Crítica: 1º y 2º reparto de Luisa Miller en el Liceu
LUISA MILLER
Tradición de grandes voces
“Luisa Miller” de Verdi. Primer reparto: Dmitry Belosselskiy, Piotr Beczala, J’Nai Bridges, Marko Mimica, Michael Chioldi, Sondra Radvanovsky, Gemma ComlaAlbert, Albert Casals. Dirección musical: Domingo Hindoyan. Dirección de escena: Damiano Michieletto. Orquesta y Coro del Gran Teatro del Liceo, Barcelona 17-VII-2019.
Llegó el último título de la actual temporada del Liceo, que tiene una significación especial por varios motivos. Es el último de la era Christina Scheppelmann, a quien se le dedicó una cena de despedida días atrás. Es también, en cierto modo, el regreso a lo que fue la tradición de grandes voces hace algunas décadas. A Sondra Radvanovsky y Piotr Beczala no se les tienen cualquier teatro. Era por tanto uno de los títulos más esperados de la temporada y no defraudó.
Parece que el teatro está decidido a buscar un compromiso afectivo con las grandes voces que le suponga una mayor facilidad en su contratación. Me cuentan que Radvanovsky se ha ofrecido a grabar en inglés el aviso de desconectar los móviles. Detalles de unión con el teatro. Pero lo que un día fue suficiente para el Liceo y le creó fama en todo el mundo ya no es suficiente en los tiempos actuales. Hoy es necesario contar con una orquesta y un coro de primer nivel y ello ha de ser una preocupación fundamental del nuevo equipo directivo. En estas mismas fechas el Teatro Real ofrece “Il Trovatore” y “Giovanna D’Arco”, un gran Verdi y uno menor. “Luisa Miller”, decimoséptima ópera en su producción, no es ni una ni otra cosa: Verdi respira por todos los poros pero no llega aún a la enjundia del “Rigoletto” dos años posterior. Los cuerpos estables del Liceo han de realizar un esfuerzo por ponerse a la altura de los del Real. Domingo Hindoyan, en carrera ascendente, dirigió con viveza e incluso matiz, pero orquesta y coro son los que son.
La puesta en escena firmada por Damiano Michieletto no aportó nada especial, no supo manejar el coro y mareó en ocasiones con el movimiento giratorio.
La clave: la pareja protagonista. Sondra Radvanovsky ha tardado en consolidarse como una de las tres o cuatro mejores sopranos de la actualidad. Aún recuerdo aquella, entonces joven, que cantó unas impresionantes “Visperas sicilianas” en Viena bajo dirección de Gómez-Martínez. Tantas octavas las tenían muy pocas cantantes y asombró en el célebre “Bolero”. Sus bazas son caudal vocal, magnífica proyección, gran extensión, agudos sólidos, buena dicción, amplio fiato y la capacidad para servir a las partituras respetando dinámicas, filados… en definitiva, una técnica como tienen pocas. Escribía José María Irurzun en su previo que posiblemente debutaba el papel. Funcionó mucho mejor en la segunda parte, más adecuada a sus características de soprano spinta que en la primera, casi de soprano de coloratura. Fue muy ovacionada en su aria principal, que no tiene la belleza de la del tenor y estuvo magnífica en la parte final, esa parte con dúo con su padre, dúo con el tenor y trío en la que Verdi parecía no saber cómo terminar o se emborrachó de inspiración. Piotr Beczala se halla a la cabeza de los tenores. “Primo tenore absoluto” gritó un espectador. Un auténtico tenor, con homogeneidad y facilidad en todos los registros y una voz preciosa. Magnífico en su aria, una de las más bellas que escribiera Verdi. Era difícil mantener el nivel de la pareja y Michael Chioldi, el padre de Luisa, resolvió la papeleta sin demasiada sutilidad. Mejor el sólido Walter de Dmitry Belosselskiy y el Wurm de Marko Mimica. Correcta J’Nai Bridges como Federica.
Una representación en la que, sin nada que pueda alterarlo, se dejó el protagonismo a las voces y éstas arrastraron al público a un entusiasmo que hizo regresar las grandes noches del Liceo. Gonzalo Alonso
Segundo Reparto: Eleonora Buratto y Juan Jesús Rodríguez destacan en un reparto irregular
Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 24 Julio 2019.
Estas notas corresponden al segundo de los repartos programados, que ha funcionado bien, aunque con altibajos entre los distintos personajes.
Sigue la producción de Damiano Michieletto, así como la dirección de Domingo Hindoyan, que destaca en su lectura del tercer acto.
La nueva Luisa Miller era la soprano italiana Eleonora Buratto, que tuvo una buena actuación. Es curiosa la evolución de esta soprano, a quien tuve ocasión de ver por primera vez hace 7 años y entonces era claramente una soprano ligera. Su repertorio ha ido evolucionando hacia roles más pesados y hoy es una soprano lírica, que sigue manteniendo su atractiva voz y canta con gusto y expresividad. Era su debut en el personaje de Luisa Miller y la impresión es positiva. No tiene problemas en el primer acto, resolviendo bien las agilidades y se entrega en la continuación, aunque sin forzar su instrumento. No llega a la altura de Sondra Radvanovsky, pero es una buena intérprete.
Como Rodolfo tuvimos al tenor mejicano Arturo Chacón Cruz, cuya actuación se me hizo un tanto monótona y aburrida, ya que canta todo invariablemente en forte, faltando matices, que se echan en falta, especialmente tras ver a Beczala el día anterior. La voz del mejicano tiene calidad y homogeneidad, pero queda corto.
A destacar la actuación del barítono onubense Juan Jesús Rodríguez, que ha vuelto a demostrar que estamos ante una de las voces de barítono verdiano más importantes de la actualidad. Además, cantó con expresividad y dando acentos adecuados a sus frases.
Sorprende verle en el segundo reparto, cuando claramente es mejor que el Miller del primero.
El bajo Carlo Colombara fue el nuevo Conde Walter y su actuación estuvo en línea con las últimas que le recuerdo. Es decir, una actuación bastante modesta. La voz funciona bien por abajo, menos en el centro y las notas altas son muy blancas.
Marco Spotti era Wurm y su actuación fue buena. Desde mi punto de vista, mejor que Marco Mimica en el primer reparto.
Finalmente, la Duquesa Federica fue interpretada por la mezzo soprano italiana Sonia Prina. Me atrevo a decir que es una sorpresa verla en este reparto, ya que estamos acostumbrados a verla en óperas barrocas y en personajes travestidos. Lo hizo bien, sin brillo especial, aunque su voz llegaba al auditorio mejor que la de su colega en el primer reparto.
Repetían sus buenas actuaciones Gemma Coma-Alabert en Laura y Albert Casals como Aldeano.
El Liceu ofrecía una pobre entrada, que no llegaba al 60 % de su aforo. Resultaba sorprendente ver tantos asientos vacíos. El público se mostró un tanto frío durante la representación, y más cálido en los saludos finales, en los que los mayores aplausos fueron para Elenora Buratto y Juan Jesús Rodríguez.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 hora y 57 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 20 minutos. Cinco minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 248 euros, costando las butacas de platea entre 131 y 186 euros. La localidad más barata con visibilidad costaba 47 euros. José M. Irurzun
Fotos: A. Bofill
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