Crítica: Andrés Orozco-Estrada debuta en Les Arts
Digno de memoria
Orquestra de la Comunitat Valenciana. Andrés Orozco Estrada (director). Programa: Obras de Mozart (Sinfonía número 41) y Bartók (Concierto para orquesta). Lugar: Palau de les Arts (Auditori). Entrada: Alrededor de 1.200 personas. Fecha: Miércoles, 10 mayo 2023.
“Digno de memoria”. Así define la RAE la palabra memorable. Memorable e inolvidable ha sido y quedará en los anales el debut del colombiano Andrés Orozco Estrada (Medellín, 1977) al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana en el Auditori del Palau de Les Arts, una sala que ya conoció de sus artes en el podio el 26 de enero de 2020, cuando se presentó con la Sinfónica de la Radio de Fráncfort -orquesta de la que entonces era titular- con una implacable Quinta de Shostákovich. Ahora ha regresado con un programa que abrazaba la última sinfonía de Mozart (la “Júpiter”, en Do mayor) y el Concierto para orquesta de Bartók. El maestro medellinense ha vuelto a dejar constancia de su categoría, que le emplaza no ya entre los grandes directores que comparten la legua prodigiosa de Mutis y García Márquez, sino como una de las batutas más valiosas del panorama internacional.
Orozco Estrada, con gestualidad generosa pero no empalagosa, latina y universal, hizo asomar las más finas cualidades de la Orquestra de la Comunitat Valenciana para servir un Mozart vivo, vigoroso y transparente; cuidadosamente articulado, de dinámicas extremas y factura netamente clásica. Maestro y profesores cantaron el Andante con efusión cálida y desnuda de retórica, asomaron al futuro el Allegretto y administraron las evoluciones y tensiones de la fuga final con magistral pericia. Fue un Mozart excepcional, de inédita calidad sinfónica en el sinfonismo español. Ni nuevo ni viejo. Natural y cargado de tradición y saberes, de tiempos irrebatibles que van más allá de metrónomos y teorías. Fresco y sin fárragos. Luminoso y detallista. Exento de batuta, para dejar las expresivas manos dibujar la música. Digno de memoria, sí.
Tras la pausa, Orozco Estrada sí tomó la batuta para precisar y dar vida al Concierto para orquesta de Bartók, cumbre de la música del siglo XX y de todas las músicas, nacida en 1943 y reto extremo para cualquier orquesta. La Orquesta de la Comunitat Valenciana ya lo tocó en sus principios, en febrero de 2007, con Juanjo Mena. Tres lustros después, ha encontrado una versión finalmente memorable, en la que Orozco Estrada ha explorado las mil y una aristas y estados de ánimo de la obra maestra, sus resonancias populares y escritura cargada de hallazgos y efectos. Cada uno de los cinco movimientos fue nueva escalada en una versión unitaria plena de diversidad, contrastes y lucimiento sinfónico, conjunto e individual. Inolvidables todos, desde un “Giuoco delle coppie” imbuido de pulso, ironía y humor, en el que las parejas instrumentales -fagotes, oboes, clarinetes, flautas- contrastaron sus intervalos para desembocar en el genial coral conclusivo, al espectacular presto final, con el nocturnal y elegiaco movimiento central como fiel de una versión que es referencia.
Todos los músicos de la OCV sin excepción brillaron a máximas alturas. Todos hicieron música y se regodearon en ella, desde un virtuosismo extremo volcado en la materia expresiva a la que sirve. Cuerdas, maderas, metales, timbales, percusión, arpas… ¡Todos! Un conjunto redondo y cuajado que mantiene aquellas cualidades que tanto impactaron desde el origen, cuando los tiempos igualmente gloriosos de Maazel, Mehta y otros grandes. Por fortuna, el podio de la OCV sigue frecuentado por los mejores, ahora también del siglo XXI. Se lo merece la orquesta y su público, que el miércoles, casi abarrotó el Auditori del Palau de Les Arts para seguir en silencio casi centroeuropeo este concierto memorable. La cálida ovación final teñida de bravos y entusiasmos que disfrutaron Orozco Estrada y sus músicos se antojó el mejor colofón. ¡Viva la música! (cuando se hace así, claro). Justo Romero
Publicada el 12 de mayo en el diario Levante
Últimos comentarios