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Por Publicado el: 28/09/2021Categorías: En vivo

Crítica: Ariadne auf Naxos en el Liceu, segundo reparto.

ARIADNE AUF NAXOS (R. STRAUSS)

Teatre del Liceu de Barcelona. 27 Septiembre 2021. Segundo reparto

Inaugura el Liceu de Barcelona la nueva temporada de ópera con esta obra de Richard Strauss, que se pudo ver en este escenario por última vez en el año 2002. Entonces el reparto era de altos vuelos, ya que sus personajes principales (Ariadne y Zerbinetta) corrían a cargo de Adrienne Pieczonka y Edita Gruberova, respectivamente. Como cabía esperar, las dos triunfaron.

En esta ocasión los fastos vocales no han estado a la misma altura y además se han visto lastrados los repartos por las siempre temidas cancelaciones, que en el reparto que ahora nos ocupa ha afectado al intérprete de Bacchus. 

Hace unos días comentaba a propósito de La Cenerentola del Teatro Real que en Madrid no parecen haber dado excesivo brillo a la inauguración, ya que los repartos no ofrecían grandes nombres y tampoco se trataba de una nueva producción escénica. Lo mismo se puede decir del Liceu de Barcelona en esta Ariadne auf Naxos. Efectivamente, no había en los repartos grandes nombres y tampoco se trataba de una nueva producción.

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Escena (c) D. Ruano

La producción es un trabajo de la directora de escena inglesa Katie Mitchell, siendo una coproducción del Liceu con las óperas de Luxemburgo, Helsinki y Copenhague, además del teatro de Champs Elysées de París. Aunque ahora no figura entre los coproductores, su estreno tuvo lugar en el festival de Aix-en-Provence en julio de 2018. Posteriormente, se vio en París y en Helsinki, pero hubieron de ser canceladas sus representaciones tanto en Luxemburgo como en Copenhague.

La producción se sitúa en casa del hombre más rico de Viena, aunque no parece que la casa sea tan lujosa. Cuenta con escenografía de Chloe Lamford con un escenario único en una sala de la citada casa, donde toda la habitación sirve en el prólogo para los ensayos, mientras que en la ópera propiamente dicha habitación se separa por el centro en dos mitades con una cortina, quedando a la derecha el escenario y a la izquierda unas sillas para los invitados del magnate. La escena no consiste sino en una mesa, que nada tiene que ver con la isla de Naxos, donde se sienta Ariadne y por donde deambulan el resto de personajes. Los cambios de indumentaria de los personajes se hacen en el propio escenario, lo que desvía un tanto la atención. El vestuario es obra de Sarah Blenkinsop y no tiene mayor interés.

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Escena (c) D. Ruano

Katie Mitchell hace sus personales aportaciones a la trama y aquí la Ariadne abandonada por Teseo está embarazada, dando a luz en la parte final de la ópera, ayudada por Náyade, Dríade y Echo, recibiendo con la criatura la llegada de Bacchus. La idea de mantener al Compositor en escena durante la ópera propiamente dicha, con un atril y dirigiendo, no aporta nada y tiene que ser un tormento para la intérprete. No me convence la producción, aunque tampoco podemos decir que molesta.

La dirección musical ha estado a cargo del titular del teatro, el catalán Josep Pons, que ha ofrecido una buena lectura de la ópera, llevando bien la obra y apoyando a los cantantes en escena. Sacó un buen partido de la Orquesta del Liceu, cuya actuación me ha parecido mejor que en ocasiones anteriores. 

El teatro ha preparado dos repartos vocales, ofreciéndose el segundo de ellos en esta representación. En general ha funcionado bien. Incluso puedo decir que me he quedado sorprendido positivamente por las prestaciones de Ariadne y Zerbinetta.

La protagonista Ariadne fue interpretada por la soprano sudafricana Johanni Van Oostrum, a quien escuchaba por primera vez en vivo. Me ha resultado una sorpresa agradable, ya que ha ofrecido una voz amplia y atractiva a lo largo de la tesitura, cantando con gusto y dosis de emoción. Se puede contar con ella.

En la parte de Bacchus tuvimos al tenor canadiense David Pomeroy, que sustituía al previamente anunciado, el americano Brandon Jovanovich. El nuevo Bacchus ha cumplido bien, aunque me parece más lírico que lo que requiere el personaje. Lo hizo bien, aunque un tanto apretado en la zona alta, bastante exigida en esta partitura. 

La soprano catalana Sara Blanch ha sido la triunfadora de la representación. No había tenido oportunidad de verla hasta ahora y he quedado magníficamente impresionado por su actuación. Su gran escena de la ópera la resolvió con seguridad y soltura, superando todas las enormes dificultades de la partitura. Tenía buenas referencias de ella y las ha confirmado totalmente. Hay carrera por delante. 

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Sara Blanch (c) D. Ruano

La parte del Compositor fue interpretada por mezzo soprano irlandesa Paula Murrihy, que lo hizo bien sin mayor brillantez. La troupe de Zerbinetta lo hizo bien, estando formada por Benjamin Appl (Harlekin), Vicenç Esteve (Scaramuccio), Alex Rosen (Truffaldino) y Juan Noval-Moro (Brighella). Correctas también las intérpretes de Náyade, Dríade y Echo, que fueron Sonia de Munck, Anaïs Masllorens y Nuria Vilà, respectivamente, El Maestro de Música, de importancia en el Prólogo, y que aquí sigue actuando en la ópera propiamente dicha, era José Antonio López, que lo hizo bien. El resto de personajes son más bien episódicos y lo hicieron de modo adecuado.

El Liceu ofrecía numerosos huecos, ya que el aforo estaba limitado por las medidas contra la pandemia.  El público se mostró cálido con los artistas, ofreciendo una ovación de más de un minuto de duración tras la gran escena de Zerbinetta. 

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 50 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 17 minutos. Seis minutos de aplausos.

El precio de la localidad más cara era de 269 euros, habiendo butacas de platea entre 229 y 142 euros. La localidad más barata costaba 39 euros. José M. Irurzun

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