fue una adecuada intérprete de Despina, aunque no ofreció nada de especial relevancia. En cuanto a Georg Zeppenfeld me pareció que no es el cantante más adecuado para Don Alfonso. En otro repertorio siempre me ha gustado, pero aquí hace falta otro tipo de voz y de intención en el canto.
La Semperoper ofrecía una entrada que no llegaría al 90 % de su aforo. El público se mostró cálido con los artistas, aunque no escuché ningún bravo dirigido a ellos en los saludos finales.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 3 horas y 12 minutos , incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 38 minutos. Seis minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara – palco central – era de 101 euros. La butaca de platea costaba 84 euros, mientras que las filas de atrás costaban 62 euros. La entrada más barata costaba 21 euros. José M. Irurzun
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