Critica: Alexander Malofeev, el fuego del alevín
EL FUEGO DEL ALEVÍN
Obras de Beethoven, Chaikovski y Prokofiev. Alexander Malofeev, piano. Club Matador, Madrid, 26 de septiembre de 2019.
La agencia Goldberg ha organizado un sustancioso ciclo de cinco conciertos en el Auditorio de Madrid en el que intervienen acreditados artistas de la madre Rusia: el chelista Mischa Mayski (aunque de origen letón), el violinista Vadim Repin y los pianistas Boris Berezovski, Denis Matsuev y Alexander Malofeev. A modo de aperitivo y adelanto, se ha programado, en el club privado Matador, de Madrid un recital del último de los citados, un alevín de tan sólo 18 años, ya muy premiado, discípulo ahora mismo en el Consevatorio de Moscú de Sergéi Dorenski.
El joven talento muestra una seguridad y un aplomo raros, una capacidad de concentración superior y la solvencia propia de un artista maduro, cualidades apreciadas nada más empezar la imponente “Sonata nº 23 op. 57”, “Appassionata”, de Beethoven. En la interpretación, tocada con dedos certeros, ímpetu, entrega y dominio de las dinámicas, echamos en falta un mayor reposo en los instantes más líricos, una mejor gradación de intensidades y, en particular, una capacidad “cantabile” más explícita. Como si el cúmulo de notas aún estuviera destilándose en un largo proceso digestivo. Lo que no obsta para que el instrumentista no nos tuviera pendientes en su inteligente exposición de las variaciones del “Andante con moto”, engañosamente seráfico, algo que Malofeev supo ver. El “tourbillon” del “Allegro non troppo” fue despachado sin un solo desfallecimiento y pudimos atisbar por momentos esa “oscuridad eterna” de la que hablaba Wilhelm Kempff. El “Presto” de cierre fue más bien “Prestissimo”.
Algo muy importante que este muchacho domina extrañamente: el manejo de los pedales. Habitualmente, se emplea a destajo el primero, el derecho, pero no tanto el tercero, el izquierdo, el que amortigua el sonido y sugiere giros poéticos. Y que Malofeev siguió empleando juiciosamente. Espectacular en los momentos más agitados, que son muchos, no tan plausible en los más líricos y recogidos, que los tiene, la interpretación la “Sonata nº 7” de Prokofiev. El “Precipitato” final, página muy célebre, caballo de batalla de los pianistas más virtuosos, una continua y martilleante cabalgada en 7/8, de curiosa asimetría, fue abordado con aplastante seguridad.
La misma evidenciada en la reproducción de la hermosa “Dumka en do menor op. 59” de Chaikovski. En el “Andante maestoso” del ballet “Cascanueces” del mismo compositor, en arreglo de Pletnev, el artista se dejó ir al compás de la danza y obtuvo buenos efectos sinfónicos. Como los conseguidos en la segunda propina: la dificultosa “Islamey” de Balakirev, tan colorista y bulliciosa, donde el piano siguió retumbando en la estrecha y pequeña sala. Pianista a seguir; pero que debe ir paso a paso. Arturo Reverter
El crítico, como todos los críticos, critican sin ser artistas, son presuntuosos.- Alexander Malofeev deslumbra, no solo por su edad, si no por la calidad de lo que interpreta.- Es un regalo que nos ofrece la naturaleza ,.-Soy músico de larga data, la Appasionata, (que Ludwig me perdone)la escuché ¡tantas veces, y por tan grandes artistas! que se me desgastó.-Pero al escucharla por Malofeev, se me refrescó.Pero hay mas; el joven artista toca una colección de conciertos para piano y orquesta apabullante, y todo lo que toca es deslumbrante, interesante.- Es el ser humano en el siglo XXII
Sin ser yo un conocedor de la música, pero sí sensible a ella, me impactó este genio desde la primera vez que lo escuché; la claridad y fluidez de su interpretación es perfecta.