Crítica: Arenas musicales en Les Arts
Imágenes imaginadas
Les Arts és educació. Arenas musicales. Cuadros de una exposición, de Músorgski. Judith Kertész (piano). Borja González (artista de arena). Santiago Martínez (actor). Dirección de escena, texto e idea original. Víctor Gil. Lugar: València, Palau de les Arts (Aula Magistral). Entrada: 370 espectadores (lleno). Fecha: sábado, 25 febrero 2023 (se repite los días 2, 3 y 4 de marzo).
Entre las variadas actividades que promueve el Palau de les Arts en sus cuatro salas, las educativas ocupan lugar no menos fundamental que las operísticas y sinfónicas. En estos días, desde el pasado 22 de febrero y hasta el 4 de marzo, el Aula Magistral es punto de esparcimiento, diversión y educación de niños y chavales que enriquecen saberes y sensibilidades con el precioso espectáculo que Víctor Gil -responsable de proyectos educativos del Palau de les Arts– ha diseñado a partir de los pianísticos Cuadros de una exposición. Modest Músorgski compuso su obra maestra para piano inspirado en los cuadros de su estrecho amigo Víctor Hartmann, exhibidos en una exposición promovida por Vladímir Stasov en 1874 -un año después de la muerte de Hartmann-, en la Academia de las Artes de San Petersburgo.
Todo lo cuenta, revive y hace escuchar con verbo fácil y ameno este espectáculo intensamente bello, rotundamente eficaz en su feliz empeño de abrazar enseñanza y entretenimiento. El montaje rezuma calidad, sensibilidad y un más que profesional sentido pedagógico. El sábado, el griterío de los niños era ensordecedor. Insoportable. Apuntaba lo peor. Hasta que apareció en escena el actor Santiago Martínez, estupendamente caracterizado como Víktor Hartmann. De repente, como por arte de magia (talento escénico) se instaura un silencio absoluto que para sí quisiera la Sala Principal en día de ópera.
A partir de ahí, la atención permanece absoluta durante los 50 minutos que dura el espectáculo, sustanciado en la música de Músorgski interpretada con efectiva solvencia por la húngara Judit Kertész bajo la proyección de imágenes fascinantes, rebosantes de imaginación y genio, que el artista Borja González improvisa con un elemento tan esencial y dúctil como la arena. Cuadros fugaces, efímeros, cargados de expectativas y sugerencias, cuya creación es observada y seguida en vivo por niños y mayores, que descubren y elucubran sobre en qué se convertirá cada imagen de movedizas arenas que brota ante ellos mismos.
La fascinación es absoluta. Unánime. “Déjame, papá”, interrumpió en mitad del espectáculo un chavalín de apenas seis o siete años a su padre, empeñado en aclararle algún detalle de lo que ocurría en escena. A todas luces, el niño estaba más en el ajo del asunto que su padre explicador. De hecho, en el silencio espectacular de la platea, solo sobraron los chascarrillos que de vez en cuando lanzaban algunos papás y mamás “explicadores”.
Santiago Martínez borda su encarnación de Víktor Hartmann tanto como Borja González -“artista de arena”- fascina con sus vivas imágenes imaginadas, y Judith Kertész luce abolengo pianístico ante un teclado involucrado en la redondez de tan eficaz y gozoso espectáculo. Nadie, ni pequeños, ni mayores (reprímanse los explicadores, que sus hijos saben ya latín), ni los de en medio, debería perderse esta delicia. Un diez. Justo Romero
Publicada el 28 de febrero en el Diario Levante.
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