Crítica: Ariodante en Les Arts. Ellas como ellos, ellos como ellas
ARIODANTE (G. F. HÄNDEL)
Ellas como ellos, ellos como ellas
Dramma per musica en tres actos, libreto anónimo adaptación de Ginevra, principessa di Scozia, de Antonio Salvi, inspirada en los Cantos IV – VI de Orlando Furioso, de Ludovico Ariosto. Reparto: Ekaterina Vorontsova (Ariodante), Jane Archibald (Ginevra), Christophe Dumaux (Polinesso) Jacquelyn Stucker (Dalinda), Luca Tittoto (Re di Scozia), David Portillo (Lurcanio), Jorge Franco (Odoardo). Orquesta de la Comunidad Valenciana. Coro de la Generalitat Valenciana. Producción: Festival d’Aix-en-Provence. Dirección de escena: Richard Jones. Escenografía y vestuario: Ultz. Iluminación: Mimi Jordan Sherin. Director de coro: Francesc Perales. Dirección musical: Andrea Marcon. Lugar: Palau de les Arts. Entrada: 1412 localidades (prácticamente lleno). Fecha: martes, 1 marzo 2022 (se repite los días 4 y 6 de marzo).
“A ver si tú, que sabes, me lo aclaras: ¿Por qué ellos cantan con voz de mujer y ellas se visten como hombres?” La pregunta de la amiga, despistada y liada con las agudas voces de contratenores y sopranistas, refleja la carencia de música barroca, de ópera barroca y de más atrás, en la escena valenciana. Asombra que aún hoy, llamen la atención estas cosas, tan pan nuestro de cada día en el universo de la fundamental ópera barroca. Fue en el segundo entreacto de Ariodante, ópera maestra de Händel, que ha llegado al Palau de les Arts arropada por un excelentísimo reparto vocal, una Orquestra de la Comunitat Valenciana que sonó a gloria y la competente e idiomática dirección musical del italiano Andrea Marcon.
Gran función de ópera. Larga -cuatro horas-, pero que pasa casi en un santiamén. Ocho años después de su estreno en el Festival de d’Aix-en-Provence, en 2014, la producción mantiene intacta su frescura y atractivos. Todo transcurre sobre una escenografía fija a lo largo de los tres actos, que enmarca bien la acción en tres espacios diferenciados -salón, cocina, alcoba- pero siempre visibles al público, y una dirección de escena cuidada y cargada de aciertos y detalles, firmada por Richard Jones pero ahora repuesta en València por Benjamin Davis. La bien narrada acción transcurre con clara naturalidad. Sobra, sí, la tontería de las marionetas y los cochecitos de juguete, pero son apenas caprichosa minucia en tanto acierto, redondeado con un vestuario atrevido y sugerente.
Una vez más, y ya es feliz costumbre en el Palau de les Arts, el reparto vocal ha sido de primerísimo nivel, con el protagonismo excepcional vocal y estilísticamente de la joven mezzosoprano rusa (¡con perdón!) Ekaterina Vorontsova. Ella, travestida de hombre para confusión de la amiga desconcertada, fue el Ariodante ideal. Elevó la temperatura emocional al paroxismo en el aria “Scherza infida”, en la que contó con la complicidad desde el foso del fagotista Salvador Sanchis, que evidenció una categoría artística y virtuosa tan excelsa como la suya. Ambos, melodiosamente concertados por Marcon, compartieron uno de esos inolvidables momentos en los que todo se congela, incluso más allá de que concluya la música. Inolvidable ese increíble Sol agudo que el fagot de Sanchis, abrazado a la voz de la Vorontsova, cantó y prolongó milagrosamente hasta el silencio absoluto.
A Ginevra, la ultrajada amada de Ariodante, dio vida la soprano canadiense Jane Archibald, que lució afinación, belleza vocal, agilidades y vis dramática. Como también el contratenor francés Christophe Dumaux, quien caracterizado con una sotana bajo la que se oculta una vestimenta vaquera y macarra que combina los dos perfiles del malvado personaje, supuso un brillante e histriónico Polinesso, de ágiles y brillantes agudos. Ataviado con la característica falda escocesa (kilt), el bajo Luca Tittoto supuso un involucrado y creíble Rey de Escocia, que transitó por los diversos estados que atraviesa de acuerdo con los acontecimientos que suceden a su calumniada hija Ginevra. El tenor estadounidense David Portillo (Lurcanio), su paisana la soprano Jacqueline Stucker (Dalinda) y el prometedor tenor Jorge Franco (Odoardo), del Centre de Perfeccionament del propio Palau de les Arts, completaron el armonioso reparto.
En el sobresaliente nivel de esta función para el recuerdo, ocupó papel esencial la versátil Orquestra de la Comunitat Valenciana, cuya excelencia global es referencia -única- en el panorama sinfónico español. Incluso en estos menesteres barrocos. En esta ocasión, se reforzó con algunos elementos ajenos a la orquesta moderna, incluidos clave, violonchelo barroco y tiorba. En el podio, el maestro Andrea Marcon derrochó veteranía, sentido cantable, pulso y estilo en este Händel definitivamente excepcional, equiparable incluso al que apenas unos meses antes -octubre- ofrecieron en el mismo escenario William Christie y sus músicos de Les Arts Florissants (Partenope), y netamente superior al temprano Orlando que dirigió Eduardo López Banzo en febrero de 2008, protagonizado por el contratenor Bejun Mehta. Al final, gran éxito. Muchísimos aplausos y bravos, incluidos los de la amiga del crítico, que al final andaba entusiasmada a pesar del cacao vocal. Pero algunos, quizá bastantes, apurados, se levantaron y salieron escopeteados apenas bajó el telón. ¡Un bochorno! ¡De todo hay en la viña del Señor! Justo Romero
Publicada el 2 de marzo en el Diario Levante
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