Critica: Aplaudido arranque del Anillo del Nibelungo en Berlín
DAS RHEINGOLD (R. WAGNER)
Staatsoper de Berlín. 21 Septiembre 2019.
El gran atractivo y motivo fundamental de este viaje a Berlín era la programación del Anillo del Nibelungo en la Unter den Linden bajo la dirección de Daniel Barenboim, siendo ésta la primera ocasión en que se ofrecía en este teatro, ya que la vez anterior que se representó por esta compañía fue en 2016 y en el Teatro Schiller, ya que entonces la Staatsoper estaba en obras de acondicionamiento. El resultado de arranque del Anillo ha sido brillante vocalmente y también musicalmente, aunque haya algunos matices que señalar.
El espectáculo escénico es una reposición de la producción de Guy Cassiers, coproducción de la Staatsoper de Berlín y la Scala de Milán, que se estrenara hace ahora 9 años en este último teatro, cuando Barenboim era director musical de ambas instituciones. La producción nunca ha contado con el beneplácito del público y de la crítica. La verdad es que ya la conocía, por lo que no hubo sorpresa. La escenografía se debe a Guy Cassiers y Enrico Bagnoli y ofrece prácticamente un escenario único con agua en el suelo, lo que parece adecuado para la escena del Rhin, pero no para todo el resto de la ópera. El vestuario de Tim Van Steenbergen mezcla épocas de manera un tanto gratuita, con Fricka y Freia vistiendo modelos como para asistir a una recepción en palacio en el siglo XIX, mientras los gigantes llevan trajes actuales y el resto se visten de manera un tanto grotesca. El ambiente de la producción es oscuro y la iluminación de Enrico Bagnoli no saca el partido debido. Hay proyecciones de videos en la pared del fondo, que no tienen mucho interés, resultando la coreografía de Sidi Larbi Cherkaoui la protagonista de la producción. Efectivamente, a partir de la escena del Rhin un grupo de bailarines está continuamente en escena acompañando a los cantantes y la verdad es que su continuo movimiento resulta superfluo y no sirve sino para distraer al espectador.
La dirección escénica de Guy Cassiers no ofrece nada de interés particular y su concepción de la obra resulta aburrida. La entrada de Fricka en escena cantando lo de Despierta, Wotan resulta absurda, ya que simplemente entra del brazo de su marido. La escena del Nibelheim resulta aburrida y las transformaciones de Alberich simplemente no existen. Ni dragón ni sapo. No recuerdo haber visto en el escenario ningún yelmo y el anillo no es sino un guante. La entrada de los dioses en el Walhalla casi no existe, ya que cuando se ataca esa maravillosa música los dioses ya no están en escena. En resumen, una producción tediosa y sin interés, en el que la danza sobra.
Creo que todos los aficionados estarán de acuerdo conmigo en considerar que la pieza clave de cualquier Anillo es precisamente la figura del director musical. No es que los demás aspectos no tengan importancia, pero a mi parecer la primacía en el desarrollo de la obra wagneriana es del director. Hoy en día contamos con una serie de directores de primer nivel para las óperas de Wagner y entre ellos ocupa un destacado lugar la figura de Daniel Barenboim, quien, posiblemente, con Thielemann y Petrenko completa el gran podio de los directores wagnerianos de la actualidad.
Por tanto, comenzaré por decir que las expectativas ante la dirección de Daniel Barenboim eran muy altas y nos ha ofrecido una lectura brillante, aunque más bien premiosa del Oro del Rhin, sorprendente y en cierto modo decepcionante. Sus tiempos fueron lentos, lo que no es un problema en sí mismo, si la profundidad en la interpretación existe, y aquí ha existido de modo intermitente. Bastará decir que su versión ha sido la más larga a la que jamás he asistido junto con la de Valery Gergiev hace 4 años. Nada menos que 23 minutos más larga que la ofrecida por Kirill Petrenko en Munich. LaStaatskapelle Berlín fue la estupenda orquesta de todos conocida, que brilla de manera especial bajo la batuta de su director titular.
El reparto vocal era casi idéntico al que pudimos ver en el Teatro Schiller hace 3 años, contando ahora con el Wotan titular, que en aquella ocasión canceló y bien que se notó.
Así pues, Wotan fue el barítono alemán Michael Volle, una de las voces más adecuadas para este personaje y uno de los mejores intérpretes del personaje en la actualidad. Su actuación fue siempre poderosa y convincente, con una voz de calidad y perfectamente manejada. Pocos son los barítonos que hoy pueden hacer sombra a Michael Volle en este repertorio.
Alberich fue nuevamente interpretado por Jochen Schmeckenbecher, que es un auténtico especialista en el rol del malvado nibelungo, que lo ha cantado innumerables veces y en muchos teatros. Estamos ante un notable intérprete del personaje, que cumple a la perfección, aunque no sea una voz excepcional.
El tenor Stephan Rügamer lo hizo de manera satisfactoria en la parte de Loge, que siempre se lleva las simpatías del público. La voz no es mucho más que la de un tenor característico, moviéndose bien en escena y dando un buen resultado en su interpretación.
La mezzo soprano rusa Ekaterina Gubanova lo hizo bien en la parte de Fricka, La voz sigue siendo atractiva y es una buena cantante.
En cuanto a los Gigantes, hay que resaltar la presencia del veterano (74) Matti Salminen como Fasolt. Mantiene notable frescura en su instrumento y domina el personaje por todos los costados, cantando con una intención excepcional en todo momento. Fafner era Falk Struckmann, quien es más barítono que bajo y cumplió bien con su cometido.
Anna Samuil estuvo bien en la parte de Freia, con una voz atractiva. Anna Larsson no es la contralto que requiere el personaje de Erda, pero dio misterio a su intervención y resultó adecuada. El tenor Simon O’Neill fue un lujo en la parte casi episódica de Froh.
Correcto el barítono Roman Trekel en la parte de Donner. Wolfgang Ablinger- Sperrhacke fue un intachable Mime.
Las Hijas del Rhin lo hicieron bien. Evelin Novak ofreció una voz atractiva en Woglinde. Lo mismo puede decirse de Natalia Skrycka (Wellgunde) y de Anna Lapkovskaja en Flosshilde.
El Teatro de la Unter den Linden estaba prácticamente lleno con presencia de “suche karte” a la entrada. El público se mostró muy satisfecho con el resultado de la representación y ofreció una muy calurosa recepción a los artistas, especialmente a Daniel Barenboim y la orquesta, que, siguiendo su costumbre, subieron a escena a recibir los aplausos del público.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 39 minutos. Once minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 212 euros, habiendo butacas de platea desde 147 euros. La localidad más barata con visibilidad plena costaba 44 euros. José M. Irurzun
Fotos: M. Rittershaus
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