“Cosi fan tutte” en el Español
“Cosi fan tutte” en el Español
El genio de Strehler
“Cosi fan tutte” de Mozart. E.Braynova, A.Bonfitto, A.Giovannini, R.Turner, A.Simoni, F.Facini. Coro de la Fundación Lírico Sinfónica Petruzzelli y Teatrote Bari. E.Frigerio, escenografía. F.Squarciapino, vestuario. C.Basttistoni, dirección escena. A.Bosman, dirección musical. Teatro Español. Madrid, 19 de junio.
El Ayuntamiento de Madrid ha dado la sorpresa dentro de la programación del Teatro Español de incluir una ópera. El teatro tiene ahora un pequeño foso, pero tan pequeño que la orquesta de una ópera casi de cámara como “Cosi fan tutte” no cabe en él. El clave está en el patio de butacas, las maderas en un palco a la izquierda y los metales en otro a la derecha. Pero la cosa funciona y funciona porque el espectáculo es ante todo teatral. Giorgio Strehler era un genio y a las pruebas hay que remitirse. Este “Cosi fan tutte” fue su último trabajo, ya que murió durante su periodo de ensayos. Las notas al programa de mano en las que el propio Strehler cuenta con todo detalle cómo ve la obra y los personajes no podrán ser ignoradas por nadie que se enfrente escénica o musicalmente con esta obra. En ella se encuentra la justificación para cada movimiento. Casi hasta para cada nota. Eso es el genio, porque no hay nada trasgresor. No, Strehler hace lo de siempre, lo que Mozart quería, pero lo hace con imaginación para quitar todo el polvo a la tradición desde la misma tradición. Y lo hace con poquísimos medios. Frigerio y Squarciapino también saben comedirse. Eso es lo más difícil, lo que muy pocos consiguen. Lo fácil es lo otro: transgredir con lujo.
En el Español no está Strehler, pero Carlo Battistoni fue quien se hizo cargo de la producción tras su fallecimiento y todo funciona con frescura, haciéndonos reír o dejándonos un sabor agridulce. Se disfruta con la actuación de todos los intérpretes y, hasta por momentos, uno se olvida que la ópera es ópera y que requiere cantar, y que hay arias como el “Come scoglio” o el “Aura amorosa” que requieren unas voces de categoría. Estas no existen, pero compensa acercarse al Teatro Español para comprobar que existen otras formas de hacer ópera y que los teatros, que no pueden vivir siempre de la ilusión de los divos, pueden hallar caminos alternativos. Sólo es cuestión de genio. Nada más, pero nada menos. Gonzalo ALONSO
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