Crítica: Alba Ventura y la Orquesta de Extremadura
Alba Ventura y la Orquesta de Extremadura
Programa:Obras de Prokófiev (Concierto para piano y orquesta número 3. Sinfonía número 7) y Ravel (Bolero). Orquesta de Extremadura. Director: Álvaro Albiach. Solista: Alba Ventura (piano), Lugar: Badajoz, Palacio de Congresos. Entrada: Alrededor de 800 personas (prácticamente lleno). Fecha: Jueves, 7 de junio de 2018 (repetido el viernes 8 en Cáceres).
Justo Romero
Barcelonesa de 1978, Alba Ventura despuntó pronto como uno de los valores más firmes del nuevo pianismo español. El pasado fin de semana dejó constancia de su categoría artística y virtuosa con sus interpretaciones del Tercer concierto para pianode Prokófiev en Badajoz y Cáceres, junto a una versátil y disciplinada Orquesta de Extremadura que cada día suena mejor, El programa, dirigido por el titular Álvaro Albiach, se redondeó con un espléndidamente calibrado Bolerode Ravel y una Séptimade Prokófiev de genuino calado sinfónico.
Desde los primeros instantes del concierto de Prokófiev, tras la delicada y musorgsquiana entrada del clarinete solista, Alba Ventura mostró solvencia y bien forjadas maneras: ante el teclado y ante la inexistente partitura. Artista en plenitud tras los tempranos éxitos adolescentes –con doce años ya tocó un concierto de Mozart con Neville Marriner-, es poseedora de un sonido cuyo vigor en absoluto resta belleza o matices. Armada en ese sonido certero y desde una personalidad propia templada junto a grandes maestros, la artista barcelonesa se volcó en el melodismo intenso y flexible de una obra que combina vigor, ironía, fantasía y lirismo a través de un pianismo hipervirtuoso pleno de exigencias. Fue una versión de nítidos y bien administrados contrastes. Cristalina, transparente, intensamente expresiva y de una solvencia pianística a prueba de bomba.
Compuesta a principios de 1952 y estrenada el 11 de octubre de este mismo año en Moscú, dirigida por Samuel Samosud, Prokófiev deja de lado en su séptima y última sinfonía el sarcasmo y la punzante acidez de obras anteriores para recuperar un lenguaje más sencillo y alejado de conflictos, “que acerque esta nueva composición a los jóvenes auditores”.Álvaro Albiach y sus profesores extremeños atendierony dieron ánimo al muy cuidado refinamiento de las sonoridades orquestales características de esta página de madurez, la más abiertamente romántica y en la que Prokófiev trata –no lo consigue, por fortuna- de retomar una expresividad más convencional. Algunos mínimos desajustes –como los escuchados en el delicado final del sutilísimo Andante espressivo– no pudieron devaluar la calidad instrumental y expresiva de una realización siempre más que notable.
Antes, al comienzo de la segunda parte, Albiach materializó un sobresalientemente estratificado Bolerode Ravel. El largo, inmenso crescendoque se extiende desde el pianísimo inicial hasta la apoteósica explosión final, fue graduado con mano maestra. Albiach, sin perder ni un instante el pulso rítmico y anímico, dejó cantar y explayarse a sus músicos en las sucesivas intervenciones solistas. La calidad instrumental de la Orquesta de Extremadura y de sus solistas cargó la versión de belleza y variados registros sonoros. Flauta, clarinete, tambor, fagot, clarinete, oboe, saxofones, el metal, cuerda en pizzicato, arpas, timbales, percusión… Toda la orquesta contribuyó, en sus individualidades y también en su empastado y opulento conjunto, a cuajar bajo la guía concertadora y en verdad maestra de Álvaro Albiach tan logrado y aplaudido cierre de temporada.
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