Crisis en Italia: nota a tomar
Crisis en Italia: nota a tomar
Aún no han cesado los ecos de los sucesos en la Ópera de Roma. Ricardo Muti, después de los sinsabores en la Scala, pensó que Roma era una ciudad en la que podría desarrollar una labor con garantía de independencia artística y sindical. Se equivocó. Hace ya más de un año que se venían sucediendo huelgas intermitentes en sus cuerpos estables que llegaron a afectar a funciones del emblemático maestro. Mucho luchó Muti para mejorar una orquesta de segunda antes de tirar la toalla. La situación de orquestas y coros en el país vecino es de escándalo. Los de Roma tienen contratos de 28 horas semanales y, por ejemplo, su primer violín ha trabajado 62 días en seis meses. Mucho empeñó el director en la gira por Japón. Poco antes de partir, hubo varios músicos que presentaron certificados médicos de enfermedad, con lo que hubo que buscar y pagar sustitutos. A una “Boheme” en Caracalla no se presentó la orquesta romana y se tuvieron que devolver los importes de las localidades.
Algunos coros se niegan a mover la cabeza mientras cantan. También los bailarines piden complementos por danzar sobre un plano inclinado… La misma Scala tuvo que rendirse en 2012 a las “prestaciones especiales”. En fin, que hay que pagar más por cualquier cosa que no figure en los reglamentos, ya sea cantar al aire libre, ponerse un frac o participar en un video o retransmisión. Para colmo los directores musicales tienen difícil hasta el realizar audiciones individuales para evaluar rendimientos. El poder de los sindicatos en la música italiana es inmenso: una minoría reclama derechos y privilegios contra la voluntad de una mayoría que se deja aterrorizar, Sin embargo la situación es insostenible por insolidaria. Así lo ha reconocido el ministro de bienes culturales, cuestionando abiertamente el papel de los sindicatos en los teatros. ¡Qué lejos quedan actitudes como la de pedir excedencias o jubilaciones para que el grupo incorpore talentos superiores!
Causas análogas han provocado las salidas de Nicola Luisotti en Nápoles y Gianandrea Noseda en Turín. Ninguno de ellos podía desarrollar su trabajo con la serenidad necesaria. Y, bien es cierto, que al problema sindical se une la incompetencia de más de un director general.
Es obvio que así no se puede continuar y el alcalde de Roma ha tomado una decisión que de recorrido: el despido de coro y orquesta. A partir de ahora se contratarán los cuerpos necesarios para cada título. Quizá no sea sobre el papel lo mejor artísticamente hablando, pero si en la práctica, dado a donde se ha llegado. Plantillas artísticas y administrativas, gastos gerenciales innecesarios, producciones costosísimas que no gustan a nadie más que a sus creadores y protectores, cachés de locura… Todo ha de reformarse. También en España. Gonzalo Alonso
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